A través de un comunicado enviado por el grupo terrorista y dado a conocer por la agencia de seguridad nacional de Irak, el Estado Islámico (ISIS, por sus siglas en inglés) hizo saber que dadas las batallas militares que permitieron al ejército del dictador sirio Bashar al Assad y la aparente derrota de las fuerzas de la oposición sirias y del fraude organizado en las elecciones de Irak y el Líbano, la organización terrorista no permitirá que las derrotas sufridas recientemente por los sunitas en Irak, Siria y el Líbano favorezcan el avance del poder chiita según los planes del régimen de Teherán, a quien culpa de todos lo males del mundo árabe sunita.
La nueva visión estratégica del ISIS sostiene que los sunitas están excluidos de la vida política de los tres países por la influencia de Irán, y culpa a Teherán de publicitar la derrota del ISIS en Irak y en Siria como la derrota de todos los árabes sunitas.
Esta situación, según una publicación del diario libanés Al-Hayat, probablemente dé lugar a una reagrupación del ISIS, algo que ya está sucediendo en Irak o bien a la conformación de una nueva organización violenta similar al ISIS que atacará en los países árabes donde el avance del chiismo hizo que los sunitas perdieran su posición dominante allí.
En la clara profundización del conflicto sectario tripartito en la región del Mashreq (Irak, Siria y Líbano), existe un notable vacío que posterga a los árabes sunitas. En su tiempo, ISIS nació de ese vacío que se expandió y ganó territorios hasta ser militarmente vencido en la región. La resultante ha sido que ese sector árabe sunita está hoy totalmente ausente de todos los planes y opciones para una solución a las crisis en estos tres países. En consecuencia, y de acuerdo con las percepciones sunitas, se culpa a los grupos chiitas y a sus planes de que los árabes sunitas hayan sido derrotados.
Es en esta idea que el pasado lunes, un comunicado de ISIS, que además de reivindicar el ataque por apuñalamiento del ultimo sábado en París por uno de sus soldados -en el que 4 personas resultaron gravemente heridas y una perdió la vida-, también indica que su nueva conducción evalúa anticipar el nacimiento de una nueva entidad que será "una organización descendiente del ISIS" o algo similar, que le recordará al poder chiita iraní que ese vacío no es real y que pronto Irán conocerá el mismo dolor que le ha sido infligido a los sunitas por parte de los khomeinistas.
Aunque de momento esta naciente organización no posee ninguna resonancia política, no es descabellado aceptar que pronto emergerá en la región dado que en Irak, los árabes sunitas no tienen ninguna influencia en las actividades políticas actuales, en Siria han sido derrotados una y otra vez, y en el Líbano han sido anexados al proyecto del "Estado de Hezbollah".
Ante la realidad de que Bashar al Assad continuará en el poder en Siria, ello es visto como una derrota para el sector que oprimió y que se rebeló contra él (los árabes sunitas); en Irak, las elecciones parlamentarias llevadas a cabo luego de la derrota del ISIS demostraron que los árabes sunitas son el eslabón más débil en la cadena política; en el Líbano, donde el sectarismo es una realidad que no puede ser ignorada, los sunitas han sido relegados por sus rivales chiitas de Hezbollah en las últimas elecciones. Todas estas humillaciones sectarias configuran una situación odiosa e inaceptable para los sunitas de los tres países, algo que obviamente conducirá a nuevos enfrentamientos y más guerras. Por lo que la estabilidad regional al interior del islam es poco probable en tal situación regional.
ISIS se está reagrupando en algunas áreas dentro del vacío en Irak. En Siria se espera que los estadounidenses se retiren, tal como dijo el presidente Donald Trump, esta retirada significa que los árabes sunitas serán abandonados a su suerte frente a Bashar al Assad y las milicias chiitas iraníes. En poco tiempo, esta situación engendrará un monstruo. En tanto que la situación en el Líbano no es tan mala como la situación de Siria e Irak, pero incluso el Líbano no se salvará si el monstruo vuelve a despertar.
Si a las fuerzas políticas que representan los sectores sunitas en estos tres países se les impide que influyan sobre su propio futuro, esto conducirá gradualmente a guerras. Esta es una lección que los poderes internacionales no han aprendido de las guerras civiles en las que los árabes han estado enfrentándose durante décadas y, tras la derrota del sector sunita, es imposible volver a una vida normal y con estabilidad en esos países.
Las elecciones en Irak y el Líbano parecen ser más una renovación de las guerras sectarias que un camino a la pacificación y la democracia en ambos países. En Siria, la tragedia es por partida doble, ya que el mundo se está preparando para ver la continuidad de Al Assad como presidente.
Hoy los árabes sunitas en los tres países, Siria, Irak y Líbano están excluidos de las decisiones políticas. En Irak, los actores relevantes son chiitas y kurdos. Ni los árabes sunitas ni los resultados de sus votos tienen impacto alguno en el futuro de Irak. En el Líbano, es correcto asumir que Saad Hariri se convirtió en una persona diferente desde que quedó en soledad en la refriega contra Hezbollah, cuyas fuerzas están organizadas desde el Mediterráneo hasta el Golfo Pérsico.
El vacío político sunita es concreto. En vista de este fenómeno y del desmesurado avance chiita sobre los primeros, no es imprudente anticipar guerras sectarias y la profundización de un enfrentamiento nunca resuelto que lleva más de 1.400 años.
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