La decisión del presidente Donald Trump de prolongar el levantamiento de algunas sanciones contra Irán por 120 días más reabrió el debate sobre "qué hacer con Irán". El pasado lunes la agencia de seguridad nacional estadounidense envió su primer informe de revisión a la Casa Blanca a pedido del presidente estadounidense.
Mientras muchos han condenado a Trump por renovar el alivio de sanciones para los mulás, otros lo han castigado por su llamado a renegociar el "acuerdo nuclear" firmado por su predecesor Barack Obama. Sin embargo, lo cierto es que llevar a cabo el debate de "qué hacer con Irán" de una manera tranquila y constructiva no es fácil, por dos razones:
A) El problema de Irán se ha vinculado con los EEUU y, lo que es peor, más recientemente, con Trump. "La opinión pública internacional sabe que cualquier problema relacionado con los EEUU, incluso en forma lejana, se actualiza instantáneamente para bien o para mal", tal como declaró acertadamente el vicepresidente Pence en su reciente viaje a Oriente Medio.
Abundan ejemplos: a nadie le importó en su tiempo que un millón de personas fueran masacradas en Ruanda o que una comunidad entera fuera expulsada de Birmania a través de la limpieza étnica, porque los EEUU no participaron ni están involucrados allí. También la número uno de la política exterior de la Unión Europea, Federica Mogherini, viajó recientemente a Rangún no por el problema de los rohingyas, sino para criticar a los EEUU por "amenazar el acuerdo nuclear con Irán". El Vaticano no estuvo ausente de las criticas y pidió "respeto por Irán y por el acuerdo nuclear", aunque se cuida de no mencionar la palabra terrorismo islamista.
También en casi todos los países hay un electorado activo antiestadounidense que juzga cada evento con referencia a su relación con los EEUU. Para ese sector, el plan siempre es ver qué hacen los EEUU y decir lo contrario. Por ejemplo, Jeremy Corbyn, líder del Partido Laborista británico, contempló brevemente un leve gesto de simpatía hacia los jóvenes iraníes que están desafiando al régimen de Teherán hace unas semana. Sin embargo, al final, Corbyn se negó a criticar a los khomeinistas porque los EEUU habían expresado su simpatía por los manifestantes.
B) La segunda razón por la cual el debate sobre Irán se ha tensado en la comunidad internacional es porque se ha relacionado con la profunda división partidista en la política estadounidense. Por un lado, las posiciones sobre el "acuerdo con Irán" y que el mismo debe ser enterrado se debe a que es "la creación de Obama". Por otro lado, el "acuerdo" es considerado como si fuera sagrado, simplemente porque Trump ha prometido deshacerse de él.
Lo que debe hacer la administración es reflexionar sobre el problema del “Acuerdo Nuclear” con un mínimo de frialdad clínica
Entonces, lo que debe hacer la administración es reflexionar sobre el problema del "Acuerdo Nuclear" con un mínimo de frialdad clínica.
Para empezar, las criticas a los EEUU y a Trump de los sectores antiestadounidenses y anti-Trump pivotean en la creencia de que los EEUU son el "monstruo imperialista devorador de pueblos" que quiere deglutirse a naciones como Corea del Norte, Cuba y al Irán de los khomeinistas. Desde esta posición, Donald Trump es un depredador ignorante que desafía "a chicos de un coro parroquial", como el clan Castro en La Habana, la dinastía Kim en Pyongyang y la camarilla del Guía Supremo en Teherán.
Habiendo satisfecho a los antiamericanos y a los que odian a Trump, veamos qué está pasando con el "tratado" que el próximo jueves ingresa en el período de revisión presidencial final.
Para comenzar, el "acuerdo" no es jurídicamente vinculante porque fue negociado por el Grupo 5 más 1 de manera informal, sin declaración de la misión y sin responder a nadie. Las conclusiones se emitieron en un comunicado de prensa, titulado "Plan de Acción Integral Conjunto" de 176 páginas, en tres idiomas diferentes, que no fue aprobado por ninguna autoridad legislativa en ninguno de los países signatarios.
En ese comunicado de prensa (no ha sido mas que eso), Irán prometió hacer varias cosas para asegurar que su proyecto nuclear no tiene dimensión militar. Teherán ha cumplido algunas de esas promesas, pero silenciosamente ignoró las demás. El resultado es que el programa nuclear de Irán continúa teniendo una potencial dimensión militar.
Irán continúa enriqueciendo y almacenando uranio que, debido a que es de un grado de casi el 5%, es inútil para fines médicos e industriales y tampoco es apto como combustible, ya que el régimen no tiene centrales nucleares con autonomía propia. Las estaciones obtienen su combustible de Rusia, que construyó o ayudó a construir las plantas. Otro aspecto relevante es que el uranio iraní enriquecido tiene un código diferente al combustible que necesitan las centrales construidas en Rusia.
La segunda razón para la revisión del Acuerdo es que Irán está desarrollando su segunda generación de misiles de mediano y largo alcance que, debido a que están equipados con ojivas pequeñas, solo pueden tener sentido militar si transportan cargas nucleares.
El peligro de que Irán desarrolle un arsenal nuclear permanece (por supuesto que Irán tiene el derecho de ingresar al Club nuclear si así lo desea), pero es el propio Gobierno iraní quien sostiene que Irán no quiere convertirse en una potencia nuclear.
También se suponía que los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU más Alemania debían elaborar una serie de medidas para aliviar las sanciones impuestas a Irán por su violación al Tratado de no Proliferación Nuclear (TNP, por sus siglas en idioma castellano). Ellos también han cumplido parte de esas promesas, pero no lo suficiente como para hacer una diferencia significativa en lo que respecta a Irán.
Así como Irán incumple varias medidas, el 5 más 1 engañó a Irán. No se ha cancelado ninguna sanción y se permite a Irán gastar solo un porcentaje de su dinero congelado previa autorización. En consecuencia, debido al mecanismo de recuperación bajo el cual las sanciones levantadas temporalmente se vuelven a imponer al instante, pocas personas querrían invertir en Irán.
En otras palabras: el problema no es si "el acuerdo" es bueno o malo, "es que el dulce de leche de Obama no ha funcionado y es poco probable que funcione". No tiene sentido poner sal en la herida: el "acuerdo" es malo para Irán, malo para el G5 más 1 y malo para el mundo.
El problema nuclear de Irán debe ser abordado de una manera honesta, seria y responsable que cumpla con las demandas legítimas de todas las partes. Eso significa que debe ser renegociado en un marco más amplio. Y es lo que Trump, para muchos "la odiosa figura que ataca a los medios dominantes y utiliza lenguaje grosero", propone. Incluso muchos que odian a Trump encontrarán difícil descartar su sugerencia de que el "acuerdo" es defectuoso y debe ser revisado. Ello sencillamente porque primero deben aprender a moderar su odio.