EEUU, Jerusalén y un acto de justicia

Sergio Pikholtz

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Tzedek, tzedek tirdoff. Justicia, justicia perseguirás es la traducción del hebreo al castellano, es una de las frases de la Biblia, que manifiesta en forma taxativa y sin posibilidades de segundas intenciones, que el ser humano debe, por sobre todas las cosas, buscar la justicia.

Estados Unidos de América, a través de su presidente Donald Trump, es la primera nación soberana en reconocer a Jerusalém como Capital del Estado de Israel, y eso no es más que un acto de estricta justicia. Justicia  histórica y justicia política.

Las razones históricas son claras: por más de tres mil años la nación hebrea ha convertido a Jerusalém en su centro espiritual, y mantuvo habitada ininterrumpidamente la  ciudad aún en los exilios más prolongados.

En la liturgia religiosa judía, la ciudad de Jerusalén es nombrada una y mil veces, y que en cada rezo diario, las miradas deben volverse hacia la ciudad santa.

En ninguna otra religión se nombra a Jerusalén como eje sobre el cual gira su identidad, ni hubo otros reyes de la ciudad más que los reyes de Israel, como el rey David o el rey Salomón.

El Estado de Israel es un país soberano y la mayoría de sus poderes, ejecutivo, legislativo y judicial funcionan en la ciudad desde 1950, dos años después de la  independencia del país.

El derecho a elegirla como Capital se sostiene también sobre los estatutos del derecho internacional para casos de conflictos armados, considerando que en 1967, Jordania declaró la guerra al joven Estado de Israel, que ocupaba solo la parte oeste de Jerusalém.

Al finalizar la guerra, el Estado judío, de pleno derecho internacional, liberó  sectores de la parte oriental, incluyendo la ciudad vieja, que hasta el momento estaba vedada a la población hebrea, que ni siquiera tenía acceso al Muro de los Lamentos o Muro Occidental.

Sin embargo, las razones del porqué de la legitimidad de Jerusalén como Capital única del Estado de Israel, tienen que ver  con lo que  quieren imponer quienes  no la reconocen: quitarle al país judío su propia soberanía para elegir dónde y cómo establecer su Capital. Quitarle la soberanía de elección a un país es casi desconocerlo. Ver esa estrategia y no denunciarla es atentar contra la búsqueda de justicia.

Es como si le dijeran a Paraguay que Asunción no puede ser su Capital o a Francia que  debiera mudar su Capital a Lyon y desestimar París.

Es como si le dijeran a Paraguay que Asunción no puede ser su Capital o a Francia que  debiera mudar su Capital a Lyon y desestimar París.

Quienes no quieren reconocer este derecho indelegable de los israelíes a elegir su propia Capital, pretenden en su argumentación, que ni siquiera una parte de Jerusalém pertenece a Israel, y borran la historia de 3000 años del pueblo judío con esa tierra.

La falta de reconocimiento de esta realidad incontrastable, pretende alimentar expectativas de paz en la región, cuando en los hechos concretos las aleja, y no hace falta ser un agudo analista político para entenderlo: el mundo que recién hoy empieza a reconocer a Jerusalém como Capital del Estado judío, no pudo lograr que a excepción de Egipto y Jordania, el mundo árabe reconozca el derecho del Estado de Israel a existir y vivir en fronteras seguras.

De esta manera, queda claro, que la no resolución del conflicto no tiene que ver la aceptación de Jerusalén como Capital de Israel, sino con la no aceptación del derecho a la existencia del país hebreo.

Reconocer a Jerusalén como capital de Israel es un acto de justicia, porque es garantía de pluralidad religiosa, de respeto por los lugares sagrados de las religiones monoteístas, de respeto por los Derechos Humanos y de libertad individual.

Reconocer Jerusalén como capital del Estado judío, es avanzar en la búsqueda de la verdad histórica y el respeto por el  derecho político e histórico de una nación soberana, y solo la verdad va a permitir que la paz sea posible, en negociaciones directas y bilaterales,  sin generar espejismos que solo enturbian el proceso.

*Sergio Pikholtz es Presidente de la Organización Sionista Argentina.

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