Autos eléctricos, sostenibilidad, energías limpias, motorización eco-friendly, cero emisión de gases contaminantes. El discurso dominante en torno a la electrificación de la movilidad segrega conceptos asociados al ambientalismo, la conciencia verde y el compromiso con la ecología. Pero esto no sería tan así. Se construyó una conciencia cultural de los vehículos con propulsión eléctrica que merece ciertos reparos. "Un auto que se mueve a nafta contamina menos que un vehículo eléctrico", lo aseguró una investigación realizada por la Universidad de Michigan, Estados Unidos. Y aunque sea una sentencia contradictoria, inexacta y relativa, es real e ilustra un fenómeno ambiguo.
El informe pronuncia que un auto a combustible debe consumir menos de 4,6 litros por cada cien kilómetros para que sea más limpio que uno eléctrico. Habilita la contaminación indirecta de la energía eléctrica. Los vehículos no emiten partículas nocivos mientras circulan, lo hacen antes: allí radica el estudio de los científicos. Investigaron los diferentes métodos de producción de energía necesarios para mover un automóvil, estudiaron los modos de obtención y analizaron el mercado de 143 países.
En algunas regiones, el proceso de fabricación de esa energía teóricamente limpia eroga una cantidad de gases contaminantes que supera el nivel de emisión de un vehículo convencional. Esta discrepancia valida la sentencia primera que reza que hay autos eléctricos que contaminan más que los propulsados a combustible tradicional. La investigación compara los esquemas de producción de la energía en ambos tipos de motorización.
En relación a los autos a nafta, evaluaron el total de emisiones originarias del refinamiento, la extracción y el transporte del petróleo, la logística de entrega del combustible en las estaciones de servicio y la combustión en la unidad. En virtud a los eléctricos, analizaron las emisiones procedentes de la extracción y disposición de las materias primas en las plantas energéticas, el caudal de partículas liberadas en el proceso de producción, la electricidad invertida en la distribución y la eficiencia final en el vehículo.
El asunto es identificar la raíz de la electricidad que alimenta la batería de los autos eléctricos. Las fuentes de producción son variopintas y se clasifican en cuatro categorías, con más y menos estándares de contaminación: carbón y petróleo; gas natural; energía solar y geotérmica; energía eólica, hidráulica y nuclear. Cuánto más combustibles fósiles intervengan en el proceso de fabricación de la energía eléctrica, mayor será el grado de emisión de gases de efecto invernadero. Tal ecuación dependerá del país de producción y de su cultura energética.
Cuba, por caso, donde predomina un parque automotor antiguo y de escasa eficiencia, debería reducir su consumo a 7,5 litros de combustible por cada cien kilómetros recorridos para que sea más ecológico que un auto movido por la electricidad. La marca que debería alcanzar la Argentina para que un vehículo convencional emita menos CO2 a la atmósfera que uno eléctrico es de 3,5 litros por cada cien kilómetros: se posiciona entre Estados Unidos (4,2 l/100 km) y España (2,9 l/100 km). En el país, los modelos que menos consumen no bajan de los siete litros consumidos cada cien kilómetros en ámbito urbano.
Las cifras son tan altas como el escenario cubano en República Dominicana, Kazajistán, Irak y Polonia. Y resultan ser bajas en Paraguay, Etiopía, Francia, Albania, Canadá, Noruega y Suecia, donde la mayor parte de la red energética se nutre de energía limpia. Para establecer estos parámetros recogieron datos suministrados por la Unión de Científicos Preocupados en contraste con información específica de cada país.
"Las razones para llevar a cabo una comparación de este tipo, país por país, es que las emisiones indirectas de los vehículos a pilas dependen de la mezcla de fuentes de combustibles utilizadas para generar electricidad, y los países difieren ampliamente en esa combinación", explicó Michael Sivak, responsable del estudio en compañía del experto Brandon Schoettle. Sivak argumentó la urgencia por combatir los vehículos emisores de gases nocivos. Aseveró que el transporte es el segundo productor de contaminación de las cinco fuentes humanas de producción de emisiones de efecto invernadero. Sólo la generación de electricidad industrial proveniente de la quema de combustibles fósiles (29%) supera lo elaborado para mover autos, camiones, barcos, trenes y aviones (27%). El valor ecológico de los autos eléctricos se corresponderá cuando el mundo emigre hacia una cultura global que promocione las energías renovables y no tolere la contaminación.
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