China y Japón acordaron el miércoles entablar conversaciones sobre cuestiones de seguridad, a menudo polémicas, en su intento de mejorar una relación desgarrada en los últimos años por diversos asuntos, desde disputas territoriales hasta el vertido de aguas procedentes de la central nuclear japonesa devastada por el tsunami.
El ministro de Asuntos Exteriores japonés, Takeshi Iwaya, en su primer viaje a China desde que asumió el cargo en octubre, se mostró positivo tras las reuniones con el primer ministro chino, Li Qiang, y el ministro de Asuntos Exteriores, Wang Yi, y afirmó que las conversaciones habían sido “muy sinceras” y amplias.
“Creo que hemos sido capaces de construir una relación personal que nos llevará al futuro”, declaró a la prensa en la capital china.
Wang acordó visitar Japón el año que viene para mantener un diálogo económico de alto nivel que incluya la cooperación en materia de medio ambiente, conservación de la energía y atención sanitaria y de enfermería. Japón anunció una flexibilización de los requisitos de visado para los visitantes chinos, tras la reciente decisión de China de permitir la entrada de japoneses sin visado.
Los dos países también tienen importantes diferencias. Iwaya planteó la preocupación de Japón por la actividad militar china cerca de un grupo de islas deshabitadas que ambos países reclaman, así como por las disputas territoriales de China con otros países en el mar Meridional.
Los esfuerzos por mejorar los lazos se encuentran en sus primeras fases tras el compromiso en este sentido adquirido por el presidente chino, Xi Jinping, y el primer ministro japonés, Shigeru Ishiba, en una reunión celebrada el mes pasado durante la cumbre del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico en Perú.
“Actualmente, las relaciones entre China y Japón se encuentran en un periodo crítico de mejora y desarrollo”, dijo Li al inicio de su reunión con Iwaya. “China está dispuesta a trabajar junto con Japón para avanzar hacia la importante dirección propuesta por los líderes de los dos países”.
El viaje de un día de Iwaya se produjo justo antes de que el presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, asuma el cargo en enero y de la incertidumbre que se espera que su presidencia traiga a las relaciones globales de Estados Unidos.
Trump ha amenazado con aumentar los aranceles sobre los productos chinos, reavivando la guerra comercial que desató en su primera administración. No está claro cómo afectará a la alianza entre Estados Unidos y Japón, que el presidente Joe Biden ha tratado de reforzar durante los últimos cuatro años como parte de su estrategia para hacer frente a una China en ascenso.
En los últimos años, Japón ha renovado su enfoque de la defensa en respuesta a las acciones chinas, aumentando el gasto militar y alejándose del principio de autodefensa. A principios de este año, Japón protestó cuando un avión militar chino penetró en su espacio aéreo, mientras que en verano, un buque de reconocimiento chino navegó por aguas territoriales japonesas.
Wang aceptó la propuesta de Iwaya de entablar un diálogo sobre seguridad entre Japón y China, en el que se intentaría mejorar la comunicación sobre algunas de estas cuestiones.
Iwaya pidió que se levantara cuanto antes la prohibición de importar marisco japonés impuesta por China después de que una empresa japonesa comenzara a verter agua tratada, pero aún radiactiva, procedente de la antigua central nuclear de Fukushima.
Ambas partes acordaron seguir trabajando en este asunto y reanudar las conversaciones sobre las exportaciones japonesas de carne de vacuno y arroz a China.
Japón flexibilizó los requisitos para la obtención de visados, permitiendo la estancia de grupos durante 30 días, frente a los 15 anteriores, y aumentando la validez de los visados turísticos de entrada múltiple de cinco a diez años.
Ambas partes esperan que los intercambios interpersonales contribuyan a mejorar las relaciones.
En este contexto, Iwaya pidió a China que mejore la seguridad de los ciudadanos de su país, tras los recientes ataques a escolares japoneses, y también planteó la detención de varios empresarios japoneses acusados de espionaje. Ambas cosas están haciendo que algunos japoneses duden a la hora de viajar o trabajar en China, dijo.
(Con información de AP)