Cuáles son las armas químicas que Rusia habría utilizado para atacar a Ucrania

Al parecer, se ha producido una detención tras el asesinato de Igor Kirillov, general ruso, el 17 de diciembre en Moscú. Kirillov era el comandante de las Fuerzas de Protección Radiológica, Química y Biológica de Rusia, y se cree que es la figura militar de más alto rango asesinada en Rusia desde que el país invadió Ucrania hace casi tres años.

Los servicios de seguridad ucranianos SBU han reivindicado la autoría del atentado, afirmando que Kirillov era “responsable del uso masivo de armas químicas prohibidas”. Como criminal de guerra era un objetivo legítimo y había sido nombrado en un juicio en rebeldía, dijo el SBU.

El servicio de seguridad ruso emitió un comunicado en el que informaba de que había detenido a un hombre de 29 años de Uzbekistán. Añadió que durante el “interrogatorio explicó que había sido reclutado por los servicios especiales ucranianos”.

La cuestión del presunto uso de armas químicas por parte de Rusia en Ucrania se situó firmemente en la agenda internacional en mayo de 2024, cuando Estados Unidos impuso nuevas sanciones a Rusia, acusándola de recurrir al uso de gas lacrimógeno y cloropicrina, un irritante tóxico inodoro, en el campo de batalla de Ucrania.

Sin embargo, existen informes no confirmados sobre el uso de armas químicas por parte de las fuerzas rusas en el frente desde abril de 2022. De ser cierto, esto sugeriría que el uso de sustancias químicas no surgió simplemente de la necesidad de las fuerzas invasoras de llenar lagunas en el suministro de municiones convencionales al campo de batalla.

Las armas químicas están prohibidas desde hace casi un siglo, desde el protocolo de Ginebra de 1925. La actual convención sobre armas químicas (1993/1997) es uno de los instrumentos de derecho internacional más exitosos, sin duda en términos de alcance geográfico. Sólo cuatro Estados reconocidos por la ONU no han ratificado el tratado, lo que lo hace casi universal.

A diferencia de otros tratados sobre armas, la Convención no sólo prohíbe el uso de armas químicas, sino también su producción y desarrollo. Esto hace que la prohibición sea absoluta: estas sustancias no deben utilizarse para causar daños a los seres humanos en la guerra. Esta prohibición se aplica tanto a los agentes nerviosos extremadamente letales como a los gases lacrimógenos no letales.

El uso de armas químicas por parte del régimen de Assad contra su propia población durante la guerra civil siria también muestra la fuerza de la reacción mundial a favor de la prohibición de su uso.

En agosto de 2013, surgieron informes creíbles de que las fuerzas gubernamentales sirias habían bombardeado a civiles en los suburbios de Ghouta oriental y occidental, controlados por la oposición en Damasco, utilizando sarín o un agente nervioso de grado armamentístico similar.

Los ataques recibieron una enorme condena en los medios de comunicación internacionales y dieron lugar a las únicas intervenciones militares directas de países occidentales contra el régimen de Assad.

Uso en Ucrania

En noviembre de 2024, la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas confirmó la presencia de gas CS (gas lacrimógeno) en muestras recogidas en trincheras de la región de Dnipropetrovsk, en el este de Ucrania. Las sustancias parecen haber sido lanzadas mediante granadas o drones.

El efecto de estos ataques depende en gran medida de si los objetivos los esperan. El gas lacrimógeno y otras sustancias químicas más tóxicas, como la cloropicrina, son mucho más eficaces contra objetivos desprevenidos y desprevenidas que contra un ejército profesional bien equipado.

En el primer caso, provoca una irritación dolorosa en los ojos, los pulmones y la piel, e incluso puede causar incapacitación al inducir ataques de vómitos. Esto deja indefensas a las secciones atacadas en primera línea. Los soldados que huyen son vulnerables.

Para las tropas bien entrenadas y protegidas, es más probable que la cloropicrina cause una irritación leve. Sin embargo, no hay que subestimar sus efectos: el equipo de protección limita los movimientos y la amenaza del gas sigue siendo psicológicamente agotadora. Además, supone una carga adicional para los servicios médicos y aumenta la presión sobre las tropas en rotación.

Se ha informado del uso de diversas sustancias químicas en varios lugares del este y el sur de Ucrania, como Bajmut, Mariupol y Donetsk.

Aunque el supuesto uso de armas químicas por parte de Rusia puede haber supuesto ventajas tácticas a corto plazo, es poco probable que hayan causado cambios significativos en la posición de los frentes.

Enviar un mensaje

Pero el uso de armas químicas es también un mensaje que señala la voluntad de transgredir, no sólo el derecho internacional, sino también las normas internacionales. Es un proceso muy matizado.

En ningún momento los responsables rusos han negado que el uso de armas químicas sea a la vez ilegal e inmoral. De hecho, cuando se les ha acusado de utilizarlas, lo han negado rotundamente y han vuelto las acusaciones contra Ucrania.

Pero en su uso emerge un mensaje de desafío. En el caso de Rusia, sería una confirmación de la voluntad de Putin de desafiar la idea de un orden internacional basado en normas. Esto tiene efectos más allá del campo de batalla, provocando temor en los defensores ucranianos pero también desafiando el propio compromiso de Ucrania de jugar según las reglas.

Al debatir si Rusia se rebajaría al uso de agentes químicos, es importante recordar que esta no es la primera vez que Rusia supuestamente lo ha hecho en el siglo XXI.

En marzo de 2018, el exagente de inteligencia ruso Sergei Skripal y su hija Yulia fueron objeto de un ataque con el agente nervioso novichok en Salisbury, en el suroeste de Inglaterra. Y en 2021, el líder opositor Alexei Navalny fue igualmente envenenado con novichok cuando viajaba de Tomsk a Moscú.

Por su parte, los dirigentes políticos ucranianos siempre han hecho hincapié en su defensa de las normas internacionales y del orden basado en reglas. Pero este asesinato -y la disposición de Kiev a aceptar su responsabilidad- sugiere que puede crear sus propios mensajes de desafío.

Artículo publicado originalmente en The Conversation