Un vehículo irrumpió este viernes en un mercado navideño en la ciudad alemana de Magdeburgo y dejó al menos dos muertos y medio centenar de heridos. Mientras se conocen las terribles imágenes del lugar y la Policía realiza la pertinente investigación, las autoridades no pueden evitar pensar en la posibilidad de un atentado, tal como ocurrió en 2016.
Aquel lunes 19 de diciembre, cerca de las 20.14 horas, un camión embistió contra un mercado navideño en Breitscheidplatz, cerca de la principal avenida comercial de Berlín, dejando 12 muertos y 48 heridos, 18 de ellos en estado grave.
Según los testigos, entre ellos turistas y locales que disfrutaban de la instalación festiva, el vehículo irrumpió en la zona a unos 64 kilómetros por hora y atropelló a decenas de personas y destruyó muchos de los puestos.
Al detenerse, el conductor se dio a la fuga a pie, en dirección al parque Tiegarden. La Policía detuvo, poco más tarde, a un hombre paquistaní a dos kilómetros del lugar pero acabó liberándolo por falta de pruebas.
El entonces ministro del Interior de Alemania, Thomas de Maiziere, sostuvo que “no hay duda de que fue un ataque intencionado”, mientras que la canciller Angela Merkel dijo que “debemos asumir que se trató de un atentado terrorista”.
“Nuestros investigadores suponen que el camión fue intencionalmente dirigido hacia el mercado de Navidad”, informó por su parte la Policía.
Los primeros pasos de la investigación se centraron en las huellas dactilares encontradas en el camión, que apuntaron hacia Anis Amari, un joven tunecino de 24 años que había llegado a Alemania en julio de 2015 en busca de asilo. Este pedido, sin embargo, le había sido negado, por lo que se ordenó su deportación, aunque nunca llegó a ejecutarse por una demora en la documentación requerida para el trámite.
Según los expertos, aquel lunes, poco antes de embestir en el mercado, había robado el camión -registrado en Polonia- y matado a su conductor, cuyo cuerpo dejó en el asiento del acompañante.
Su acusación como principal sospechoso y la teoría de un atentado acabó por confirmarse un día más tarde, cuando el grupo Estado Islámico reivindicó el ataque y sumó que había sido perpetrado por un “soldado” de sus filas. Además, esa misma semana difundió un video de Amari en el que se lo veía declarando su lealtad al grupo.
A partir de estos datos, las autoridades emitieron una orden de captura internacional en su contra y ofrecieron una recompensa de USD 104.000 por información que pudiera conducir a su captura. Se advirtió que contaba con documentos múltiples y que se movía con hasta seis identidades distintas y tres nacionalices.
Cuatro días más tarde, la Policía de Italia dio con él cuando un grupo de oficiales que patrullaban las inmediaciones de la plaza Primo Maggio de Milán le pidieron su identificación. Enseguida, respondió con disparos y, en medio de esa balacera, resultó abatido.
“El hombre muerto en Milán es, sin ninguna duda, el sospechoso del ataque en Berlín. Tan pronto esa persona ingresó a nuestro país como la persona más buscada en el continente, lo identificamos y procedimos a neutralizarlo”, dijo entonces el ministro del Interior, Marco Minitti, que sumó que el tunecino había viajado en tren desde Turín hasta la ciudad.