Es una foto que hizo temblar a la política británica: Elon Musk flanqueado por el político británico Nigel Farage, frente a una pintura con marco dorado de un joven Donald Trump.
Tomada esta semana en la propiedad de Trump en Mar-a-Lago, Florida, la imagen sugirió que Musk, un actor clave en la administración entrante de Estados Unidos, pronto podría dirigir su atención al Reino Unido.
Farage, el principal defensor británico de Trump, confirmó que se están llevando a cabo conversaciones para que Musk haga una importante donación al partido de Farage, Reform UK. El Times of London informó que podría ser de hasta 100 millones de dólares, lo que sería de lejos la mayor donación política en la historia del Reino Unido. Los informes han provocado pedidos de que se endurezcan las normas británicas sobre las donaciones políticas, rápidamente.
“Hablamos de dinero”, dijo Farage a la emisora GB News después de la reunión con Musk. “Es una negociación que volveremos a tener. Él no está en contra de darnos dinero. Todavía no ha decidido por completo si lo hará”.
Gran Bretaña tiene límites estrictos sobre cuánto pueden gastar los partidos políticos en las elecciones, pero pueden aceptar donaciones ilimitadas, siempre que los donantes sean votantes británicos o empresas registradas en Gran Bretaña. La red social X de Musk tiene una filial británica, Twitter UK Ltd., con domicilio social en Londres.
Los críticos afirman que se trata de una laguna jurídica que permite la influencia extranjera en la política británica. El organismo de control del voto, la Comisión Electoral, está pidiendo cambios, entre ellos limitar la cantidad que una empresa puede donar, de modo que no pueda invertir más dinero del que gana en Gran Bretaña.
“Es fundamental que los votantes del Reino Unido confíen en la financiación de nuestro sistema político”, dijo a The Guardian el director ejecutivo de la comisión, Vijay Rangarajan. “El sistema necesita fortalecerse y llevamos pidiendo cambios en la ley desde 2013 para proteger el sistema electoral de la interferencia extranjera”.
El Partido Laborista británico, de centroizquierda, prometió durante la campaña electoral de verano endurecer las normas sobre las donaciones políticas, aunque no está previsto que se apruebe una ley al respecto el próximo año. Dave Pares, portavoz del primer ministro Keir Starmer, dijo el miércoles que ya se está trabajando para “reforzar las salvaguardas existentes” contra “las donaciones por representación inadmisibles”.
Tanto el gobierno laborista como la oposición conservadora de centroderecha están tratando de encontrar la manera de lidiar con Musk, quien se ha interesado mucho en el Reino Unido y aparentemente ha desarrollado una fuerte antipatía por Starmer.
Musk suele publicar en X sobre el Reino Unido, retuiteando críticas a Starmer y el hashtag TwoTierKeir (abreviatura de una afirmación sin fundamento de que Gran Bretaña tiene una “policía de dos niveles”, en la que los manifestantes de extrema derecha reciben un trato más duro que los manifestantes pro palestinos o del movimiento Black Lives Matter). Musk ha comparado los intentos británicos de eliminar la desinformación en línea con los de la Unión Soviética, y durante el verano, cuando se produjo la violencia antiinmigrante en todo el Reino Unido, tuiteó que “la guerra civil es inevitable”.
Farage se ha hecho eco de algunos de esos temas en sus propias publicaciones en las redes sociales y en la agenda anti-“woke” de su partido, que incluye promesas de recortar la inmigración, eliminar los objetivos de energía verde y abandonar la Convención Europea de Derechos Humanos.
Fundado en 2021, Reform UK es el último de una serie de pequeños partidos de extrema derecha liderados por Farage que han tenido un éxito electoral limitado, pero una influencia descomunal en la política británica. La oposición de Farage a la Unión Europea ayudó a impulsar al país a votar en 2016 a favor de abandonar el bloque, una ruptura política y económica trascendental con los vecinos más cercanos del Reino Unido.
Reform UK ganó sólo cinco de los 650 escaños de la Cámara de los Comunes en las elecciones de julio, pero quedó en segundo lugar en docenas más y consiguió el 14% de los votos. Ahora está presionando para lograr un rápido crecimiento, tratando de profesionalizar su organización, que antes estaba en ruinas, y celebrando reuniones en todo el Reino Unido para reclutar nuevos miembros.
Farage, un fuerte comunicador que ha adoptado TikTok y otras plataformas, pretende emular el éxito de Trump al usar el poder de la personalidad y las redes sociales para llegar al “voto masculino”: hombres jóvenes que tradicionalmente tienen menos probabilidades de participar en las elecciones.
Farage dijo a GB News que Musk “ya me ha brindado una ayuda considerable: entendiendo el proceso de principio a fin y llegando a comunidades descontentas que, francamente, sienten que no tiene sentido votar por nadie”.
El poder electoral de las redes sociales quedó en evidencia recientemente en Rumania, donde el candidato de extrema derecha Călin Georgescu surgió de la nada para ganar la primera vuelta de las elecciones presidenciales en noviembre, ayudado en parte por una avalancha de videos de TikTok que promocionaban su campaña. En medio de acusaciones de que Rusia había organizado la campaña en las redes sociales para respaldar a Georgescu, el Tribunal Constitucional de Rumania canceló la segunda vuelta de las elecciones presidenciales dos días antes de su fecha prevista.
Mientras el Partido Conservador británico intenta recuperarse de su peor resultado electoral desde 1832, Farage sueña con convertir al Partido Reformista en la principal oposición –o incluso en gobierno– después de las próximas elecciones, previstas para 2029.
Es una posibilidad remota, pero Rob Ford, profesor de ciencias políticas en la Universidad de Manchester, dijo que una gran donación de Musk podría tener “potencial disruptivo en todo tipo de formas”.
Dijo que el dinero de Musk le daría a Reform “la oportunidad de intentar construir una organización de campaña seria, que es algo de lo que generalmente han carecido”.
“Sin duda, se trata de añadir un nuevo comodín a la baraja de cartas de la política británica”, afirmó Ford. “No nos han faltado novedades sorprendentes en los últimos años. Y quizá ésta sea la próxima”.
(Con información de AP)