Un árbol de Navidad gigante fue iluminado este jueves por un grupo de cristianos que viven en la capital de Siria, Damasco, luego del derrocamiento del dictador Bashar Al-Asad.
En las imágenes compartidas por la agencia Reuters, se puede apreciar el enorme árbol navideño completamente iluminado, mientas los ciudadanos caminan al rededor en medio de la nueva normalidad que se vive en el país, tras el derrocamiento del dictador.
Además del árbol se pueden ver otros adornes y decoraciones igualmente iluminados, típicos de la celebración cristiana y occidental durante la época decembrina.
Siria se encuentra en un momento crucial tras la caída de Al-Asad el pasado 8 de diciembre, un evento que ha marcado el inicio de una nueva era política en el país. El grupo Hayat Tahrir al-Sham (HTS) ha asumido el control, prometiendo proteger los derechos de las minorías religiosas, aunque la incertidumbre persiste entre la población.
En Damasco, el barrio de Bab Touma, conocido por su significativa población cristiana, ha sido testigo de un regreso a las actividades religiosas habituales. Este domingo, numerosos fieles acudieron a las iglesias por primera vez desde el cambio de régimen. Sin embargo, la promesa de HTS de salvaguardar los derechos de las minorías no ha disipado las dudas de muchos ciudadanos sobre el futuro bajo un gobierno islamista. Durante el régimen de Al-Asad, las comunidades religiosas, incluidos cristianos, armenios y musulmanes chiíes, disfrutaban de cierta libertad para practicar sus tradiciones. Ahora, el cambio de poder ha generado temor en algunos sectores, lo que ha llevado a miles de musulmanes chiíes a buscar refugio en el Líbano en los últimos días.
La reconstrucción de Siria tras 13 años de conflicto es uno de los mayores desafíos para las nuevas autoridades. El país enfrenta ciudades devastadas, una economía colapsada y millones de refugiados que viven fuera de sus fronteras. Organizaciones internacionales como la ONU han subrayado que el levantamiento de las sanciones será esencial para facilitar el proceso de recuperación económica y social.
El sistema educativo también intenta volver a la normalidad. Este domingo, la mayoría de las escuelas reabrieron en todo el país, aunque algunos padres decidieron no enviar a sus hijos debido a la incertidumbre general. En una escuela secundaria de Damasco, los estudiantes regresaron a clases, adaptándose a los nuevos símbolos del gobierno, como la colocación de una bandera representativa del grupo HTS en las instalaciones educativas.
Geir Pedersen, enviado especial de la ONU para Siria, se reunió con representantes del gobierno interino para discutir posibles medidas que impulsen la reconstrucción. En sus declaraciones, enfatizó “la necesidad de unidad y cooperación internacional para superar los retos que enfrenta el país”.
El futuro de Siria es incierto, y el camino hacia la estabilidad y la reconstrucción será largo y complejo. La comunidad internacional observa de cerca los desarrollos en el país, mientras las nuevas autoridades intentan establecer un gobierno que pueda satisfacer las necesidades de una población diversa y afectada por años de conflicto.