La reciente retirada de fuerzas y equipos rusos de Siria, junto con un ataque masivo con misiles contra la infraestructura energética de Ucrania el pasado viernes, parece reflejar los esfuerzos del Kremlin por demostrar su fuerza militar después de lo que muchos consideran un fracaso devastador en el conflicto sirio.
El análisis forma parte de una columna de opinión escrita en The Wall Street Journal por Amy Knight.
El colapso del régimen de Bashar al-Assad, apoyado militarmente por Moscú durante casi una década, supone no solo la pérdida de aliados estratégicos en Oriente Medio, sino también el riesgo de perder bases clave como la naval en Tartus y la aérea en Latakia. Esto representa un duro golpe para la imagen de Rusia como potencia global.
La situación en Siria también afecta la posición de Vladimir Putin en el ámbito interno. A lo largo de los años, Putin reiteró su compromiso de respaldar al régimen de Assad. En julio de 2023, recibió al líder sirio en el Kremlin para conversaciones privadas, y hasta el 2 de diciembre, en una llamada telefónica con el presidente del régimen de Irán, Masoud Pezeshkian, expresó un apoyo incondicional hacia Assad.
Sin embargo, según se informa, Assad visitó Moscú el 28 de noviembre para solicitar más apoyo militar contra las fuerzas rebeldes y obtuvo una respuesta negativa del Kremlin.
Críticas y contradicciones desde el Kremlin
El Kremlin ha intentado controlar los daños ocasionados por su fracaso en Siria, pero sus declaraciones han mostrado contradicciones.
El 7 de diciembre, el ministro de Relaciones Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, describió al grupo rebelde Hayat Tahrir al-Sham (HTS), que jugó un papel crucial en la caída de Assad, como una organización terrorista. Sin embargo, al día siguiente, el Ministerio de Relaciones Exteriores ruso lo calificó como un “grupo armado de oposición”.
Según el analista político Maksim Katz, esta inconsistencia pone en evidencia la narrativa cambiante del estado ruso: “La aviación rusa bombardeaba intensamente a los supuestos peores terroristas del mundo, pero de repente... estos bandidos se convirtieron en oposición”.
Una fuente cercana al Kremlin asegura que Putin exigió explicaciones por parte de los servicios de inteligencia rusos sobre cómo no lograron detectar a tiempo la amenaza creciente para el régimen sirio. A pesar de ello, las decisiones finales recaen directamente sobre el presidente ruso, según señaló Knight en su análisis publicado por The Wall Street Journal.
Impacto en la política y reputación de Rusia
Expertos en política exterior cercanos al Kremlin han empezado a reconocer públicamente las consecuencias negativas de la intervención rusa en Siria.
El analista Pyotr Akopov, del medio estatal RIA Novosti, lamentó que en Occidente ahora se afirme que Irán y Rusia sufrieron una “derrota histórica”. Por su parte, el experto en defensa Ruslan Pukhov, quien en el pasado elogió la operación rusa en Siria, criticó la estrategia de Moscú al proteger un régimen que calificó de “decadente y deslegitimado”.
Escribió en el diario Kommersant que este episodio demuestra “las grandes limitaciones de Rusia como potencia para intervenir efectivamente fuera del espacio exsoviético”.
Incluso figuras cercanas al Kremlin han cambiado su postura. En 2015, Fyodor Lukyanov, jefe de un consejo asesor de política exterior ruso, elogió la intervención en Siria como un ejemplo del ascenso de Rusia en la jerarquía internacional. Sin embargo, en un artículo reciente para RT, Lukyanov reconoció que el objetivo simbólico de restaurar el estatus de Rusia como una gran potencia “ya es obsoleto”.
Repercusiones internas y el futuro de Putin
El colapso del régimen de Assad también ha generado nuevos problemas para Rusia. El dictador, a quien se le acusa de crímenes de guerra, se encuentra ahora en Moscú bajo asilo político junto con su familia.
Su presencia podría generar tensiones internas, ya que los combatientes islamistas que participaron en su derrocamiento, muchos provenientes del Cáucaso Norte y Asia Central, podrían regresar a Rusia y convertirse en una nueva amenaza terrorista.
A pesar de las críticas, Putin podría recuperar apoyo interno si logra mantener victorias militares en Ucrania. Pero no parece tan fácil, seún indicó Knight,autora de «The Kremlin’s Noose: Putin’s Bitter Feud With the Oligarch Who Made Him Ruler of Russia».
Los analistas advierten que la caída de Assad pone de relieve la fragilidad de los regímenes autoritarios, incluido el suyo. El autor y crítico ruso Viktor Shenderovich comparó la situación con la de Siria, señalando: “13,5 millones de sirios votaron por Assad en 2021... ¿Dónde están ahora? ¿No estarán entre quienes destruyen sus monumentos y disparan al aire con júbilo?”.
Las consecuencias de este episodio subrayan los desafíos que enfrenta Putin para mantener su posición tanto en el ámbito interno como en el escenario internacional.