El nuevo primer ministro de Francia, el centrista François Bayrou, prometió este viernes, en su primer discurso oficial tras asumir la Jefatura de Gobierno, que hará gala de transparencia y esmero desde el primer minuto de su difícil mandato, asumido de manos de su precedesor, Michel Barnier, destituido en moción de censura por una crisis presupuestaria.
Barnier gobernaba en minoría y esta falta de apoyos derivó en dificultades para aprobar los presupuestos. En este contexto, recurrió al Artículo 49.3 de la Constitución francesa, que contempla la posibilidad de aprobar leyes esquivando la votación parlamentaria a cambio de tener que someterse a una moción de censura, impulsada por la izquierda y respaldada por la extrema derecha, que finalmente no pudo salvar.
“Mi modo de actuar será no ocultar nada, no descuidar nada y no dejar nada de lado”, manifestó Bayrou en la sede de Matignon, tras reconocer la “gravedad” de la situación que acaba de asumir.
“Tenemos el deber, en un momento tan grave para el país, para Europa y ante todos los riesgos del planeta, de afrontar con los ojos abiertos, sin timidez, la situación heredada de décadas enteras” marcadas según para él, por la ausencia de búsquedas “de equilibrios sin los cuales nos resulta difícil vivir”.
Bayrou aprovechó para trasladar un “sentimiento de gratitud” hacia Barnier “por el riesgo” que corrió al desempeñar su mandato y haber afrontado con “demostrado altruismo” las “enormes dificultades, y bien lo sabe Dios”, a las que se enfrenta el país. “Soy consciente del Himalaya de dificultades que tenemos por delante”, añadió, antes de fijar la crisis presupuestaria como el “primero” de estos obstáculos.
Bayrou agregó que su mandato tendrá dos objetivos fundamentales a un nivel macroscópico: derribar “el muro de cristal construido entre los ciudadanos y el poder” y cumplir el “deber de dar oportunidades a quienes no las tienen”.
Barnier, minutos antes, le cedió el testigo tras valorar un breve mandato casi abocado al fracaso. “Sabía desde el primer día que el tiempo de mi gobierno era limitado”, explicó el ya ex primer ministro, expuesto a una “alianza política improbable” que finalmente ha marcado su declive.
La política “no se puede resolver entre nosotros”, afirmó antes de animar a los “jóvenes” a “implicarse”.
El presidente francés Emmanuel Macron nombró este viernes primer ministro al veterano político François Bayrou, de 73 años, con el reto de aglutinar una mayoría parlamentaria que impida su caída y agravar aún más la crisis política.
El presidente del centrista Movimiento Demócrata (MoDem) se convirtió en el cuarto primer ministro de Macron en 2024 y sucedió al conservador Michel Barnier, de 73 años, quien cayó el 4 de diciembre en una moción de censura cuando intentaba aprobar los presupuestos para 2025 tras sólo tres meses en el cargo.
Aunque la presidencia francesa lo defendió como el candidato “más consensual” para “dialogar” con el resto de partidos, salvo de extrema derecha y de izquierda radical, en pos de una “estabilidad”, su nombramiento estuvo en el aire horas antes. Según un allegado del presidente, el centroderechista Macron quería nombrar a uno de sus fieles, su ministro de Defensa Sébastien Lecornu, pero, durante una reunión de casi dos horas en la mañana, el hasta ahora alcalde de Pau, en el suroeste de Francia, amenazó con romper la alianza oficialista.
Y Bayrou no lo tiene fácil. Socialistas, comunistas y ecologistas, aliados de La Francia Insumisa (LFI, izquierda radical) en el Nuevo Frente Popular (NFP), rechazaron entrar en un gobierno de Bayrou, pese a haber aceptado discutir con la alianza de Macron y el partido de derecha Los Republicanos (LR).
Los primeros pidieron en vano un primer ministro de izquierda y un cambio de rumbo de la política del gobierno, máxime cuando su coalición, que se encuentra al borde de la ruptura, ganó los comicios legislativos.
“Al nombrar a uno de sus allegados (...), Macron se arriesga a agravar la crisis política”, advirtieron los socialistas, que llamaron a Bayrou a comprometerse a no aprobar leyes por decreto y a no depender de la ultraderecha para evitar así la censura.
LFI ya anunció que presentará una moción de censura contra Bayrou, mientras que la extrema derecha, que provocó la caída de su predecesor al apoyar una moción del NFP pese a haber rechazado hacerlo inicialmente, dijo que no lo tumbaría “en principio”, si se escuchan sus reivindicaciones.
LR abandonó en septiembre la oposición y ahora condicionó su continuidad en el gobierno al “proyecto” del nuevo primer ministro, quien convocó este viernes al ministro del Interior en funciones, el polémico Bruno Retailleau, para abordar las prioridades de su partido conservador.
La composición del gobierno en los próximos días y su línea política se anuncian clave para su supervivencia. Por ahora, el anterior Ejecutivo ya presentó una “ley especial” para prorrogar los presupuestos de 2024 y poder cobrar impuestos.
Un nuevo fracaso podría agravar la crisis política desatada por Macron en junio con el inesperado adelanto electoral de los comicios legislativos de 2027, que dejaron una Asamblea Nacional (cámara baja) sin mayorías claras y dividida en tres bloques: izquierda, centroderecha y ultraderecha.
Pero la presión es ahora mayor. La segunda economía de la UE cuenta con unos elevados niveles de déficit y deuda públicos para la zona euro, y los frustrados presupuestos de Barnier preveían una fuerte disminución del gasto público para tranquilizar a los mercados.
Aunque Macron podría convocar otras legislativas a partir de julio, todos los partidos piensan ya en la presidencial de 2027, a la que ya no puede presentarse, y buscan evitar acabar vinculados al legado de un presidente impopular, pero sin aparecer como responsables de la inestabilidad política.
El mandatario apostó ahora por un viejo conocido de la clase política. La consagración nacional de Bayrou llegó con su nombramiento en 1993 como ministro de Educación, en un gobierno de derecha durante la presidencia del socialista François Mitterrand. Desde entonces, encadenó los mandatos de diputado, eurodiputado y alcalde y se presentó en 2002, 2007 y 2012 a la presidencial en Francia, sin éxito.
Para la elección de 2017 decidió apoyar a Macron y este le correspondió nombrándolo ministro de Justicia, cargo que abandonó 34 días después por una investigación judicial sobre la contratación fraudulenta de asistentes en el Parlamento Europeo.
En febrero de este año, la justicia condenó a MoDem pero absolvió a su fundador en nombre del “beneficio de la duda”. Aunque la fiscalía recurrió la sentencia, esto no impidió su nombramiento.
(Con información de AFP y EP)