Guyana está revisando un oscuro capítulo de su historia, casi medio siglo después de que el reverendo estadounidense Jim Jones y más de 900 de sus seguidores murieron en el interior rural del país sudamericano. El evento, ocurrido el 18 de noviembre de 1978, sigue siendo el mayor suicidio-asesinato masivo registrado en tiempos recientes.
Ahora, un operador turístico respaldado por el gobierno ha propuesto abrir al público la antigua comuna de Jonestown, lo que ha generado un debate sobre la ética y la conveniencia de transformar el lugar en un destino turístico.
La iniciativa de crear un recorrido por el sitio donde se perpetró la tragedia está encontrando tanto apoyo como rechazo. Mientras algunos consideran que puede ser una forma de preservar la memoria histórica y atraer turismo, otros temen que el proyecto sea una explotación morbosa de una tragedia tan impactante.
El recorrido propuesto llevaría a los visitantes a la remota localidad de Port Kaituma, en el norte de Guyana, un lugar de difícil acceso, solo alcanzable por barco, helicóptero o avión. Desde allí, los turistas tendrían que recorrer a pie los últimos diez kilómetros hasta llegar al asentamiento agrícola abandonado, el sitio donde se encuentra el legado de la tragedia.
Reacciones de los sobrevivientes y críticos
Jordan Vilchez, quien sobrevivió a la tragedia al escapar un día antes de la muerte de su familia, expresó sus sentimientos encontrados sobre la propuesta.
En una entrevista con la agencia de noticias AP, recordó cómo perdió a dos hermanas y dos sobrinos en el evento. En ese día, se encontraba en la capital de Guyana cuando Jones instruyó a cientos de sus seguidores a consumir una bebida envenenada con sabor a uva, que primero se les ofreció a los niños.
La sobreviviente manifestó que, aunque Guyana tiene derecho a beneficiarse de los recuerdos de Jonestown, también cree que “cualquier situación en la que se haya manipulado a personas para que mueran debería tratarse con respeto”.
Vilchez además subrayó la importancia de que cualquier tour de este tipo proporcione un contexto adecuado, explicando por qué tantas personas llegaron a Jonestown en busca de una vida mejor y cómo fueron manipuladas por Jones hacia su trágico destino.
La propuesta también fue criticada por figuras como Neville Bissember, profesor de derecho de la Universidad de Guyana, quien la calificó como una idea “macabra y extraña”.
“¿Qué parte de la naturaleza y la cultura de Guyana está representada en un lugar donde se perpetraron muertes por suicidio en masa y otras atrocidades y violaciones de los derechos humanos contra un grupo sumiso de ciudadanos estadounidenses, que no tenían nada que ver con Guyana ni con los guyaneses?”, escribió.
Respaldo oficial al proyecto
Sin embargo, la Autoridad de Turismo de Guyana y la Asociación de Turismo y Hotelería de Guyana han expresado su respaldo al proyecto. La ministra de Turismo, Oneidge Walrond, afirmó que el gobierno está consciente de las críticas, pero considera que el proyecto podría ser una oportunidad de desarrollo económico para la región.
Walrond subrayó que, si bien la propuesta requiere la aprobación del Gabinete, ya se ha trabajado en la limpieza “para garantizar que se pueda comercializar un mejor producto”. Además, comparó la situación con el proceso de Ruanda, donde el turismo relacionado con el genocidio ha sido una herramienta para la educación y la economía.
La operadora Wonderlust Adventures, que planea gestionar los tours, ha defendido la propuesta, destacando que el turismo oscuro es una tendencia global: “Creemos que ya es hora”, afirmó.
Astill Paul, un antiguo copiloto de un avión que estuvo involucrado en el traslado del representante estadounidense Leo J. Ryan a Port Kaituma antes de su asesinato, también apoyó la creación de un sitio patrimonial en Jonestown.
“Hace años formé parte del consejo de turismo y sugerí que hiciéramos esto, pero el ministro en ese momento rechazó la idea porque el gobierno no quería tener nada que ver con el turismo morboso”, recordó.
A pesar de la controversia, el interés por Jonestown ha crecido en los últimos años. Con el descubrimiento de grandes yacimientos de petróleo y gas en Guyana, el país ha experimentado un auge económico que ha impulsado el crecimiento del turismo. En este contexto, Jonestown podría convertirse en una importante atracción, especialmente si se considera su relevancia histórica.
En la capital, Georgetown, y en otras áreas del país se están desarrollando nuevas infraestructuras, como carreteras, escuelas y hoteles, lo que refleja el dinamismo de un país que busca atraer más visitantes. Sin embargo, hasta ahora, la mayoría de los visitantes de Jonestown han sido periodistas y familiares de las víctimas del suicidio-asesinato masivo.
Desafíos económicos y éticos
Por otro lado, algunas voces, como la de Fielding McGehee, co-director de The Jonestown Institute, alertan sobre las posibles implicaciones económicas de transformar el lugar en un destino turístico. Según McGehee, la zona sigue siendo “muy, muy, muy complicada” y los costos para convertirla en un sitio viable serían exorbitantes. “No veo cómo este proyecto va a ser económicamente viable debido a las enormes cantidades de dinero que se necesitarían”, advirtió.
Además, McGehee señaló que el relato de los sucesos en Jonestown podría verse distorsionado por los testimonios imprecisos de los posibles guías, que han transmitido historias de generación en generación. “Es casi como un juego de teléfono”, dijo. “No ayuda a nadie a entender lo que pasó en Jonestown”.
El experto también destacó que el turismo oscuro es popular y que ir a Jonestown significa que los turistas podrían decir que visitaron un lugar donde más de 900 personas murieron el mismo día. “Es el interés lascivo por la tragedia”, dijo.
Hoy en día, los vestigios de Jonestown incluyen restos de un molino de yuca, un tractor oxidado y algunas ruinas de lo que fueron los edificios principales del asentamiento. La mayor parte del sitio ha permanecido en el olvido, cubierto por la jungla. En las próximas semanas, el futuro de la propuesta dependerá de la decisión de las autoridades guyanesas y de la evolución de las críticas tanto locales como internacionales.
(Con información de AP)