Fuerzas rebeldes lideradas por el grupo Hayat Tahrir al-Sham (Organismo de Liberación del Levante, HTS por sus siglas en árabe) tomaron el control de la prisión de Sednaya, un lugar emblemático de los abusos bajo el régimen de Bashar al Assad, liberando a miles de detenidos mientras consolidaban su posición en Damasco.
En un mensaje difundido en Telegram, los insurgentes declararon el “fin de una era de tiranía en la prisión de Sednaya”, conocida internacionalmente por su historial de abusos y ejecuciones masivas. El Observatorio Sirio de Derechos Humanos, una organización con sede en el Reino Unido que monitorea el conflicto, confirmó que las puertas de la cárcel fueron abiertas “para miles de detenidos que fueron encarcelados por el aparato de seguridad durante todo el régimen”.
Sednaya, situada al norte de la capital siria, ha sido denunciada durante años por organizaciones de derechos humanos como un centro de tortura y ejecuciones extrajudiciales. Conocida como un símbolo de la opresión del régimen, su apertura marca un evento significativo en la rápida ofensiva que puso fin a cinco décadas de gobierno del partido Baath.
Los informes señalan que las fuerzas de seguridad del gobierno abandonaron el recinto antes de la llegada de los insurgentes, quienes transmitieron imágenes mostrando a prisioneros saliendo del complejo.
En uno de los videos que circularon en las redes sociales, varias mujeres y niños aparecen encerrados en una celda. Los insurgentes abren las puertas y se escucha a uno de ellos gritar: “Se ha ido, Bashar al-Assad se ha ido, pueden irse”. Este momento, acompañado de gestos de incredulidad y alivio por parte de las prisioneras, ha sido ampliamente compartido como símbolo del colapso del régimen.
Otro video mostró autobuses transportando a los prisioneros liberados hacia sus hogares. En un tercer video, se vio a cientos de prisioneros desfilar por las calles de Damasco tras su liberación.
Un símbolo de represión
La prisión de Sednaya, ubicada a 30 kilómetros al norte de Damasco, se convirtió en un símbolo de la brutalidad del régimen de Assad. En 2017, Amnistía Internacional publicó un informe titulado “El matadero humano”, en el que detallaba cómo entre 2011 y 2015 entre 5.000 y 13.000 personas, en su mayoría civiles opositores, fueron ejecutadas en secreto.
Según el informe, las ejecuciones eran precedidas por juicios “exprés” que duraban entre uno y tres minutos. Los prisioneros, engañados con la promesa de un traslado a prisiones civiles, eran llevados a un sótano donde se les golpeaba durante horas antes de ser ahorcados. Sus cuerpos eran trasladados en camiones al hospital militar de Tishreen para su registro y posterior sepultura en fosas comunes.
El reporte, basado en entrevistas con ex guardias, detenidos y familiares, también describía torturas físicas y psicológicas, condiciones inhumanas y la falta de notificación a las familias sobre el destino de los prisioneros.
La caída del régimen de Al Assad
La toma de Sednaya ocurre en un contexto de caos generalizado en Siria tras la ofensiva relámpago de los grupos rebeldes, que en apenas diez días atravesaron las líneas gubernamentales y tomaron Damasco.
En la madrugada del domingo, la televisión estatal emitió un video en el que un grupo de hombres anunciaba el derrocamiento de Assad y la liberación de todos los prisioneros. Horas antes, el director del Observatorio Sirio de Derechos Humanos informó que Assad había abandonado el país rumbo a un destino desconocido.
Mientras las fuerzas de oposición llamaron a preservar las instituciones del “estado sirio libre”, imágenes de las celebraciones en Damasco mostraban ciudadanos derribando símbolos del régimen, como retratos de Assad y banderas oficiales.
En declaraciones transmitidas por redes sociales, el primer ministro interino, Mohammed al-Jalali, señaló que su gobierno estaba dispuesto a cooperar con cualquier liderazgo que los sirios eligieran, indicando una posible disposición a facilitar una transición política.
El comandante de las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS), apoyadas por Estados Unidos y lideradas por kurdos, que controlan franjas del noreste del país, saludó el domingo los momentos “históricos” vividos con la caída del “régimen autoritario” de Assad.
El presidente estadounidense, Joe Biden, seguía de cerca los “extraordinarios acontecimientos” que se desarrollaban en Siria, según la Casa Blanca.
El presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, publicó en su plataforma Truth Social que “Assad se ha ido”, y añadió: “Su protector, Rusia, liderada por Vladimir Putin, ya no estaba interesada en protegerlo”.
Durante años, Assad fue apuntalado por Rusia e Irán, mientras que Turquía ha respaldado históricamente a la oposición.
“No puedo creer que esté viviendo este momento”
Las calles de Damasco se llenaron de manifestantes celebrando el fin de un gobierno que se extendió por cinco décadas bajo la familia Assad. “Mis sentimientos son indescriptibles”, dijo a la agencia AP Omar Daher, un abogado de 29 años que perdió a su padre y tiene a su hermano desaparecido en manos del régimen.
Los opositores calificaron la caída de Assad como un momento histórico para Siria. “Es la oración de cada persona oprimida, y Dios la respondió hoy”, expresó Ghazal al-Sharif, una residente de Damasco.
“No puedo creer que esté viviendo este momento”, dijo a la AFP Amer Batha, un habitante de Damasco que lloraba. “Llevamos mucho tiempo esperando este día”, dijo, añadiendo:”Estamos empezando una nueva historia para Siria”.
A pesar de las celebraciones en Sednaya y otras áreas del país, expertos advierten que los desafíos para estabilizar Siria tras años de conflicto son significativos. La estructura fragmentada de los grupos rebeldes y la posible reconfiguración de alianzas internacionales podrían influir en los próximos pasos hacia una eventual reconstrucción y reconciliación.