A medida que la guerra con Ucrania entra en su cuarto año, la economía rusa empieza a mostrar signos de debilitamiento, provocando roces entre las élites económicas del país. Según los últimos datos oficiales, diversas industrias han dejado de crecer, y algunas incluso han experimentado una caída desde octubre. Esta desaceleración ha impactado directamente al rublo, que alcanzó su nivel más bajo en dos años la semana pasada, mientras las empresas rusas enfrentan dificultades para conseguir préstamos o cobrar a sus clientes.
El gobierno de Vladimir Putin ha seguido inyectando grandes sumas de dinero en la economía para financiar la guerra, pero esto no ha logrado evitar que el crecimiento proyectado para 2024 se reduzca a apenas entre un 0,5 y un 1,5%, una fuerte disminución frente al 3,5-4% que se esperaba para este año. En un intento por frenar la inflación, el Banco Central de Rusia subió su tasa de interés a un 21% en octubre, la cifra más alta desde la caída de la Unión Soviética. Sin embargo, el impacto de estas medidas no ha sido suficiente para mantener la economía en crecimiento, informó The New York Times.
La presión sobre el Banco Central ha aumentado considerablemente, y las críticas provienen ahora no solo de los sectores más industriales, sino también de economistas cercanos al gobierno. Muchos acusan a la presidenta del Banco Central, Elvira Nabiullina, de estar estrangulando la economía con sus elevadas tasas de interés. Aunque Nabiullina defiende su estrategia como necesaria para reducir la inflación y estabilizar la economía a largo plazo, la disconformidad con su enfoque se ha intensificado. Incluso el primer ministro Mikhail Mishustin se unió a las críticas, señalando que las altas tasas están perjudicando las inversiones en el país.
Por otro lado, un informe de noviembre del Centro de Análisis Macroeconómico alertó que Rusia está al borde de una estanflación, con un crecimiento económico estancado y una inflación persistente. La mitad de las empresas rusas afirman que la falta de acceso a préstamos está frenando su expansión. Esta crítica, que proviene de un grupo cercano a Andrei Belousov, asesor económico de Putin, se ha interpretado como una señal de que la influencia de Nabiullina en el Kremlin podría estar disminuyendo.
Las tensiones entre el Banco Central y los industriales no se limitan a los informes de los economistas. La Unión Rusa de Industriales y Empresarios (R.S.P.P.) también ha expresado su frustración, revelando que un 36% de sus miembros no pudieron cobrar a sus clientes en el tercer trimestre del año, un incremento significativo respecto al año anterior. En un informe filtrado a los medios, la R.S.P.P. sugirió que el Banco Central debería coordinar sus políticas con el gobierno, un llamado que subraya el creciente conflicto por la autonomía de la institución.
“Está claro que si eres un empresario en Rusia que no fabrica, por ejemplo, misiles balísticos, entonces estás pasando por un momento difícil”, dijo Alexander Kolyandr, un experto en economía rusa del Centro de Análisis de Políticas Europeas, a The New York Times.
“Pero como no puedes luchar contra la causa raíz, luchas contra los síntomas”, agregó.
La caída del rublo, impulsada por las sanciones estadounidenses a los bancos rusos, ha contribuido a la inflación, aumentando aún más los costos de las importaciones y debilitando la efectividad de las medidas de Nabiullina. A pesar de estos desafíos, algunos economistas consideran que la economía rusa no colapsará en el futuro cercano. Los salarios reales continúan superando la inflación, mejorando el nivel de vida de los ciudadanos, lo que mitiga el impacto de la desaceleración económica sobre la población general.
“Hoy nos encontramos por primera vez en una situación en la que prácticamente se están utilizando todos los recursos de la economía”, dijo Nabiullina a los legisladores rusos en noviembre. “Los llamamientos a posponer la reducción de la inflación se basan en el argumento de que hoy la estabilidad microeconómica es menos importante, que se puede comprometer en favor de un salto económico forzado”.
“Estoy convencida de que es al revés: hoy debemos valorar la estabilidad como nunca antes”, añadió la presidenta del Banco Central.
El gobierno, por su parte, sigue contando con diversas fuentes de financiamiento, como el aumento de impuestos a las empresas y las personas adineradas, además de recurrir a su fondo soberano. Sin embargo, los expertos advierten que el modelo económico a corto plazo impulsado por el Kremlin podría tener consecuencias a largo plazo, ya que la élite empresarial está priorizando ganancias inmediatas en lugar de inversiones sostenibles, lo que podría socavar la estabilidad económica futura del país.