El régimen sirio, encabezado por Bashar al Assad, ha intensificado las operaciones militares en la provincia de Hama, considerada un punto estratégico clave, tras los rápidos avances de una coalición de fuerzas rebeldes lideradas por el grupo yihadista Hayat Tahrir al-Sham (HTS). Este grupo, que cuenta con respaldo de Turquía, lanzó la semana pasada una ofensiva masiva que ha desafiado el control gubernamental en zonas clave del norte del país, incluida la ciudad de Alepo, la segunda más grande de Siria y antiguo centro económico.
Según un comunicado emitido por las Fuerzas Armadas Sirias, las tropas del régimen, con el apoyo de las fuerzas aéreas rusas, están ejecutando maniobras en los alrededores de Alepo, Hama e Idlib, con el objetivo de cercar a los insurgentes, cortar sus líneas de suministro y preparar un contraataque. Las operaciones aéreas han causado “decenas de muertos y heridos” entre las filas opositoras, además de la destrucción de varios depósitos de armas y drones, según la agencia estatal SANA.
En este contexto, el Ejército sirio ha comenzado a movilizarse en múltiples frentes, incluyendo las zonas rurales de Alepo, Hama e Idlib, con el objetivo de cercar a los insurgentes y expulsarlos. “Nuestras fuerzas se encuentran listas para instalar nuevos puntos de concentración y preparar el próximo ataque,” declaró la Comandancia General del Ejército y de las Fuerzas Armadas.
El avance de los rebeldes, que comenzó el pasado miércoles bajo la operación denominada “Disuasión de la agresión”, es uno de los más significativos en los últimos años de la guerra civil siria, que ya lleva más de 13 años y ha dejado alrededor de 500.000 muertos y millones de desplazados. En cuestión de días, los insurgentes han logrado tomar gran parte de la provincia de Idlib y la ciudad de Alepo, además de posicionarse cerca de la estratégica autopista M5, que conecta el norte del país con la capital, Damasco.
Entre los logros más destacados de la ofensiva, los insurgentes han capturado la principal estación de bombeo de agua de Alepo, que ahora se encuentra fuera de servicio. Asimismo, los combates han obligado a miles de personas a huir de la ciudad, generando largas filas de vehículos en las carreteras de salida y una grave escasez de combustible en las estaciones de servicio de la región.
Hayat Tahrir al-Sham, principal actor en esta ofensiva, es un grupo considerado terrorista por la ONU y Estados Unidos. Liderado por Abu Mohammed al-Golani, rompió formalmente sus vínculos con Al Qaeda en 2016, aunque sigue enfrentando acusaciones de extremismo. En los últimos años, HTS ha buscado legitimidad internacional y acercamiento con Turquía, a la vez que mantiene su control sobre Idlib, su bastión principal.
Ante el avance de los insurgentes, el régimen de Al Assad ha redoblado esfuerzos para establecer una línea defensiva en Hama, clave para frenar el acceso a la región central y evitar que los insurgentes continúen hacia el sur del país. Al Assad cuenta con el apoyo de Irán, Hezbollah y milicias chiíes iraquíes, además de las fuerzas aéreas rusas, que han intensificado los bombardeos en zonas rebeldes.
Las fuerzas gubernamentales han reportado la muerte de cientos de insurgentes, pero enfrentan una creciente presión militar en múltiples frentes. En Idlib, las carreteras están salpicadas de vehículos abandonados por las tropas del régimen, mientras que en Alepo, los rebeldes han logrado consolidar su control sobre instalaciones militares clave y municiones.
Analistas advierten que, si el régimen no logra detener el avance insurgente, la situación podría desencadenar un cambio significativo en el equilibrio del poder en Siria. Según Charles Lister, del Middle East Institute, el conflicto tiene el potencial de desestabilizar aún más la región, con el riesgo de que actores como el Estado Islámico busquen aprovechar la situación para reorganizarse.
Un llamado internacional a la desescalada
La creciente violencia ha provocado alarma internacional. Estados Unidos y sus aliados europeos, entre ellos Francia, Alemania y el Reino Unido, han instado a una “desescalada inmediata” y a garantizar la protección de civiles e infraestructuras esenciales. Mientras tanto, la población en zonas afectadas sigue enfrentando un escenario de incertidumbre, con desplazamientos masivos y un acceso limitado a recursos básicos.
El desenlace de la batalla por Hama será crucial para determinar si el régimen de Bashar al Assad logra contener esta nueva amenaza o si la guerra civil siria entra en una fase aún más caótica e impredecible.