La Policía de Kosovo detuvo este sábado a ocho personas sospechosas de estar relacionadas con los recientes disturbios en el norte del país, e incautó más de una decena de armas en varias localidades de la zona, aunque todos los acusados fueron liberados a las pocas horas por falta de pruebas.
Según declaró el ministro del Interior, Xhelal Svecla, los individuos fueron señalados precisamente por estar vinculados y/o incitar los recientes ataques en Ibër-Lepenci, un pueblo de Varage, en el municipio de Zubin Potok, donde este viernes, cerca de las 18:00 horas, se produjo una explosión “fuerte y potente” en la red de suministro de agua, que provocó la interrupción temporal del servicio y la refrigeración de dos centrales térmicas de carbón.
Los primeros datos de la investigación expusieron que para provocar la explosión “se colocaron entre 15 y 20 kilogramos de explosivos en una bolsa negra y se activaron mediante un detonador mecánico a través de un fusible de lenta combustión”, por lo que la Policía realizó una serie de allanamientos en la zona, en los que incautó más de 200 uniformes militares, seis lanzagranadas, tres granadas, cuatro rifles AK47, cuatro pistolas, una escopeta de caza, municiones de diferentes calibres, mechas para activar explosivos, máscaras, cuchillos y dinero, que se creen relacionados con este caso.
Previamente, este jueves, se había reportado el lanzamiento de una granada contra un edificio municipal.
Ambos incidentes fueron considerados atentados terroristas y desataron una importante investigación, que se extendió a diez localidades de la zona, pobladas mayoritariamente por serbokosovares, y llevó a las autoridades locales a cargar contra el Gobierno de Serbia, al que acusó de estar detrás de este incidente.
“Se trata de un ataque criminal y terrorista, destinado a dañar nuestra infraestructura crítica (...) Creemos que proviene de bandas orquestadas y dirigidas por Serbia”, dijo sin dudar el primer ministro kosovo, Albin Kurti, durante una rueda de prensa, aunque sin presentar pruebas al respecto.
El ministro de Exteriores serbio, Marko Djuric, sin embargo, respondió a los señalamientos de la contraparte y los consideró “infundados”.
“Esas acusaciones infundadas socavan los esfuerzos por entablar un diálogo constructivo y solo sirven para aumentar las tensiones en una situación ya de por sí delicada”, comenzó diciendo antes de advertir que las acciones podrían ser, en realidad, una estrategia de Pristina: “Aunque el régimen eternonacionalista de Kurti se ha apresurado a señalar a Belgrado sin pruebas, creemos que esas acusaciones prematuras son una maniobra deliberada que podría señalar la participación del régimen de Albin Kurti”.
Por su parte, el presidente Aleksandar Vucic aseguró que su país no tuvo nada que ver con este incidente y, por tanto, cuestionó: “¿Qué debería justificar si saben que no fuimos nosotros quienes lo hicimos? No planeo correr a los medios internacionales y disculparme por algo que no hicimos”.
En medio de esta escalada de tensiones entre las partes, que llevan años enfrentadas, el alto representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores, Josep Borrell, extendió su solidaridad y apoyo a Kosovo, y pidió una investigación para esclarecer lo ocurrido.
“Se trata de un acto despreciable de sabotaje contra la infraestructura civil fundamental de Kosovo, que proporciona agua potable a una parte considerable de la población de Kosovo y es un componente vital de su sistema energético. La UE hace un llamamiento a todas las partes interesadas para que cooperen plenamente con las autoridades de Kosovo y seguirá de cerca la evolución de la situación”, apuntó el funcionario europeo.
(Con información de EFE)