En 1998, una clase de cuarto grado de la escuela primaria católica St. John the Baptist, en Belle River, Ontario (Canadá), emprendió una actividad que parecía ser solo un ejercicio más en el aula. Guiados por su maestro, Roland St. Pierre, los estudiantes leyeron Paddle-to-the-Sea, un libro infantil que narra el viaje de una canoa tallada a mano a través de los Grandes Lagos y hasta el océano.
Inspirado por esta historia, el profesor diseñó una tarea: escribir mensajes donde los niños se presentaban y compartían lo que habían aprendido sobre los Grandes Lagos.
Cada carta, cuidadosamente escrita y sellada dentro de botellas con cera, fue lanzada al agua desde el muelle del río Belle, rumbo al lago St. Clair. Aunque algunas botellas fueron encontradas poco después, otras parecieron desaparecer en el tiempo.
Unos 26 años más tarde, un estudiante de jardín llamado River Vandenberg descubrió una de estas botellas en las orillas del lago St. Clair mientras exploraba con su abuela.
Intrigados, abrieron la botella y hallaron una carta sin fecha firmada por una niña de 9 años, Makenzie Morris, quien estudiaba en la misma escuela. El mensaje pedía a quien lo encontrara que se pusiera en contacto con el colegio de origen: St. John the Baptist.
La botella regresó a su origen académico y fue leída en voz alta en la clase de cuarto grado. Entre los alumnos se encontraba Scarlet Van Eyk, hija de Makenzie, quien reconoció el apellido de soltera de su madre.
“Me quedé con la boca abierta y todos decían: ‘¿Quién es esa? ¿Quién es esa?’. Y yo respondí: ‘Mi madre’”, dijo Scarlet a CBC News, medio de Canadá, sorprendida al descubrir que su madre había escrito esa carta cuando tenía su misma edad.
Así, un proyecto escolar aparentemente olvidado conectó a dos generaciones en un emotivo círculo que comenzó en el aula y terminó en el mismo lago que alguna vez fue testigo de su origen.
Qué decía la carta
A pesar del tiempo que pasó hasta que reencontraran el mensaje, lo escrito estaba intacto. La botella realmente funcionó como una capa protectora y se podía leer claro lo escrito. La carta decía: “Esta carta es de Makenzie Morris y asisto a la escuela St. John the Baptist. Estoy en cuarto grado en la clase del Sr. St. Pierre”.
“Mi carta trata sobre el agua en los Grandes Lagos. Leímos un libro llamado Paddle-to-the-Sea. Era un libro muy bueno. La historia trataba sobre un niño que talló una figura de madera con forma de remos y la puso en el agua, y viajó por todos los Grandes Lagos. ¿Sabías que la palabra “Grandes Lagos” se deletrae “HOGARES”? Me pareció muy interesante”, continuaba.
Y cerró: “En la escuela aprendí que el agua tiene que pasar por ciclos para eliminar todas las sustancias nocivas, como los gérmenes y muchas otras cosas. El agua ha estado ahí desde que Dios creó el mundo. ¿No es curioso pensar que tal vez estés bebiendo la misma agua que bebió Jesús? PD: Comuníquese con nosotros en la escuela St. John the Baptist. De Makenzie Morris”.
Las reacciones de los protagonistas
El hallazgo de la botella despertó una oleada de emociones en quienes formaron parte de esta historia, tanto en el pasado como en el presente. Makenzie quedó atónita al recibir la noticia. La escuela la contactó con una llamada inesperada que comenzó con la frase: “¿Tienes un par de minutos?”, según contó en diálogo con Good Morning America, medio estadounidense.
Ante el nerviosismo inicial, Makenzie pronto se enteró de que la carta que había escrito 26 años atrás había sido encontrada. “Cuando me enteré de que habían encontrado la carta, me sorprendí mucho, algo que no esperabas que sucediera 26 años después. Que la encontraran, especialmente un niño que va a esta escuela, fue realmente emocionante y memorable”, contó.
Por su parte, el antiguo maestro de Makenzie, St. Pierre, también vivió un momento emotivo al enterarse del descubrimiento. Ahora jubilado, el profesor recordó claramente el proyecto del mensaje en la botella y lo describió como una experiencia inolvidable para su clase.
“Las coincidencias de esta historia... el hecho de que Scarlet esté en cuarto grado en la misma escuela que su madre cuando la escribió. El niño que encontró la botella también fue educado por su padre. ¡Qué coincidencia!”, exclamó el ex profesor en Good Morning America.
Luego, agregó: “Podría haber sido cualquiera quien encontrara la botella o no haberla encontrado nunca. Es un poco extraño, sin duda”.
La conexión entre pasado y presente se extendió también al joven Vandenberg, el niño que encontró la botella, y su abuela, quienes no imaginaron la trascendencia del hallazgo. River aseguró en CBC News: “Pensé que era un mapa para matar a un sepulturero o algo así”.