Irán envió un mensaje escrito a la administración de Joe Biden asegurando que no planea asesinar al ex presidente Donald Trump, según funcionarios estadounidenses citados por The Wall Street Journal. Esta comunicación, que tuvo lugar el pasado 14 de octubre, respondió a una advertencia previa de Estados Unidos en septiembre, que subrayó la consideración de que cualquier intento contra la vida de Trump sería tratado como un acto de guerra. Esta acción busca disminuir las tensiones entre Teherán y Washington en un contexto delicado, ya que Trump se encontraba en plena campaña electoral.
La amenaza de venganza de Irán hacia Trump tiene sus raíces en el ataque con drones ordenado en enero de 2020 que resultó en la muerte de Qassem Soleimani, quien era el líder de la Fuerza Quds. “Los funcionarios estadounidenses dicen que Irán también ha tratado de dañar a otros funcionarios de la administración Trump involucrados en la operación Soleimani”. La situación se complicó en agosto pasado cuando un hombre paquistaní con aparentes vínculos iraníes fue acusado de conspirar para matar a Trump, hecho que llevó a reforzar la seguridad del ex presidente.
El temor por las acciones iraníes también afecta a otros exfuncionarios del equipo de Trump, como el ex secretario de Estado Mike Pompeo, el ex enviado a Irán Brian Hook y el exasesor de seguridad nacional John Bolton, quienes continúan bajo protección del Servicio Secreto debido a las amenazas. La administración Biden aumentó la protección de Trump en julio después de obtener información sobre el supuesto complot.
En medio de estas tensiones, el régimen ha negado reiteradas veces las acusaciones de conspirar para asesinar a Trump. En declaraciones recientes, el ministro de Asuntos Exteriores, Abbas Araghchi, calificó tales acusaciones como una “comedia de tercera categoría”. Según dijo, los funcionarios estadounidenses aseguran que “la respuesta iraní, que no fue firmada por un funcionario específico, repitió la acusación de Teherán de que Trump había cometido un delito”.
En agosto, fiscales federales presentaron cargos contra un hombre paquistaní con vínculos con Irán, acusado de conspirar para asesinar al ex presidente Donald Trump. Este hecho motivó a las autoridades a aumentar las medidas de seguridad del republicano mientras realizaba su campaña electoral. Según informan fuentes estadounidenses, el intercambio comunicativo entre los gobiernos de Teherán y Washington surgió como respuesta a una advertencia privada enviada por la administración Biden en septiembre. Este mensaje subrayaba que las amenazas contra Trump eran un problema de seguridad nacional de primer orden.
El 14 de octubre, Irán ofreció, por escrito, garantías a la administración Biden de que no intentaría atentar contra la vida del exmandatario. Dicho contenido no había sido reportado con anterioridad y pretendía atenuar las tensiones existentes entre ambos países mientras Trump se preparaba para un posible regreso a la Casa Blanca. La afirmación de que cualquier intento por acabar con la vida de Trump sería interpretado como “un acto de guerra” fue enfatizada por representantes estadounidenses en el contexto de esta comunicación secreta.
Además, la semana pasada, el Departamento de Justicia de Estados Unidos expuso detalles sobre las acusaciones dirigidas hacia agentes iraníes, quienes habrían estado involucrados en planes para asesinar al ex y futuro presidente estadounidense. Este tipo de acciones han sido descritas por ciertos funcionarios como intentos persistentes de Irán por atacar a Trump.
El mensaje de Teherán se produjo después de un ataque con misiles iraníes del 1 de octubre contra Israel y antes de que Israel tomara represalias con ataques aéreos contra sitios de defensa aérea iraníes e instalaciones de producción de misiles el 26 de octubre. El Pentágono dijo que no jugó ningún papel en el ataque israelí, pero la administración Biden había aumentado las fuerzas en la región antes de los ataques aéreos israelíes.
“Irán no puede lanzar globos sonda para un acercamiento mientras conspira para eliminar a sus potenciales socios negociadores. Es como extender una mano para llegar a un acuerdo mientras sostiene una espada en la otra”, comentó Ali Vaez, asesor senior en Washington del grupo Crisis Group. Este análisis destaca las dificultades en la relación entre Estados Unidos e Irán, especialmente en el contexto de las elecciones presidenciales en Estados Unidos.
Mientras el electorado estadounidense se preparaba para unas elecciones presidenciales cruciales, las autoridades expresaron su confianza en que el mensaje de Washington había llegado a los líderes iraníes. Sin embargo, no confirmaron si se utilizó a Suiza como intermediario para transmitir el mensaje, al ser el país que representa los intereses estadounidenses en Irán.
El presidente Donald Trump dejó clara su postura respecto a Irán: no deseaba un cambio de régimen en Teherán ni un conflicto bélico, aunque afirmó que Irán no debería desarrollar armas nucleares. Durante los últimos días de campaña, Trump se mostró conciliador, sugiriendo un posible acercamiento en su segundo mandato.
Cercanos a los funcionarios en Teherán indican que el gobierno iraní buscaba evitar confrontaciones con la administración de Trump, conscientes del impacto negativo que la estrategia de máxima presión del primer mandato tuvo en la economía iraní. Pese a ello, oficialmente, la misión iraní en Nueva York evitó hacer comentarios al respecto.
Este intercambio de mensajes y posturas se da en un momento crítico, dejando incógnitas sobre si la respuesta de Irán fue comunicada al presidente electo. La situación subraya la complejidad de las relaciones internacionales y las cautelas diplomáticas habituales entre estos dos países.
Irán ha sido acusado de estar detrás de varios asesinatos y atentados, acciones atribuidas a sus extensas redes de agentes presentes en todo el mundo. A pesar de enfrentamientos recientes con Israel que han debilitado a las fuerzas proiraníes, el foco se encuentra ahora en sus relaciones con Occidente. Actualmente, el jefe de la ONU para asuntos nucleares, Rafael Grossi, visita Irán con el objetivo de mejorar la cooperación en la supervisión nuclear. Este gesto podría ser visto como un paso hacia el cumplimiento de la promesa del presidente Masoud Pezeshkian de revitalizar la economía iraní eliminando las sanciones.
Desde que Donald Trump se retiró del acuerdo nuclear en 2015, el programa nuclear de Irán ha avanzado notablemente, acercándose a la capacidad de producir armamento nuclear. En este contexto, las preocupaciones de Estados Unidos y sus aliados occidentales son cada vez más palpables. Autoridades estadounidenses advierten que Irán podría ensamblar un arma nuclear en meses. A pesar de esto, Pezeshkian, tras dialogar con Grossi en Teherán, insistió: “No hemos intentado, ni intentaremos, producir armas nucleares de ninguna manera”.
La postura iraní y su disposición a cooperar con la agencia atómica de la ONU buscan mitigar estas tensiones, y profundizan en el propósito central de su estrategia diplomática hacia Occidente. Sin embargo, resta por ver cómo se concretarán estas intenciones en acciones concretas que pudieran satisfacer las demandas internacionales.
Nephew resaltó que, aunque se elimine la cuestión de los asesinatos, lograr un acuerdo sobre el programa nuclear de Irán seguiría siendo extremadamente difícil. Richard Nephew, antiguo miembro del equipo de la administración Biden encargado de intentar revivir el acuerdo nuclear con Irán, subrayó que las garantías ofrecidas por Teherán no reducirán las dificultades para restablecer conversaciones significativas con la administración Trump. Afirmó que “nadie debería engañarse a sí mismo” sobre los desafíos que implica alcanzar un acuerdo nuclear, considerando la situación actual del programa iraní y los antecedentes del acuerdo nuclear.
Estas declaraciones de Nephew ponen en relieve las complejidades y desafíos intrínsecos en el proceso de negociación con Irán, más allá de las tensiones debidas a acciones pasadas. Teherán ha proporcionado ciertas garantías, pero según palabras del exfuncionario de la administración de Biden, esas garantías son insuficientes para facilitar el camino hacia un diálogo efectivo y productivo.