Jane Doe, una mujer que asegura haber trabajado en Harrods a mediados de los noventa, presentó esta semana una devastadora demanda en un tribunal de Connecticut. En la denuncia, que ya sacude tanto al Reino Unido como a Estados Unidos, la mujer afirma que fue “violada y abusada brutalmente” durante los años que trabajó en la emblemática tienda londinense, propiedad en esa época del fallecido magnate egipcio Mohamed al-Fayed. La víctima, que ha mantenido su nombre en el anonimato por temor a represalias, sostiene que al iniciar su empleo como joven vendedora, fue transferida rápidamente al programa de capacitación ejecutiva de Harrods tras una entrevista con el propio Al-Fayed. De ahí en adelante, su vida se transformó en una pesadilla de abusos y manipulación. “No podía escapar”, dice el documento presentado por sus abogados.
La demanda expone detalles de los supuestos abusos y encubrimientos que estarían enraizados en la cultura laboral de Harrods bajo la administración de Al-Fayed. La declaración menciona un traslado en helicóptero privado de Harrods y vuelos en el jet de la compañía, en los que Doe afirma haber sido traficada y sometida a violencia sexual. Además, ella apunta que fue obligada a someterse a un examen médico, incluyendo una prueba de VIH. Cada aspecto de su día, sugiere, estaba vigilado, sin que Doe pudiera oponerse: bajo amenazas de represalias y un acuerdo de confidencialidad que la ataba al silencio incluso frente a las autoridades, informó The New York Times.
Mohamed al-Fayed y su imperio de tiendas
Para Mohamed al-Fayed, Harrods fue mucho más que una tienda de lujo. Era su símbolo de poder y prestigio en el Reino Unido, un país en el que deseaba abrirse paso en las altas esferas. Nacido en Egipto y conocido por su personalidad excéntrica, Al-Fayed compró Harrods en 1985 junto a sus hermanos, Ali y Salah Fayed. Durante las décadas que la dirigió, hasta que vendió el negocio en 2010, consolidó su figura en la sociedad británica y la conexión con la realeza; su hijo Dodi al-Fayed mantuvo un romance con la Princesa Diana, y ambos murieron en el fatídico accidente de 1997 en París, un suceso que para Mohamed al-Fayed siempre estuvo envuelto en teorías de conspiración.
Entre la élite británica, al-Fayed se movía con astucia, empleando su fortuna para conquistar una red de influencias que iba desde el entretenimiento hasta el círculo real. El propietario de Harrods, siempre carismático pero polémico, fue visto por muchos como una figura audaz y sin reservas, pero en los últimos años se han multiplicado los testimonios sobre un supuesto lado oscuro de su administración en la tienda, con Jane Doe y otros antiguos empleados revelando detalles de presuntos abusos sexuales y tráfico de personas a gran escala. A raíz de estas acusaciones, algunos medios ya lo comparan con figuras como Harvey Weinstein y Jeffrey Epstein.
El pasado viernes, la policía de Londres pidió a su órgano supervisor que examine las denuncias presentadas sobre su gestión de las investigaciones de presuntos abusos sexuales cometidos Al-Fayed.
“En las últimas semanas, dos víctimas expresaron su preocupación por la forma en que se trataron sus testimonios, y es totalmente apropiado que el OIPC evalúe estas denuncias”, declaró Stephen Clayman, del equipo especializado en delincuencia del Ministerio de Justicia.
La policía metropolitana de Londres declaró que “examina activamente 21 testimonios presentados antes de la muerte [en agosto de 2023] de Mohamed Al Fayed para determinar si es posible adoptar medidas de investigación adicionales o si hay cosas que pudieran haberse hecho mejor”.
Más de 400 mujeres y testigos denunciaron en las últimas seis semanas abusos sexuales por parte de Mohamed Al Fayed, fallecido en agosto de 2023 a los 94 años.
Los testimonios se presentaron tras la emisión en septiembre de un documental de la BBC en el que se denunciaron múltiples violaciones y agresiones sexuales por parte del empresario egipcio. El grupo “Justicia para los Supervivientes de Harrods” dijo haber recibido 421 denuncias, principalmente
Ali Fayed y su complicidad
El impacto de la demanda no solo alcanza a Mohamed al-Fayed, sino también a su hermano Ali Fayed, ex director de Harrods y actual presidente de Turnbull & Asser, una sastrería británica que provee a la realeza. Jane Doe y su equipo legal, dirigidos por la abogada Linda Singer, argumentan que Ali tiene “conocimiento único y esencial” sobre los actos cometidos en Harrods, que habrían sido encubiertos sistemáticamente por la administración. Doe menciona que Ali bromeaba sobre su trabajo y que incluso lo escuchó hacer arreglos para que otras mujeres estuvieran disponibles para él en Londres.
La solicitud ante el tribunal de Connecticut no busca acusar directamente a Ali Fayed, sino obtener información crucial para una demanda que Doe quiere presentar en Reino Unido. Según sus declaraciones, Ali estaba al tanto del tráfico de mujeres y de los abusos perpetuados por su hermano, y “posee pruebas críticas sobre la dirección y conocimiento de un esquema de tráfico que hirió irrevocablemente a más de cien mujeres”. De prosperar la petición, un juez podría obligar a Ali Fayed a testificar y a entregar documentos relacionados con el caso, documentos que podrían ser devastadores para la imagen de la familia Fayed y de Harrods.
Harrods, que pasó a nuevas manos en 2010, ha intentado distanciarse de los alegatos de abusos durante la gestión de Al-Fayed. En septiembre, tras la transmisión de un documental de la BBC en el que 20 ex empleados denunciaron abusos a manos del ex propietario, la empresa emitió un comunicado lamentando el dolor de las víctimas y reconociendo que había fallado en proteger a sus empleados. Desde entonces, la tienda ha lanzado un programa de compensación para sus antiguos trabajadores, pero las acusaciones siguen creciendo.
Por su parte, la compañía Turnbull & Asser, al ser contactada para una declaración, se negó a hacer comentarios directos sobre las acusaciones contra su presidente, Ali Fayed, aunque aclaró que remitirían el asunto a su equipo. Las reacciones públicas han sido intensas: en el contexto del movimiento #MeToo y de las revelaciones sobre otras figuras influyentes involucradas en tráfico sexual, este caso ha reavivado la ira y el escrutinio en torno a las prácticas de figuras poderosas que, según los críticos, han evadido la justicia hasta ahora.