Transformaciones y tensiones globales: cuáles son las cuatro fuerzas que reconfiguran el mundo actual

Sebastián Puig, analista del Ministerio de Defensa español, explica cómo en un planeta marcado por tensiones geopolíticas crecientes, un envejecimiento poblacional, avances tecnológicos y una crisis ambiental, hay factores que se entrelazan creando un entorno cada vez más incierto y desafiante

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  • Sebastián Puig, analista del Ministerio de Defensa español, identifica cuatro fuerzas clave: geopolítica, demografía, tecnología y medio ambiente.
  • Las rivalidades crecientes entre EEUU, China y Rusia transforman la geopolítica, mientras que el envejecimiento poblacional impacta sobre las economías avanzadas.
  • Las tensiones tecnológicas y la crisis ambiental complican la cooperación global, advierte Puig.

Lo esencial: según el analista, el mundo vive cambios drásticos impulsados por la geopolítica, marcada por el conflicto, y la demografía, con el envejecimiento poblacional en países ricos y un boom demográfico en regiones como África subsahariana. La tecnología, con la automatización y la IA, redefine empleos y plantea dilemas éticos, mientras que la crisis ambiental agrava disputas por recursos estratégicos. Puig advierte que estas fuerzas están interconectadas y señala la necesidad urgente de reformas institucionales globales para gestionar un mundo donde la incertidumbre es la norma.

Por qué importa: entender estas dinámicas es crucial para anticipar conflictos futuros y adaptar políticas de seguridad y economía.

“Vivimos tiempos confusos y volátiles, con crisis más agudas y cambios rápidos”, afirma Puig (Getty Images)
“Vivimos tiempos confusos y volátiles, con crisis más agudas y cambios rápidos”, afirma Puig (Getty Images)

“¿Estamos preparados para lo que viene?”.

En los últimos años, el mundo ha sido testigo de una sucesión de eventos disruptivos que han cambiado radicalmente el panorama geopolítico y económico. En este contexto, Sebastián Puig, analista del Ministerio de Defensa español, especialista en tecnologías de la información, destacó en un artículo para el medio Sintetia las cuatro grandes fuerzas que están moldeando el futuro: la geopolítica, la demografía, la tecnología y el medio ambiente.

“Vivimos tiempos confusos y volátiles, con crisis más agudas y cambios rápidos”, afirma Puig, quien compara estas dinámicas con la tectónica de placas, cuyas fricciones y choques generan alteraciones profundas y permanentes.

El experto señala que el orden mundial establecido tras la Segunda Guerra Mundial, basado en instituciones multilaterales como la ONU, el FMI y la OMC, proporcionaba estabilidad y previsibilidad. En términos físicos, Puig compara este sistema con el modelo atómico de Bohr, en el que las partículas mantienen posiciones predecibles. Sin embargo, el panorama actual se asemeja más al principio de incertidumbre de Heisenberg, donde las dinámicas son complejas y difíciles de anticipar.

“La creciente pulsión estratégica entre potencias y los rápidos avances tecnológicos generan un entorno donde el caos y la incertidumbre son la norma”, puntualiza.

Las tensiones entre Estados Unidos y China no han dejado de crecer, con disputas territoriales en el Mar del Sur de China (Reuters)
Las tensiones entre Estados Unidos y China no han dejado de crecer, con disputas territoriales en el Mar del Sur de China (Reuters)

La primera gran fuerza es la geopolítica, marcada por la intensificación de rivalidades. La competencia entre Estados Unidos, China y Rusia ha llevado a un resurgimiento del realismo político, donde el conflicto prevalece sobre la cooperación. Puig recuerda el impacto de la invasión rusa a Ucrania en 2022, que provocó una crisis humanitaria y económica global, alterando además las relaciones de poder en Europa. “Rusia volvió a ser percibida como una amenaza directa e inminente por sus vecinos europeos”, explica.

Además, las tensiones entre Estados Unidos y China no han dejado de crecer, con disputas territoriales en el Mar del Sur de China y conflictos por la supremacía tecnológica. En este sentido, las sanciones estadounidenses a empresas chinas y las restricciones a la exportación de semiconductores han impulsado la respuesta de China: “Pekín ha invertido más de 1,4 billones de dólares en autosuficiencia tecnológica”, señala el analista. Estas fricciones están fragmentando las cadenas de suministro globales, afectando la economía mundial. “Pasamos del ‘just in time’ (justo a tiempo) al ‘just in case’ (por si acaso), lo que implica enormes costos de adaptación”, añade.

Frente a este escenario, Europa intenta redefinir su papel buscando la tan mencionada “autonomía estratégica”, especialmente en defensa y tecnología. Sin embargo, Puig critica la respuesta europea, que considera lenta y fragmentada. “Se reacciona mal y tarde, a remolque de los acontecimientos”, señala.

Mientras tanto, otras regiones, como Oriente Medio y Asia-Pacífico, siguen siendo focos de tensión con implicaciones globales.

La demografía es la segunda fuerza, una que avanza lentamente pero con impactos implacables. El envejecimiento de la población es un desafío crítico para las economías desarrolladas, donde la proporción de personas mayores de 65 años está en aumento. Puig subraya que “la población mundial de 65 años o más pasará de 761 millones en 2021 a 1.600 millones en 2050″. Este fenómeno genera presiones sobre los sistemas de pensiones y salud, lo que podría ralentizar el crecimiento económico si no se compensa con inmigración o mejoras en productividad.

El envejecimiento de la población es un desafío crítico para las economías desarrolladas, donde la proporción de personas mayores de 65 años está en aumento (Bloomberg)
El envejecimiento de la población es un desafío crítico para las economías desarrolladas, donde la proporción de personas mayores de 65 años está en aumento (Bloomberg)

Mientras tanto, los países en desarrollo, particularmente en África subsahariana, experimentan un crecimiento demográfico explosivo. “Más del 60% de la población africana es menor de 25 años”, menciona el autor, lo que genera una presión migratoria hacia economías más ricas. Europa, destaca Puig, enfrenta un dilema: necesita inmigrantes para sostener su economía, pero la inmigración masiva ha avivado tensiones políticas y sociales. “Las políticas de integración deben ser diferenciadas y multifacéticas”, aconseja, abordando tanto la inclusión laboral como la seguridad.

La tecnología, tercera fuerza, está transformando la sociedad a un ritmo sin precedentes. Puig enfatiza el impacto de la inteligencia artificial y la automatización, que ya están sustituyendo tareas rutinarias. “Más del 50% de las tareas laborales actuales podrán ser automatizadas en los próximos años”, alerta, lo que plantea interrogantes sobre el futuro del empleo. Sin embargo, también surgen oportunidades para trabajos que exigen habilidades creativas y tecnológicas avanzadas.

Puig critica la adopción apresurada de la tecnología sin una estrategia clara. “Subirse al carro tecnológico sin evaluar su valor añadido supone un desperdicio inasumible de recursos”, afirma.

Además, plantea preguntas éticas sobre cómo distribuir los beneficios tecnológicos de manera equitativa y cómo gestionar la transición sin dejar a sectores vulnerables atrás.

Finalmente, el medio ambiente y el acceso a recursos naturales son cuestiones críticas. La transición hacia energías renovables es urgente pero compleja. “La transición energética global requiere materiales como litio, cobre y tierras raras, cuya extracción está concentrada en pocos países”, explica Puig, destacando los riesgos geopolíticos de estas dependencias. La weaponización de recursos por parte de actores como China podría desestabilizar aún más las cadenas de suministro globales.

Sequías, inundaciones y fenómenos meteorológicos extremos afectan la producción agrícola y el acceso al agua potable (Foto AP /Ramon Espinosa)
Sequías, inundaciones y fenómenos meteorológicos extremos afectan la producción agrícola y el acceso al agua potable (Foto AP /Ramon Espinosa)

El cambio climático exacerba la crisis de recursos. Sequías, inundaciones y fenómenos meteorológicos extremos afectan la producción agrícola y el acceso al agua potable. Puig destaca la disputa por la Gran Presa del Renacimiento Etíope entre Etiopía y Egipto como un ejemplo de tensiones crecientes por el agua. Además, advierte que “las migraciones climáticas se multiplicarán”, afectando a regiones ya frágiles.

Las fuerzas mencionadas no actúan de manera aislada. La competencia geopolítica se ve afectada por la lucha por recursos tecnológicos y energéticos. Puig menciona que “la demanda de baterías para vehículos eléctricos está impulsando la minería intensiva de litio”, lo que genera tensiones entre desarrollo económico y sostenibilidad ambiental. A su vez, la automatización está transformando la industria minera, desplazando a trabajadores sin habilidades tecnológicas.

La conexión entre geopolítica y tecnología es evidente en la carrera por dominar sectores clave como los semiconductores y las energías renovables. Las instituciones globales, según Puig, deben reformarse para gestionar estos desafíos, aunque la polarización política dificulta estos esfuerzos.

“El pensamiento crítico, la adaptabilidad y la creatividad son esenciales”, dice, subrayando la importancia de la alfabetización tecnológica y la ética. En un mundo donde la tecnología avanza más rápido que la regulación, Puig advierte que las decisiones de hoy tendrán implicaciones para futuras generaciones.

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