La reciente agresión contra pescadores vietnamitas en el disputado Mar de China Meridional aumenta la tensión en una de las rutas marítimas más críticas para el comercio global.
Tras el incidente ocurrido el 30 de septiembre en el que la guardia costera china golpeó a pescadores vietnamitas en cercanías de las Islas Paracel, el Ministerio de Relaciones Exteriores de China negó las acusaciones de violencia, alegando que se trataba de una operación contra pesca ilegal.
Sin embargo, testimonios recogidos y documentos entregados al gobierno vietnamita a The New York Times detallan agresiones físicas y se suman a una serie de incidentes previos de intimidación, incluyendo el uso de cañones de agua y hundimientos de embarcaciones, como parte de la estrategia de China para fortalecer su control marítimo.
El conflicto se intensificó la semana pasada cuando China realizó ejercicios de bombardeo en el Golfo de Tonkín, a solo 120 kilómetros de la costa de Vietnam, y emitió una advertencia para restringir el ingreso a esas aguas.
La acción de China ocurre poco después de la reunión en Nueva York entre el nuevo líder vietnamita, To Lam, y el presidente estadounidense Joe Biden, lo que algunos analistas interpretan como un intento de Beijing de disuadir a Vietnam de fortalecer alianzas con Washington y sus vecinos asiáticos.
Según el profesor Alexander Vuving del Centro de Estudios de Seguridad Asia-Pacífico en Honolulu, China está aumentando su presión sobre el nuevo liderazgo vietnamita en el conflicto marítimo.
Desde el incidente de 2014, cuando China instaló una plataforma petrolera cerca de aguas reclamadas por Vietnam, Hanói ha respondido a la escalada con medidas defensivas discretas. Esto incluye financiamiento a pescadores para construir barcos de acero y formar una milicia marítima similar a la de China, además de mantener un bajo perfil en sus reacciones oficiales.
Sin embargo, el ataque reciente contra el pescador Nguyen Van Bien provocó una declaración contundente de la portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de Vietnam, Pham Thu Hang, quien expresó que su país está “extremadamente preocupado e indignado” y rechaza de forma “resuelta el comportamiento brutal” de las fuerzas chinas.
El temor se extiende en Chau Thuan Bien, la aldea pesquera de Bien, donde el ataque ha detenido las actividades en el puerto, afectando a un sector que sostiene a cientos de familias y donde un mes de pesca puede generar hasta 12.000 dólares, un ingreso crucial para la comunidad.
Los capitanes locales reportan que barcos chinos los persiguen para alejarlos de áreas de pesca ricas, generando preocupación sobre la sostenibilidad de su medio de vida. “Muchas personas tienen miedo”, dijo el capitán Nguyen Tan Van.
Algunos pescadores ven su papel como una misión patriótica, actuando como observadores informales de la actividad china en el mar. Sin embargo, enfrentan desafíos crecientes mientras sus líderes mantienen un equilibrio delicado entre la presión interna y las exigencias de Beijing.