Temperaturas récord y decisiones urgentes: Celeste Saulo y un desafío global

Con incendios que arrasan en varios países, sequías que asfixian el Mediterráneo y el planeta marcando temperaturas récord, la primera mujer al frente de la Organización Meteorológica Mundial habla sobre la urgencia de frenar el calentamiento global: “Esto no es una película”

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La secretaria general de la Organización Meteorológica Mundial (OMM), Celeste Saulo (EFE/ Andrea Sanz)
La secretaria general de la Organización Meteorológica Mundial (OMM), Celeste Saulo (EFE/ Andrea Sanz)

“Hace un calor sofocante”, dice Celeste Saulo a la periodista del Financial Times (FT), Attracta Mooney, mientras deja su teléfono sobre la mesa y suspira. El termómetro roza los 30°C, una cifra que no sorprende en Ginebra, donde el clima se ha vuelto un protagonista inquietante. A pocos metros, las aguas tranquilas del Lago Lemán parecen derretirse bajo el sol de agosto, y en la distancia se dibuja la silueta blanca del Mont Blanc, indiferente al sudor humano. En la terraza cubierta de La Perle du Lac, un restaurante enclavado en el parque Mon Repos, los árboles apenas brindan sombra y el calor se siente como una broma de mal gusto mientras las temperaturas récord están reescribiendo el mapa climático del planeta.

“El clima está cambiando”, afirma Saulo, sin preámbulos. “Esto ya no es una hipótesis. El calentamiento global es nuestra realidad diaria. Estas temperaturas, estas olas de calor, son una alerta roja para todos”, añade, y sus palabras parecen resonar en el aire denso. Saulo no es cualquier persona hablando sobre el clima. En enero, se convirtió en la primera mujer en asumir el cargo de secretaria general de la Organización Meteorológica Mundial (OMM), la agencia de la ONU que mide, estudia y alerta sobre el comportamiento del clima en todo el planeta. Bajo un sol implacable, más que científica, parece una voz en medio del caos, tratando de explicarnos por qué el mundo que conocíamos se está desmoronando.

Celeste Saulo habla durante una rueda de prensa en la sede europea de las Naciones Unidas Naciones en Ginebra, Suiza (EFE/EPA/MARTIAL TREZZINI)
Celeste Saulo habla durante una rueda de prensa en la sede europea de las Naciones Unidas Naciones en Ginebra, Suiza (EFE/EPA/MARTIAL TREZZINI)

Los números hablan por sí mismos: 2023 fue el año más caluroso registrado, y 2024 está en camino de superarlo. Incendios en Grecia y Turquía, sequías en el Mediterráneo y las consecuencias de lo que se ha convertido en una espiral de eventos extremos. Sin embargo, la respuesta global ha sido más lenta de lo necesario. Mientras António Guterres, secretario general de la ONU, advierte que el planeta se encuentra en una “autopista hacia el infierno climático”, Saulo mantiene la calma y busca un equilibrio entre diplomacia y ciencia: “La crisis climática es una combinación de cambio climático e inequidad... Es un desafío enorme”.

A lo largo de su carrera, Saulo ha sido testigo de la lenta evolución en la percepción de la meteorología. “Nos subestiman”, comenta, entre bocado y bocado de una ensalada verde que parece ser lo único fresco en el menú. “Cuando un pronóstico falla una vez, todo el mundo lo critica, pero acertamos en nueve de cada diez”. En una época donde los huracanes, incendios y olas de calor dictan nuestras vidas, la precisión de las predicciones se ha vuelto un salvavidas. La OMM, con sus más de 190 países miembros, tiene una larga historia de cooperación internacional. Fundada en 1873, se creó para estandarizar y compartir información meteorológica, y en tiempos de tensiones globales, el intercambio de datos sigue siendo vital. “Hoy, todos los países, incluso Rusia y Ucrania, siguen compartiendo sus datos meteorológicos. Es uno de los pocos ejemplos donde la colaboración internacional aún prevalece”, señala, una nota optimista en medio de tanto caos.

Celeste Saulo cuando inició su mandato como secretaria general de la Organización Meteorológica Mundial (Suiza/OMM)
Celeste Saulo cuando inició su mandato como secretaria general de la Organización Meteorológica Mundial (Suiza/OMM)

Pero la realidad que pintan los científicos es cruda: las emisiones globales de gases de efecto invernadero no están disminuyendo al ritmo necesario para cumplir con los objetivos del Acuerdo de París. Según el pacto de 2015, las emisiones deben reducirse en un 43% para 2030 con respecto a los niveles de 2019. Sin embargo, fuera de un breve descenso durante la pandemia del COVID-19, las cifras siguen subiendo. “No podemos seguir haciendo lo mismo cuando sabemos que la gente está muriendo”, dice Saulo a FT con firmeza. Y cuando habla de quienes sufren, su preocupación trasciende la teoría: pequeñas islas que se hunden bajo el mar, cultivos diezmados por el calor, y las recientes inundaciones en Alemania y las olas de calor en toda Europa que han cobrado vidas. “No es una película. Estamos en medio de la historia”, añade, y se hace el silencio.

El almuerzo avanza, y el menú refleja, como muchas veces ocurre, las contradicciones de nuestros tiempos. Mientras pide una entrecôte bien hecha, Saulo confiesa que está tratando de reducir su consumo de carne, sabiendo que la producción ganadera es uno de los mayores contribuyentes de emisiones de metano. “Para una argentina, dejar la carne es difícil. Hago lo que puedo”, se sincera ante FT. Pero es más que un sacrificio personal; es un recordatorio de cómo las elecciones cotidianas impactan en el planeta.

Celeste Saulo
Celeste Saulo

En su rol como jefa de la OMM, Saulo sabe que la tecnología ha permitido mejoras notables en la precisión de las predicciones meteorológicas. Los avances en inteligencia artificial y satélites permiten prever con mayor exactitud el curso de huracanes y otros desastres, dando tiempo a evacuar y salvar vidas. Sin embargo, insiste en que todavía hay grandes vacíos. “Necesitamos más observaciones en tierra, especialmente en África y América Latina”, dice, “porque sin buenos datos, no podemos hacer buenas evaluaciones”. Este es uno de los puntos centrales de su lucha: garantizar que las naciones más vulnerables tengan acceso a los sistemas de alerta temprana que puedan protegerlas de los desastres.

La conversación gira una vez más hacia el cambio climático y la frustración por la falta de acción política. “El cambio climático es una crisis existencial para muchos países”, asegura. En 2023, 28 eventos climáticos en EEUU causaron más de 1.000 millones de dólares en daños cada uno, una estadística que se suma a la larga lista de tragedias. Pero incluso así, los esfuerzos por frenar las emisiones siguen siendo insuficientes. Saulo argumenta que las energías renovables ofrecen una oportunidad económica que los gobiernos y empresas no deben ignorar: “El sector privado puede ganar mucho con las renovables, y creo que los líderes empezarán a preocuparse más cuando vean cómo afectará el clima a sus familias”, señala con cierto optimismo.

A medida que el almuerzo llega a su fin, Saulo reflexiona sobre la COP29, la próxima cumbre climática de la ONU en Bakú, Azerbaiyán, que tendrá lugar en unos meses. Aunque cree que las cumbres se han vuelto excesivamente grandes, reconoce que siguen siendo cruciales para avanzar en la lucha contra el cambio climático. “El tiempo es muy limitado, pero tenemos que seguir siendo ambiciosos”, concluye.

Nos levantamos de la mesa, y el calor no da tregua. A pesar del calor sofocante y las sombrías previsiones climáticas, Celeste Saulo mantiene su esperanza. “Soy más optimista que pesimista”.

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