China enfrenta una serie de desafíos económicos que han generado preocupación entre los inversores. La tasa de desempleo juvenil urbano alcanzó el 18,8% en agosto, mientras que el desempleo urbano general se situó en el 5,3%. Además, el país se encuentra en medio de una guerra comercial con la Unión Europea, lo que ha llevado a Beijing a imponer aranceles a las importaciones de brandy europeo y considerar impuestos a los automóviles de gasolina importados. Estas medidas son una respuesta a la decisión de la UE de gravar las importaciones de vehículos eléctricos chinos.
En este contexto, las acciones chinas experimentaron su peor caída en 27 años, lo que refleja la decepción de los inversores ante la falta de nuevas políticas de estímulo económico por parte de Beijing. Según informes, los mercados bursátiles de Asia cayeron drásticamente después de que la Comisión Nacional de Desarrollo y Reforma (NDRC) no anunciara nuevas medidas para impulsar el crecimiento económico. En una conferencia de prensa, los funcionarios de la NDRC se limitaron a resumir los anuncios de septiembre y a comentar la situación económica general, sin presentar nuevas políticas.
El impacto en los mercados fue significativo. El índice compuesto de Shenzhen se desplomó un 8,2%, la mayor caída desde mayo de 1997. La Bolsa de Shanghái perdió un 6,6%, y el índice de referencia CSI 300 cayó un 7,1% tras las vacaciones de la Semana Dorada. El índice Hang Seng de Hong Kong también sufrió una caída del 1,4%.
En cambio, como reporta The Guardian, los funcionarios simplemente “resumieron los anuncios de septiembre y comentaron la situación económica general”. Esto ha generado un notable impacto en los mercados asiáticos, que registraron bajadas abruptas.
A pesar de estas caídas, los mercados se mantienen más altos que hace un mes, antes de que el banco central y el politburó propusieran un “paquete de políticas incrementales” para estabilizar la economía china. El índice CSI 300 es un 7% más alto que hace un año. Sin embargo, la falta de nuevas medidas ha generado incertidumbre entre los inversores, quienes esperaban anuncios de estímulo por valor de 2 a 3 billones de yuanes.
Este entorno volátil ha sido un reflejo del escepticismo generado por la falta de “acción específica de las autoridades”, un sentimiento resumido por Richard Hunter en conversación con The Guardian. Hunter, quien es director de mercados de Interactive Investor, manifestó que “la principal preocupación fue que la serie de medidas anunciadas antes de las vacaciones de la semana pasada” no se vio reflejada en nuevas políticas.
En respuesta a la caída del mercado, la Oficina de Información del Consejo de Estado anunció una conferencia de prensa para el sábado, a la que asistirá el ministro de finanzas Lan Fo’an. El tema será “intensificar el ajuste anticíclico de la política fiscal para promover un desarrollo económico de alta calidad”. Algunas medidas fiscales, como la emisión de bonos gubernamentales, requieren la aprobación del Congreso Nacional del Pueblo, cuyo comité permanente se reunirá a finales de octubre.
Expertos como Richard Hunter, director de mercados de Interactive Investor, han señalado que las caídas reflejan la “decepción de los inversores” ante la falta de acciones específicas por parte de las autoridades. Alvin Tan, director de estrategia cambiaria de RBC Capital Markets, advirtió que el sentimiento positivo podría cambiar rápidamente si no se presenta un paquete de estímulo significativo.
La economía china sigue luchando por recuperarse de la pandemia del coronavirus y enfrenta problemas estructurales y geopolíticos, incluido un mercado inmobiliario en dificultades. Existen crecientes preocupaciones de que China no alcance su objetivo de crecimiento anual del 5%, una meta considerada modesta según los estándares históricos del país.
Los desafíos económicos de China se ven amplificados por cuestiones estructurales y tensiones geopolíticas, como el conflictivo mercado inmobiliario que sigue en declive. Además, The Guardian precisa que existen inquietudes crecientes de que el país no logre alcanzar su meta de crecimiento anual del 5%, un objetivo que, aunque relativamente modesto, es significativo para la segunda economía más grande del mundo.
En el ámbito internacional, la relación económica entre China y la Unión Europea ha entrado en una fase de conflicto comercial, desde que Beijing impuso aranceles a las importaciones de brandy europeo y consideró la imposición de impuestos a los coches de gasolina importados. Estos movimientos son una reacción a la decisión de la UE de gravar las importaciones de vehículos eléctricos chinos. La complejidad de estas tensiones sugiere un enfoque cauteloso en las próximas políticas económicas internacionales de China.