La nave espacial Hera de la Agencia Espacial Europea partió en un viaje de dos años hacia el pequeño e inofensivo asteroide embestido por la NASA hace dos años, en un ensayo general para el día en que una roca espacial asesina amenace a la Tierra. Lanzado por SpaceX desde Cabo Cañaveral, es la segunda parte de una prueba de defensa planetaria que algún día podría ayudar a salvar el planeta.
Después de horas de incertidumbre provocada por el huracán Milton en esta zona de Florida, la nave emprenderá finalmente viaje a su destino, el sistema binario de asteroides Didymos, al que llegará en 2026.
Su objetivo es analizarlo, fijándose sobre todo en el más pequeño de los dos cuerpos, llamado Dimorphos, de 150 metros de diámetro. Este, en septiembre 2022, fue impactado por la nave DART (abreviatura de Double Asteroid Redirection Test) de la NASA, que consiguió, por primera vez en la historia, desviar la órbita de un asteroide.
Esto demostró que si una roca peligrosa se dirigiera hacia la Tierra, existe la posibilidad de desviarla de su curso con suficiente antelación.
Los científicos están impacientes por examinar de cerca las consecuencias del impacto para saber exactamente hasta qué punto fue eficaz el DART y qué cambios podrían ser necesarios para proteger la Tierra en el futuro.
Hera es, junto a DART, una misión de defensa planetaria y ambas están integradas en la colaboración AIDA (Asteroid Impact and Deflection Assessment). Con ellas las dos agencias espaciales pretenden demostrar la tecnología capaz de desviar asteroides para proteger a la Tierra de un eventual impacto.
Sobre la hazaña de DART hay ya bastantes datos gracias a su cámara y a un pequeño satélite italiano (LICIACube) que se desprendió de la nave unos días antes y obtuvo imágenes de la pluma de fragmentos eyectados en la colisión, además de la mirada de varios telescopios terrestres y los espaciales Hubble y James Webb.
Sin embargo, falta información crucial para comprender realmente lo que allí sucedió y para afinar los modelos para desviar asteroides.
“Cuantos más detalles podamos obtener, mejor, ya que pueden ser importantes para planificar una futura misión de desviación en caso de que sea necesaria”, declaró el astrónomo Derek Richardson, de la Universidad de Maryland, antes del lanzamiento.
Los investigadores quieren saber si DART dejó un cráter o tal vez remodeló el asteroide de 150 metros de forma más drástica. El asteroide parecía un platillo volante antes del golpe de DART, pero ahora puede parecerse a una alubia, según Richardson, que participó en la misión DART y está colaborando con Hera.
El golpe de DART hizo que salieran volando escombros e incluso rocas de Dimorphos, lo que dio un impulso adicional al impacto. El rastro de escombros se extendió más de 10.000 kilómetros en el espacio durante meses.
Según Ignacio Tanco, director del vuelo, algunos pedruscos y otros restos podrían seguir rondando el asteroide y suponer una amenaza potencial para Hera.
“Realmente no conocemos muy bien el entorno en el que vamos a operar”, dijo Tanco. “Pero ese es el objetivo de la misión: ir allí y averiguarlo”.
Los funcionarios europeos describen la misión de 400 millones de dólares como una “investigación de la escena del accidente”.
Hera “está volviendo al lugar del crimen y obteniendo toda la información científica y técnica”, dijo el director del proyecto Ian Carnelli.
Con una docena de instrumentos científicos a bordo, Hera, del tamaño de un automóvil, tendrá que pasar por Marte en 2025 para reforzar su gravedad, antes de llegar a Dimorphos a finales de 2026. Se trata de una luna de Didymos (gemelo en griego), un asteroide cinco veces mayor que él que gira a gran velocidad. En ese momento, el asteroide estará a 195 millones de kilómetros de la Tierra.
Controlado por un equipo de vuelo en Darmstadt (Alemania), Hera intentará entrar en órbita alrededor de la pareja rocosa, con distancias de sobrevuelo que irán disminuyendo gradualmente de 30 kilómetros 18 millas a 1 kilómetro media milla. Durante al menos seis meses, la nave explorará el islote para determinar su masa, forma y composición, así como su órbita alrededor de Didymos.
Antes del impacto, Dimorphos rodeaba a su compañera mayor desde una distancia de tres cuartos de milla (1.189 metros). Los científicos creen que la órbita es ahora más estrecha y ovalada, y que el lunar podría incluso estar dando tumbos.
Dos Cubesats del tamaño de una caja de zapatos despegarán de Hera para realizar inspecciones aún más minuciosas, una de ellas con radar para observar la superficie cubierta de rocas. Los científicos sospechan que Dimorphos se formó a partir de material procedente de Didymos. Las observaciones por radar ayudarán a confirmar si Didymos es realmente el progenitor de la pequeña luna.
Una vez finalizado el estudio, los Cubesats intentarán posarse sobre el minilunar. Si el moonlet se tambalea, la misión se complicará. Hera también podría terminar su misión con un aterrizaje precario, pero en Didymos, de mayor tamaño.
Ninguno de los dos asteroides supone una amenaza para la Tierra, ni antes ni después de la aparición de DART. Por eso la NASA los eligió para la primera demostración de desviación de asteroides de la humanidad.
Los asteroides, restos de la formación del sistema solar hace 4.600 millones de años, orbitan principalmente alrededor del Sol, entre Marte y Júpiter, en lo que se conoce como el cinturón principal de asteroides, donde residen millones de ellos. Se convierten en objetos cercanos a la Tierra cuando salen del cinturón y entran en nuestro territorio.
El recuento de objetos cercanos a la Tierra de la NASA supera actualmente los 36.000, casi todos asteroides, pero también algunos cometas.
Más de 2.400 de ellos se consideran potencialmente peligrosos para la Tierra, explicó Susana Infante, jefa de proyecto de Hera en Thales Alenia Space, empresa que desde España lideró el sistema de comunicaciones, que permite controlar la nave desde el centro de control durante todo el transcurso de la misión.
La frecuencia de impacto de cuerpos de estas dimensiones con la Tierra es de aproximadamente una vez cada 10.000 años, detalla Infante: “Se estima que el 82% de ellos no han sido detectados todavía, así que debemos permanecer en alerta y preparados para actuar en caso de necesidad”.
El efecto de tal impacto sería devastador si llegara a un área poblada, capaz de destruir una ciudad entera o de generar un tsunami si cayera en el mar, agrega la experta.
(Con información de AP y EFE)