El problema de las llamadas no deseadas ha aumentado significativamente en los últimos años. Frente a este panorama, en algunos países de América Latina como Argentina, Brasil, Chile, Colombia, México y Uruguay se han implementado las listas negras (conocidas también como Robinson).
Se trata de un mecanismo que les permite a los usuarios inscribir su número. Una vez que lo hacen, establecen un impedimento legal a las empresas que los contacten sin su autorización.
No obstante, más allá de estas listas negras, las personas continúan reportando interrupciones constantes por publicidad o servicios que no han solicitado. Es una molestia diaria que afecta a la mayoría de la población, y las soluciones implementadas hasta ahora no siempre resultan suficientes.
De hecho, según un informe de Truecaller replicado recientemente por Infobae, más del 50% de la población en América Latina ha dejado de atender llamadas y mensajes de números desconocidos.
Una de las estrategias que se ha adoptado en diversos países consiste en la creación de un mecanismo que lo que hace es prohibir a las compañías contactar a los usuarios a menos que estos hayan dado su consentimiento previo. Sin embargo, muchas se abusan de esta norma, intentando obtener la autorización del consumidor en el primer contacto, lo que desvirtúa su propósito.
Esta herramienta, conocida como listas blancas, tampoco ha logrado ser completamente efectiva debido a la falta de una implementación rigurosa. No obstante, en sitios donde la cantidad de llamadas comerciales sigue siendo elevada, este sistema podría ser una opción sólida, siempre y cuando exista una regulación clara que se aplique de forma estricta y eficiente.
Soluciones alternativas a las listas negras y blancas
La identificación de llamadas comerciales representa una opción interesante y hasta el momento ha sido la de mayor eficacia en combatir las llamadas comerciales no deseadas. Se trata de un mecanismo que permite a las personas decidir si desean contestar o no, a partir de lo que les aparece en la pantalla cuando ocurren estas situaciones.
En algunos países, como Ecuador y Brasil, se exige que estos contactos sean fácilmente reconocibles mediante un prefijo especial o un nombre visible en el celular. Esta herramienta otorga mayor control al usuario, quien puede optar por no atender cuando descubra que es una acción publicitaria.
La implementación de esta estrategia podría ser una solución viable para reducir el volumen de spam. Sin embargo, su éxito depende de que sea fácil de aplicar para los operadores y accesible para las personas, sin generar costos adicionales.
Opciones tecnológicas para combatir el spam
Además de los mecanismos legales, existen alternativas que los usuarios pueden emplear para protegerse de las llamadas no deseadas. Aplicaciones como Truecaller o CallApp permiten identificar automáticamente números sospechosos, lo que brinda un nivel adicional de protección. Asimismo, muchos operadores de telefonía ofrecen servicios de bloqueo.
Otra opción útil es el uso de números virtuales para suscripciones o registros online. De esta manera, las personas pueden mantener su línea principal libre de spam y dirigir los contactos no deseados a una secundaria que solo utilicen para actividades específicas.
Un desafío constante de cara al futuro
Sin dudas, existe un desafío permanente para consumidores y reguladores en todo el mundo en este ámbito. Particularmente, en América Latina, aunque haya listas negras y blancas, es evidente que se necesita una combinación de soluciones tecnológicas, regulatorias y de concientización para que los usuarios puedan disfrutar de mayor privacidad.
La implementación de listas blancas, la identificación de llamadas comerciales y el uso de aplicaciones tecnológicas son pasos clave para mejorar la experiencia de los consumidores. Con una mayor supervisión y sanciones efectivas, la gente podrá finalmente encontrar una forma de frenar el spam telefónico.