La magnitud de los incendios forestales que afectan la Chiquitania y la Amazonia boliviana “escapan a cualquier capacidad de contenerlos”, aseguró en una entrevista a EFE el bombero español y presidente de la ONG SOS Wildfire, Ignacio Martín Diego, quien se encuentra trabajando en el área.
El experto mencionó que el problema “no es tanto la intensidad y la virulencia” de los incendios cuanto su magnitud, ya que se tornan incontrolables al no contarse en el país suramericano con el personal y los medios suficientes para aplacarlos.
Martín Diego llegó a Bolivia a mediados de este mes, para “acompañar y asesorar” al contingente español de 41 bomberos forestales que hace unos días pisó suelo boliviano para atender la emergencia a través del apoyo de la Unión Europea.
”Lo que más ha llamado la atención (de la delegación) es la dimensión de los incendios y la terrible catástrofe medioambiental”, sostuvo.
El español y su organización concentraron su labor en el municipio de Concepción, en donde están las Misiones Jesuíticas declaradas Patrimonio de la Humanidad, a favor de las comunidades afectadas por el fuego, el humo y la contaminación.
”Nos hemos centrado sobretodo en proteger zonas vulnerables, ya sean viviendas, terrenos de cultivo, terrenos donde pueda haber algo de ganadería” y “en las zonas que tengan un valor significativo”, económico o cultural, sostuvo.
Una lucha con pocos medios
En Concepción, el fuego rodeó varias poblados indígenas al extremo de que “estaban quedando atrapadas en dos frentes”, lo que significa una situación “muy difícil” para los habitantes que deben convivir con el humo y el calor que generan las llamas, señaló Enrique Diego.
El bombero dijo que muchas veces los incendios afectaron la única vía de acceso y salida de las comunidades, lo que impedía la evacuación de personas y por lo que se optó por “confinar” a la gente en el mismo territorio amenazado.
Este especialista explicó que una cosa es trabajar en un incendio y otra muy diferente es “extinguir” ese fuego, para lo que es necesario “trabajar de manera ordenada para que los esfuerzos de todos sumen y se consiga el objetivo”.
”Los comunarios tienen muchas ganas de hacer, se involucran en todo para proteger sus comunidades, pero esas personas no tienen la preparación necesaria ni la seguridad”, apuntó.
”No puede ser que nos hayamos encontrado gente trabajando con botas de goma, trabajando en manga corta (camisetas y pantalones), trabajando con ropa sintética, con el peligro de que se ocasionen quemaduras graves”, lamentó.
En las comunidades la gente “no tiene mínimos de equipación”, tampoco alguien preparado que les sepa guiar ante esta adversidad, por lo que muchas veces los esfuerzos en conjunto son vanos al no estar correctamente coordinados, agregó.
”Si esto está pasando de manera recurrente (y) año tras años está pasando lo mismo, entonces ahí tiene que haber un problema de base, y que hay que ponerle soluciones”, reflexionó.
Asimismo enfatizó que es necesario que se trabaje con las comunidades vulnerables en prevención de incendios, sensibilización medioambiental y en la formación “para que la gente esté preparada y tenga los conocimientos adecuados” ante esta catástrofe.
El Gobierno boliviano declaró a principios de este mes la “emergencia nacional” por los incendios, lo que permite al país recibir ayuda internacional.
El Ejecutivo señaló en su último informe a principios de septiembre que los incendios afectaron 3,8 millones de hectáreas, pero Gobernación de Santa Cruz indicó en su reporte del viernes que el área devastadas es de 7 millones de hectáreas solo en ese departamento.
Los incendios que comenzaron en mayo son provocados por las quemas legales o ‘chaqueos’ para habilitar los terrenos para la siembra, el ganado o el desmonte.
Según el Instituto Brasileño de Investigación Espacial (INPE), los incendios registrados en lo que va de 2024 sobrepasan los 350.370, los peores de los últimos 15 años en Sudamérica, puesto que sobrepasan a los reportados en 2023 (344.391).