Los servicios de inteligencia del Reino Unido confirmaron este sábado que las ofensivas ucranianas en Kursk, que llevan ya más de un mes, siguen impidiendo el éxito de un contraataque por parte de Rusia. El Ministerio de Defensa británico difundió un informe con su análisis sobre la situación en el frente y apuntó que Kiev “continúa interfiriendo en la logística rusa en la región de Kursk”, poniendo como ejemplo los “ataques que han destruido puentes sobre el río Seim”.
El pasado 17 de agosto, la aviación ucraniana confirmó la destrucción de un puente clave en el óblast, al norte de Glushkovo, gracias a lo que se creó un cerco en torno a las posiciones de las tropas enemigas y se limitó su movimiento hacia la frontera.
Este golpe se dio en medio de la ofensiva iniciada a principios de agosto por las tropas de Volodimir Zelensky, cuando irrumpieron sorpresivamente en el territorio ruso y consiguieron avanzar y tomar posiciones con gran facilidad. Hasta el momento, las autoridades confirmaron el control de más de un centenar de localidades y cerca de 1.300 kilómetros cuadrados de territorio, así como la captura de unos 600 soldados, que serán incluidos en próximos intercambios de prisioneros.
La ofensiva, totalmente inesperada para el Kremlin y de magnitud sin precedentes desde el comienzo de la guerra, en febrero de 2022, obligó a Moscú a reorganizarse contrarreloj y diseñar una nueva estrategia que le permita hacer frente a la agresión ucraniana. Para ello, debió movilizar a unos 40.000 soldados hasta Kursk y aún se espera que aumente a entre 60.000 y 70.000 las tropas allí.
Zelensky confirmó este jueves que, tras semanas de trabajo, las brigadas de Vladimir Putin finalmente “han lanzado acciones contraofensivas” aunque aseguró que esto estaba contemplado y “todo está ocurriendo conforme el plan ucraniano”. A su vez, si bien desde el Ejército se está “monitoreando” la situación, el mandatario sostuvo que las acciones del bando contrario no están generando “logros serios”.
“Querían avances rápidos... es bonito ver que no solo nosotros hablamos de desocupar territorio”, sumó Zelensky.
El Instituto para el Estudio de la Guerra de Washington (ISW por sus siglas en inglés) también confirmó que Rusia había comenzado a responder con mayor fuerza en la zona pero calificó de “marginales” sus avances.
A pesar de este éxito, el Ejecutivo de Kiev sigue insistiendo en sus pedidos a los aliados occidentales en lo referente a la entrega y el uso de armamento, especialmente a las restricciones que pesan sobre los misiles de largo alcance ATACMS y Storm Shadow. Zelensky está a la búsqueda de que Joe Biden levante las prohibiciones que mantiene sobre estas piezas y le permita emplearlas sobre objetivos militares dentro de Rusia, algo que Occidente ha intentado evitar durante meses por el temor a una confrontación directa con el Kremlin.
“Cualquiera que vea en el mapa desde donde Rusia lanza sus ataques, donde entrena a sus tropas, mantiene sus reservas y sitúa sus infraestructuras militares, entiende claramente por qué Ucrania necesita capacidades de larga distancia”, apuntó Zelensky en los últimos días.
Sin embargo, Putin buscó desalentar cualquier cambio de postura de la Casa Blanca y advirtió que “si realmente se toma la decisión de levantar las restricciones, eso significará que, a partir de ese momento, los países de la OTAN estarán llevando a cabo una guerra directa contra Rusia” y, por tanto, “tendremos que tomar las decisiones pertinentes, con todas las consecuencias que todo esto implicaría para los agresores occidentales”.
Estados Unidos evitó adelantar cualquier tipo de decisión o de negociación que pudiese estar ocurriendo pero sí aseguró que “este tipo de retórica es increíblemente peligrosa”.
(Con información de EFE y Europa Press)