En los últimos años se ha visto una considerable caída en los registros de estudiantes universitarios extranjeros en China, a diferencia de lo que ocurría hace poco más de una década cuando miles de jóvenes de diferentes partes del mundo mostraban un gran interés por estudiar en el gigante asiático.
Ante este panorama, el régimen de Xi Jinping ha promovido el plan “Estudiar en China”, destinado a ampliar la influencia internacional del sistema educativo chino, transmitir la experiencia del país a una audiencia global, y hacerse con el poder discursivo. No obstante, los esfuerzos del Partido Comunista no han logrado hasta el momento los resultados esperados.
Como contracara de esto, cada vez son más los chinos matriculados en las principales universidades de Alemania, Bélgica, Canadá, Estados Unidos, Francia, Países Bajos, Reino Unido y Suiza, entre otros.
Jia Qingguo es profesor de la Universidad de Pekín. A principios de año captó la atención de la comunidad académica internacional por sus declaraciones en la Conferencia Consultiva Política del Pueblo Chino del pasado mes de marzo.
Durante su intervención, el académico abordó la notable disminución de estudiantes extranjeros en China, destacando, por ejemplo, que el número de alumnos de Estados Unidos cayó de más de 15.000 hace una década a apenas 350 en 2023. Además, enfatizó la preocupante reducción del 78% en la afluencia de estudiantes surcoreanos desde 2017. Este fenómeno se produce, además, en un contexto donde otros países han visto una recuperación en los niveles de estudiantes internacionales tras la pandemia de COVID-19.
Jia Qingguo señaló diversas causas detrás de este declive. En primer lugar, se refirió a la percepción de que estudiar en China no tiene un valor significativo para los estudiantes extranjeros, e incluso puede considerarse peligroso recibir financiación del Ministerio de Educación chino. Además, la retirada de muchas empresas extranjeras debido a las dificultades económicas del gigante asiático ha reducido las oportunidades de prácticas y empleo para los estudiantes internacionales. Finalmente, el profesor de la Universidad de Pekín habló de la incertidumbre en la revisión académica de los trabajos de estudiantes extranjeros, derivada de elementos de “corrección política”.
Si bien Jia no centró el problema en la pandemia de coronavirus, Benjamin Mulvey, sociólogo de la Universidad de Glasgow (Reino Unido) y autor de Mapping International Student Mobility Between Africa and China (“Mapeo de la movilidad estudiantil internacional entre África y China”), recordó que las estrictas políticas de confinamiento impuestas por el régimen han tenido un impacto negativo en la matriculación internacional. “Muchos estudiantes se quedaron fuera de China, y otros también se quedaron encerrados”, afirmó.
Asimismo, indicó que algunos estudiantes extranjeros, en particular los de África, también se enfrentaron a la discriminación y a “la búsqueda de chivos expiatorios” en el punto álgido del brote. Por ejemplo, algunos restaurantes, centros comerciales y hospitales de China prohibieron la entrada a personas de raza negra, y algunos estudiantes africanos fueron expulsados de sus apartamentos.
Tras la pandemia, y en el inicio del tercer mandato de Xi Jinping, los estudiantes también enfrentaron nuevas dinámicas en las aulas y desafíos a la libertad de expresión académica, a partir del Proyecto de Ley de Educación Patriótica.
En su exposición Jia se refirió a otros dos motivos adicionales de preocupación. En primer lugar, el régimen chino no ha aclarado cómo aplica una serie de leyes con aplicación extraterritorial. Por ejemplo, no se han publicado directrices detalladas de aplicación de la Ley Anti-Espionaje, por lo que no está claro qué es ilegal. Esto ha dado lugar a malentendidos. Por último, Jia mencionó problemas de comodidad de vida.
Según consideró, la política internacional no parece ser un factor significativo en esta situación, ya que el número de estudiantes chinos en países desarrollados se ha estado recuperando.
En respuesta a estos desafíos, Jia presentó una serie de recomendaciones para hacer a China más atractiva para los estudiantes extranjeros. Propuso que las revisiones de trabajos académicos extranjeros sean tratadas por separado de aquellas de estudiantes chinos, para evitar juicios políticos. Explicó que no se trata de dar un trato académico diferente a los estudiantes chinos y a los extranjeros, sino de abordar la cuestión política.
Adicionalmente, instó al gobierno a emitir directrices claras sobre la aplicación de la Ley Anti-Espionaje y otras legislaciones relevantes, con el objetivo de reducir ambigüedades y fomentar un entorno de educación segura y reglamentada. Jia detalló que su propuesta busca que los departamentos gubernamentales competentes publiquen regularmente datos e información sobre los estudiantes extranjeros que estudian en China, refuercen la investigación y, sobre esta base, elaboren políticas más racionales.
Con relación a esto último, diversos países y organismos internacionales han acusado al régimen de Xi Jinping de espiar y vigilar a los estudiantes de China y Hong Kong en el extranjero; principalmente en Occidente. Según lo denunciado por jóvenes chinos para el informe “En la universidad tengo miedo”, de Amnistía Internacional, viven con miedo a la intimidación, el hostigamiento y la vigilancia, puesto que las autoridades chinas tratan de impedir que se involucren en temas de carácter “delicado” o político durante su estancia en el extranjero.
“Los testimonios recogidos en el presente informe exponen los métodos intimidatorios con los que los gobiernos de China y Hong Kong tratan de silenciar a la población estudiantil, incluso a miles de kilómetros, lo que la lleva a vivir con miedo”, declaró Sarah Brooks, directora de Amnistía Internacional para China, el pasado mes de mayo.
Más de la mitad del alumnado entrevistado por Amnistía ha dicho autocensurar de forma habitual sus conversaciones y publicaciones en plataformas digitales por miedo a que las autoridades chinas vigilaran sus actividades, incluso en plataformas de redes sociales no chinas como X, Facebook e Instagram.
Esto, sumado a otras denuncias contra el régimen chino por violaciones a los derechos humanos, también son analizadas por los estudiantes extranjeros a la hora de decidir un destino para continuar sus estudios.
Las crecientes tensiones entre Estados Unidos y China es un factor que, para otros especialistas, influye directamente en la caída de estudiantes de ambas nacionalidades. Una encuesta de Pew realizada en 2021 demostró que más del 50% de los estadounidenses apoyan la limitación de la presencia de estudiantes chinos en Estados Unidos, mientras que el 68% de los chinos tienen opiniones negativas sobre Estados Unidos, según un artículo académico publicado en 2022. Esto inevitablemente ha dañado aún más los flujos de estudiantes entre los dos países.
Estos choques geopolíticos y económicos de Pekín y Washington han abierto una ventana de oportunidades para otros países y regiones, principalmente Europa.
Matthew Barocas es el coordinador del programa de la Cátedra de Negocios y Economía de China en el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS, por sus siglas en inglés) en Washington. Para el portal “China File” compartió su experiencia de un año estudiando en el gigante asiático, adonde llegó en 2021, y también explicó lo que, para su criterio, deberían mejorar las autoridades locales para atraer estudiantes internacionales: “Para atraer a más estudiantes internacionales, China necesita, en primer lugar, romper el ciclo de lentitud o denegación de visas en respuesta a acciones similares de Estados Unidos. Los costos inflados de los vuelos a China siguen siendo una barrera para el ingreso. Deberían existir precios especiales de pasajes aéreos o esquemas de boletos gratuitos para estudiantes. Los servicios digitales también necesitan recibir una mejor orientación sobre cómo hacer adaptaciones para los viajeros internacionales. Con frecuencia me encontré con miniaplicaciones de WeChat que no funcionaban sin un número de identificación nacional chino”.
Las propuestas de Jia, por su parte, sugieren medidas como la publicación de datos regulares sobre los estudiantes extranjeros en China y la elaboración de políticas racionales basadas en dichas investigaciones. Aunque adoptar estas medidas no garantiza un aumento inmediato en la matrícula de estudiantes de países desarrollados, podría servir como un primer paso significativo para abordar algunas de las preocupaciones más acuciantes.
En su exposición el profesor de la Universidad de Pekín reconoció que, aunque se adoptaran estas propuestas, no está claro si los estudiantes de países desarrollados volverían a elegir estudiar en China. Pero lo que sí está claro es que, pese a los esfuerzos de Xi Jinping de impulsar un plan para atraer a jóvenes extranjeros, las acciones internas y externas del régimen alejan cada vez más a los estudiantes internacionales de Beijing.
Pero a diferencia de lo que ocurre en el gigante asiático, cada vez son más los chinos que eligen estudiar en las mejores universidades del mundo occidental. Según ICEF Monitor, en 2022 se registró un récord de estudiantes chinos en el extranjero. Apenas cuatro años antes, en 2018, había unos 520.000 estudiantes matriculados en universidades internacionales, y en 2021, a pesar de la pandemia, las cifras ya se habían duplicado, alcanzando un total de 1.061.511. Además, otros 200.000 estudiantes participaban en programas de intercambio.
Los expertos estiman que el gasto en educación de las familias chinas aumentará en los próximos años. Las previsiones programan que, entre 2015 y 2030, China destinará el 12,5% del crecimiento global del consumo a la educación de los menores de 30 años, lo que representaría la cifra más alta entre todos los países.
Aunque está disminuyendo, el número de estudiantes chinos matriculados en Estados Unidos sigue siendo el más alto de todos los países. Los universitarios chinos también se sienten cada vez más atraídos por muchas buenas universidades de Reino Unido, Alemania, Australia, Reino Unido, Japón y Canadá, entre otros países, que ofrecen amplias oportunidades y menores restricciones.
Sumado a las coyunturas locales y a las políticas cada vez más restrictivas, hay varias razones por las que los estudiantes chinos optan por universidades extranjeras en lugar de las nacionales. La mayoría de las mejores universidades de China son públicas; por ende, bastante más baratas que las privadas. Pero esto también lleva a que sea muy difícil entrar y que todo depende de las notas finales del “Gaokao”, el examen más importante en el país y que se realiza al final del bachillerato. Este esquema provoca una competencia feroz y una enorme presión sobre las familias y los estudiantes. Por eso, muchas familias se inclinan por universidades asiáticas, australianas u occidentales de excelencia.