Dos años después del trágico asesinato de Mahsa Amini a manos de la Policía de la Moralidad en Irán, las protestas que surgieron bajo el lema “Mujeres, Vida, Libertad” han dejado una marca imborrable en la sociedad iraní, a pesar de la intensa y brutal represión ejecutada por el régimen del ayatolá Ali Khamenei.
Las imágenes de jóvenes quemando sus velos y removiendo turbantes de los ayatolás reflejan la determinación de la juventud iraní para vivir según sus propias reglas. Estas manifestaciones, sin embargo, se encontraron con una feroz represión por parte de las autoridades del régimen, con detenciones arbitrarias, sentencias de muerte y ejecuciones.
Esta brutalidad se evidenció, por ejemplo, cuando la policía disparó contra el coche de Arezou Badri, dejando a la joven con una lesión que podría dejarla parapléjica. Pese a esto, la resistencia persiste.
El cineasta Mohammad Rasoulof y la actriz Golshifteh Farahani fueron -y son- víctimas de esa persecución, y hoy en día, desde el exilio, utilizan su llegada al público internacional para mostrar lo que está ocurriendo en su país. El diario francés “Libération” conversó con estas dos figuras destacadas en la lucha contra el régimen de Teherán, quienes destacaron “la resistencia sin precedentes” ante la represión.
Farahani, exiliada desde hace dieciséis años, ha utilizado su influencia para conectar su patria con el mundo occidental. “Durante quince años no dije nada; creía que mi trabajo artístico era una suficiente expresión de libertad. Cuando Mahsa murió, salió de mi mente y lo viví en mi cuerpo”, explicó a ese medio francés. En los últimos tiempos su rol fue fundamental para traducir las emociones del pueblo iraní a la comunidad internacional.
Mohammad Rasoulof, en tanto, ha producido obras cinematográficas en la clandestinidad, obteniendo reconocimientos internacionales como el Premio Especial del Jurado en Cannes por “Les Graines du figuier sauvage” (“La semilla del higo sagrado”). La película, que traza la revuelta de dos adolescentes contra sus padres en el corazón del movimiento, motivó la salida del cineasta y su equipo de Irán el pasado mes de mayo.
“El régimen ha provocado su propia destrucción”, comentó Rasoulof a Libération. Y agregó: “Estamos en una etapa en la que los adolescentes esperan cambiar la realidad en la que viven”.
Farahani, por su parte, destacó el valor de la juventud persa, que sigue resistiendo, a pesar de la brutalidad del régimen: “Estoy impresionada por esta nueva generación. Estos adolescentes tienen un talento inimaginable para ignorar a la República Islámica. La forma en que humillan a los que están en el poder me transporta”.
Esta observación resalta una diferencia generacional evidente, donde cada década presenta un cambio radical en la mentalidad y el enfoque hacia el régimen, apuntó.
Ambos artistas han sufrido las consecuencias de enfrentarse al régimen.
“Durante quince años estuve constantemente en la cárcel, siendo interrogado, azotado y enfrentado a esa gente. Me intrigaba su modus operandi”, comentó Rasoulof.
Farahani, en tanto, recordó que un juez le permitió salir de Irán, a pesar de ser conocido por su dureza: “No puedes entender estas contradicciones, así es Irán”.
La situación actual en Irán sigue siendo impredecible. “El cambio puede ser lento, pero también muy repentino”, consideró Rasoulof. Y añadió: “La República Islámica gobernaba diciendo: ‘Sé quien eres, pero vive como te digan’. Este movimiento responde: ‘Ahora, vamos a vivir como queramos’”.
La actriz iraní también se refirió al movimiento feminista en su país. Según indicó, es una cuestión de derechos humanos y aseveró que “el velo no es el problema en sí, sino un símbolo de un sistema de desigualdades”. En este contexto, la valentía y audacia inspirada por el lema “Mujeres, Vida, Libertad” ha potenciado el deseo de cambio entre los jóvenes iraníes.
Los artistas hablaron, además, de cómo la tecnología ha jugado un papel crucial a la hora de exponer las atrocidades del régimen. “La tecnología digital ha cambiado todo”, afirmó Rasoulof, quien destacó que “las noticias sobre ejecuciones se filtran muy rápidamente”, lo que ha permitido a varios países y organismos internacionales pedir explicaciones al régimen y condenar esas ejecuciones arbitrarias.
“Siguen distorsionando la verdad, pero quedan algunas huellas”, afirmó Farahani.
Finalmente, ambos coincidieron en la esperanza que traen las nuevas generaciones. “Estos jóvenes son como semillas que se han plantado. Crecerán, porque está en su naturaleza. Eso es un hecho, no una esperanza”, concluyó Farahani.
Aumento de la represión a las mujeres
El pasado jueves la Misión de la ONU de Investigación de los Hechos en Irán denunció que las autoridades de Irán reforzaron sus acciones para limitar los derechos fundamentales de mujeres y niñas, tras dos años del asesinato de Amini, quien se convirtió en un símbolo de la lucha contra la República Islámica.
La joven fue arrestada por la policía religiosa en Teherán el 13 de septiembre de 2022 y murió bajo custodia sólo tres días después. Su muerte provocó una intensa ola de protestas que se propagó por todo Irán y generó manifestaciones de solidaridad a nivel internacional.
Los tres miembros de la Misión de la ONU informaron en un reporte actualizado sobre la situación en Irán que las fuerzas de seguridad intensificaron sus ya habituales patrones de violencia física contra las mujeres, que incluyen golpes, patadas y bofetadas a quienes consideran que no cumplen con las normas sobre el velo o hiyab.
El caso más emblemático de esto actualmente es el de la Premio Nobel de la Paz iraní Narges Mohammadi, quien fue brutalmente golpeada en prisión y no recibe atención médica.
Mohammadi, de 52 años, la activista más prominente de derechos humanos y derechos de las mujeres en Irán, está cumpliendo una sentencia de 10 años en la prisión de Evin por cargos de amenaza a la seguridad nacional debido a su defensa de los derechos humanos. Recibió el Premio Nobel de la Paz en 2023.
Desde la sección femenina de la prisión, ha organizado talleres, charlas, protestas y sentadas contra las violaciones de derechos humanos del gobierno.
El 6 de agosto, Mohammadi y otras prisioneras realizaron una protesta y corearon consignas contra la ejecución planeada de un hombre kurdo, Reza Rasaei, de 34 años, quien fue arrestado durante las protestas de 2022 y acusado de tener un papel en el asesinato de un miembro de las fuerzas de seguridad de Irán. Él negó las acusaciones y los grupos de derechos humanos dijeron que había sido condenado en “un falso juicio”.
Según Taghi Rahmani, esposo de Mohammadi, y Mostafa Nili, su abogado, la protesta del 6 de agosto se tornó violenta cuando guardias antidisturbios irrumpieron en el patio de la prisión. Las mujeres fueron violentamente golpeadas, empujadas y metidas en sus celdas y encerradas en ellas, dijo su marido.
Datos de la ONU indican que unas 345 personas han sido ejecutadas en Irán en lo que va de año, 87 de ellas desde las elecciones presidenciales del pasado 5 de julio, en las que venció el moderado Masud Pezeshkian.