El papa Francisco llegó este lunes a Timor Oriental, un país pobre mayoritariamente católico, para una visita de tres días que ha despertado un gran fervor entre sus 1,3 millones de habitantes. Es el segundo país más católico en el mundo después del Vaticano.
Fieles católicos acudieron en masa para ver a Jorge Bergoglio, en su viaje a la nación más joven de Asia, peregrinando desde ciudades lejanas y cruzando la frontera con Indonesia.
Decenas de miles de personas se alinearon en las calles de la capital, Dili, agitando banderas con los colores blanco y amarillo del Vaticano, mientras el pontífice de 87 años era conducido por las calles, flanqueado por miembros de seguridad.
El papa se mostró animado tras aterrizar procedente de Papúa Nueva Guinea para la tercera escala de una agotadora gira de 12 días por Asia-Pacífico, saludando y sonriendo a una multitud de devotos que intentaban verle.
“Será un momento de orgullo para mí y para mi familia, y creo que también para todo el pueblo de Timor Oriental”, dijo Nunsia Karmen Maya, de 42 años.
El papa, en silla de ruedas, recibió un pañuelo tradicional tras su llegada al aeropuerto de Dili, cerrado a los vuelos civiles desde hace tres días, donde fue acogido por una guardia de honor y el presidente José Ramos-Horta.
Este lunes hablará ante los dirigentes del país, pero el punto culminante de su viaje será la misa multitudinaria del martes, a la que se espera que asistan 700.000 fieles.
La pequeña ciudad costera se ha sometido a una costosa remodelación antes de la visita papal y las autoridades han desalojado a los vendedores ambulantes y a las personas sin hogar de las zonas por las que pasará Francisco, lo que ha despertado críticas.
Grupos de derechos humanos afirman que algunas viviendas informales fueron demolidas para preparar la visita.
Historia compleja
Timor Oriental, independiente desde el 20 de mayo de 2002, es un país mayoritariamente católico, vecino de Indonesia, nación con más musulmanes del mundo.
La historia del país más joven del Sudeste Asiático, una democracia incipiente de 1,3 millones de habitantes, estuvo marcada por siglos de colonización portuguesa, casi 25 años de ocupación indonesia (diciembre 1975-octubre 1999) y un referéndum de independencia respaldado por la ONU.
Francisco es el primer papa que visita el país, donde cerca del 98% de sus 1,3 millones de habitantes son católicos.
El país se independizó formalmente en 2002, saliendo de una brutal ocupación indonesia que dejó más de 200.000 muertos.
Se prevé que el papa aborde la delicada cuestión de los escándalos de pederastia dentro de la Iglesia, que tuvo un episodio sonado en este país.
El obispo Carlos Belo, ganador del Nobel de la Paz en 1996 por su trabajo por la independencia de Timor Oriental, fue sancionado en 2020 por el Vaticano, acusado de haber abusado sexualmente de menores durante una veintena de años.
Los grupos de defensa han pedido a Francisco que se pronuncie sobre el tema, pero su agenda oficial no incluye por el momento ningún encuentro con víctimas.
Esta gira, que lo llevó ya a Indonesia y Papúa Nueva Ginuea, es la más larga y lejana desde su elección en 2013 y supone un desafío físico para el jesuita argentino, que ha tenido problemas de salud recurrentes en los últimos años.
La travesía culminará el 13 de septiembre en Singapur, la cosmopolita ciudad-Estado visitada hace 38 años por Juan Pablo II donde solo un 8% de la población se declara católica.
El viaje estaba previsto para 2020, pero se aplazó por la pandemia del covid. Hasta hace pocas semanas, en los pasillos del Vaticano persistían las dudas sobre si la salud del papa argentino de 87 años le permitiría acometer una gira de este tipo.
Francisco, que normalmente se desplaza en silla de ruedas o con ayuda de un bastón, se sometió en 2023 a una importante operación abdominal y contrajo una gripe en noviembre que le obligó a suspender su viaje a la COP28 de Dubái.
(AFP)