El primer ministro francés, Michel Barnier, nombrado este jueves por el presidente Emmanuel Macron, prometió escribir una nueva página “útil” para una Francia que atraviesa un “momento grave”, e incluyó entre las prioridades de su Gobierno varias de las lanzadas por la extrema derecha de Marine Le Pen, que será clave para su supervivencia.
Tras el traspaso oficial de poderes en el Palacio de Matignon de manos de su predecesor, el macronista Gabriel Attal, Barnier declaró que asume el Gobierno con “mucha humildad” y señaló que tratará de responder tanto como sea posible “a los retos, la rabia, el sufrimiento, la sensación de abandono y de injusticia que son demasiado frecuentes” en ciudades, barrios y áreas rurales.
Entre sus prioridades mencionó temas como decir la verdad sobre la “deuda financiera y ecológica” o aumentar la influencia de Francia en Europa, pero también varios de los asuntos que la Agrupación Nacional (RN) de Marine Le Pen ha mencionado como prioritarios para que su partido no lo censure, como el “control” de la inmigración o la seguridad.
El dirigente conservador, que anteriormente fue ministro y comisario europeo, también hizo mucho hincapié en que habrá “cambios y rupturas” que pueden ser difíciles y en que su Gobierno será de respeto, en primer lugar hacia el Parlamento, pero también hacia todas las formaciones políticas.
”Y digo bien, de todas las fuerzas políticas”, recalcó.
Eso significa a priori no excluir al RN, tal y como reclamaba también Le Pen, especialmente a la vista de que su partido fue la fuerza más votada en las últimas elecciones legislativas, si bien en número de diputados sean tan solo el tercer bloque de la Asamblea Nacional debido al ‘frente republicano’ puesto en marcha por otras fuerzas.
”El Gobierno no pretenderá que es el único que posee todos los conocimientos por ciencia infusa”, aseguró, y reconoció que hará falta “actuar más que hablar”.
Junto a Barnier compareció también Attal para despedirse de sus funciones como primer ministro, materializando el relevo entre el primer ministro más joven de la historia reciente de Francia (35 años actualmente) y el más mayor (73).
“Ser primer ministro es el honor de una vida”, ha dicho Attal a las puertas del Hotel Matignon, la residencia oficial del primer ministro, que deja, ha reconocido, con cierta “frustración” después de ocho meses que le han sabido a “poco”.
”La política francesa está enferma”, lamentó el diputado macronista, pero la “cura” es posible si todo el mundo acepta “salir del sectarismo”, admitió Attal.
La izquierda francesa denunció el nombramiento de Barnier
Para la izquierda el primer discurso del nuevo primer ministro confirmó los peores presagios. ”El nombramiento de Michel Barnier, que aplicará una política macro-lepenista, es un insulto a la soberanía popular”, lanzó la jefa de filas de la Asamblea Nacional de La Francia Insumisa (LFI), Mathilde Panot.
El líder izquierdista Jean-Luc Mélenchon, fundador de La Francia Insumisa (LFI), acusó a Macron de “robo electoral”. El izquierdista sostuvo que Barnier sale de un partido, Los Republicanos, que quedó el último entre la grandes formaciones políticas francesas en las legislativas de julio, en las que esa formación de derechas logró 47 diputados del total de 577 de la Asamblea Nacional.
Es un primer ministro “que no tiene nada que ver con el resultado de las elecciones”, argumentó el fundador de LFI en una comparecencia en video minutos después del anuncio, y aseveró que no cree ni por un momento que Barnier vaya a encontrar una mayoría en la Asamblea Nacional que respalde “tal negación de la democracia”.
“Michel Barnier no tiene legitimidad política ni republicana. Esta gravísima situación es inaceptable para nosotros, los demócratas”, sintetizó el Partido Socialista en un comunicado en el que avanzó que, al igual que el resto de sus socios del NFP, buscará tumbar al nuevo primer ministro a través de mociones de censura parlamentarias.
(Con información de EFE y Europa Press)