Un nuevo estudio publicado en la revista académica JAMA Psychiatry ha revelado que un diagnóstico grave de COVID-19 puede estar vinculado a un mayor riesgo de desarrollar enfermedades mentales posteriores, como depresión y trastornos de ansiedad. Esta asociación se observa con mayor intensidad en personas no vacunadas.
El estudio fue llevado a cabo por investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de Bristol, en colaboración con otras instituciones del Reino Unido. Los investigadores analizaron historiales médicos de tres grupos de adultos en Inglaterra, con edades comprendidas entre los 18 y los 110 años, diagnosticados con dicho virus entre enero de 2020 y diciembre de 2021. Uno de los grupos incluido a 18,6 millones de personas a las que se les diagnosticó dicha infección antes de que las vacunas estuvieran disponibles, y los otros dos grupos, con unos 14 millones de personas vacunadas y 3,2 millones de personas no vacunadas, se diagnosticaron en el período en que las vacunas ya eran accesibles.
La investigación encontró que la incidencia de enfermedades mentales, incluyendo depresión, trastornos de ansiedad general, trastorno de estrés postraumático, entre otras, fue significativamente mayor en las semanas posteriores al diagnóstico de la infección de coronavirus, siendo el incremento más notable en las personas no vacunadas. En este grupo, el riesgo elevado de enfermedades mentales se mantiene hasta un año después de la infección grave del coronavirus.
Las personas hospitalizadas por dicha enfermedad presentan un riesgo considerablemente mayor de padecer enfermedades mentales. Entre quienes tuvieron la infección antes de que las vacunas estuvieran disponibles, la incidencia de depresión fue 16.3 veces mayor si la infección requirió hospitalización, en comparación con 1.22 veces mayor sin hospitalización, según el Dr. Jonathan Sterne, autor del estudio y profesor de estadística médica y epidemiología.
El estudio también reveló que la incidencia de depresión fue la más alta en las cuatro semanas posteriores al diagnóstico. Para aquellos que habían contraído el virus antes de la disponibilidad de la vacuna, la incidencia fue 1.93 veces superior; entre los no vacunados fue 1.79 veces superior, y entre los vacunados fue 1.16 veces superior. La incidencia general de depresión se mantuvo elevada durante 28 semanas y hasta 102 semanas en el grupo anterior a las vacunas.
Las asociaciones más fuertes con enfermedades mentales se observaron en adultos mayores y hombres, lo cual podría explicarse por qué estos grupos son más propensos a desarrollar casos graves de la infección que requieren hospitalización, afirmó Sterne.
De acuerdo con CNN, estos hallazgos subrayan la necesidad de una mayor atención a la salud mental de quienes han padecido una infección severa, indicando que las enfermedades mentales graves están asociadas a una mayor demanda de servicios sanitarios y efectos adversos a largo plazo en la salud, según la Dra. Venexia Walker, investigadora principal de Epidemiología en la Universidad de Bristol.
A pesar de los avances en la vacunación y la inmunidad poblacional, el estudio hace hincapié en la importancia de las vacunas no solo para prevenir infecciones graves, sino también para mitigar las secuelas mentales. Esta investigación, aunque centrada en datos de 2020 y 2021, sigue siendo relevante debido a la previsión de futuras olas del virus y posible impacto en la salud mental a largo plazo.
El Dr. Dan Barouch, director del Centro de Virología e Investigación de Vacunas del Centro Médico Beth Israel Deaconess, señaló que, aunque los datos reflejan un período anterior de la pandemia, la situación en 2024 es diferente, con una mayor inmunidad en la población. Sin embargo, la información sigue siendo crucial para comprender el impacto del virus sobre la salud mental a largo plazo, según información del CNN.
Otros estudios anteriores también han encontrado un mayor riesgo de problemas neurológicos y psiquiátricos en personas con el coronavirus. El Dr. Ziyad Al-Aly, epidemiólogo clínico de la Universidad de Washington en St. Louis, destacó que la infección deja una marca en el cerebro, manifestándose en varios trastornos de salud mental, según el informe de CNN.
Estos hallazgos indican que las personas hospitalizadas por la infección vírica tienen un riesgo mayor de desarrollar problemas neurológicos graves en comparación con aquellas hospitalizadas por enfermedades como la influenza. La comparación sugiere que hay algo particular en la infección que eleva el riesgo de trastornos neuropsiquiátricos.