La masacre de 12 chicos drusos y las decenas de heridos en Majdal Shams en los Altos del Golán requerían de una fuerte respuesta por parte de Israel, después de meses de una guerra de desgaste librada por Hezbollah en el norte de Israel, sin provocación alguna por parte de Israel, y en solidaridad y apoyo con la brutal guerra inicada en Gaza por Hamás.
En este contexto, se debe enfatizar que las “serias preocupaciones” de la comunidad internacional sobre la posibilidad de una guerra con el Líbano, con el potencial de que se expanda a una guerra regional, no ha llevado a tomar ninguna medida significativa para frenar a Hezbollah y sus agresiones, a pesar de las violaciones de la organización a la Resolución 1701 del Consejo de Seguridad de la ONU de 2006.
La respuesta israelí fue un asesinato planificado a uno de los mayores comandantes militares de Hezbollah hasta la fecha, Fuad Shukr, miembro del Consejo de la Yihad, el alto foro militar del grupo. Según fuentes israelíes él fue el mayor responsable de la masacre a los niños en Majdal Shams, y es a su vez responsable del proyecto estratégico de misiles de precisión de Hezbollah.
El asesinato fue un ataque aéreo en el distrito de Dahiya, la fortaleza de Hezbollah en el corazón de Beirut. Debe notarse qué, en los días recientes, ha habido reportes de que los Estados Unidos demandaron a Israel que no atacara ciudades importantes en Líbano, y menos Beirut.
En mi opinión, la decision israelí de atacar específicamente en Beirut no fue sólo por simbolismo, pero al elegir su objetivo, Fuad Shukr, lo vinculó a él y a la organización como instigadores del terrorismo contra Estados Unidos, debido al involucramiento de la organización en el ataque al Cuerpo de Marines estadounidenses en Beirut en 1983.
Personalmente, pienso que Shukr debería haber sido eliminado hace algunos meses en una operación sin la firma israelí. El objetivo elegido en respuesta a la masacre a los niños en Majdal Shams debería haber sido algún sitio militar estratégico de Hezbollah, que sea visible en el Líbano y ante todo el mundo árabe, similar a lo que hizo Israel con el puerto de Hodeida hace algunas semanas, como represalia a las continuas agresiones por agua y aire por parte de los hutíes, en contra de Israel.
Menos de 24 horas después, fue reportado el asesinato de Ismail Haniyeh, líder del Buró Político de Hamas, en Teherán. Es tanto significativo como simbólico que el asesinato fue llevado a cabo en Teherán y los tiempos del mismo, apenas unas horas después de la ceremonia de inauguración del nuevo presidente iraní, Masud Pezeshkian. Poco horas antes de su asesinato, Haniyeh se reunió con el líder supremo de Irán, el Ayatolá Jameneí, probablemente en alguna instalación segura del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria. Esto evidentemente avergüenza al regimen iraní.
En esta primera etapa de los acontecimientos, evalúo qué la respuesta a ambos incidentes va a ser limitada, ya que ninguna de las partes está interesada en una guerra a gran escala. Los iraníes necesitan además pruebas de que el ataque en Teherán haya sido de su autoría, ya que desde Tel-Aviv no han tomado responsabilidad por el mismo. Va a ser interesante ver la reacción del presidente turco Erdogan, debido a su cercanía con Haniyeh.
Además, debe ser remarcada la declaración del General Lloyd Austin, el secretario de Defensa de EE.UU., que manifestaba que iban a ayudar a defender a Israel en caso de que una guerra a gran escala se libre con el Líbano. No es casualidad que se haya informado que el grupo de batalla naval estadounidense en el Golfo Pérsico ha mejorado sus posiciones.