Los archivos del papa Pío XII, recientemente abiertos, arrojaron nueva luz sobre las afirmaciones de que el pontífice de la Segunda Guerra Mundial no se pronunció sobre el Holocausto, pero también brindan detalles sobre otro capítulo polémico en la historia del Vaticano: el escándalo en torno al fundador de los Legionarios de Cristo.
Ya se han escrito libros enteros sobre la abundante documentación que llegó a la Santa Sede en los años 1940 y 1950 y que demostraba que sus funcionarios tenían pruebas de la dudosa moralidad del reverendo Marciel Maciel, su consumo de drogas, su imprudencia financiera y el abuso sexual de sus jóvenes seminaristas.
Sin embargo, la Santa Sede tardó más de medio siglo en sancionar a Maciel, y más aún en reconocer que era un fraude religioso y un estafador que abusó de sus seminaristas, tuvo tres hijos y construyó una orden religiosa secreta y parecida a una secta para ocultar su doble vida.
Los archivos recién abiertos del papado de Pío, que abarcó el período 1939-1958, están añadiendo algunos detalles nuevos a lo que ha sido de dominio público, ya que incluyen documentación previamente no disponible de la secretaría de estado del Vaticano.
Confirman que el Vaticano de Pío estaba tomando medidas enérgicas contra Maciel en 1956 y estaba dispuesto a tomar medidas aún más duras contra él, incluida la eliminación total del ministerio sacerdotal, pero que la muerte de Pío en 1958 permitió a los partidarios de Maciel aprovechar el vacío de liderazgo para salvar su nombre y su orden.
Hasta ahora, el mayor conjunto de documentación disponible públicamente sobre Maciel provenía de la Congregación para los Religiosos del Vaticano, que supervisó la Legión después de su fundación en 1941 en México.
En 2012, algunas de las víctimas mexicanas de Maciel publicaron en Internet más de 200 documentos que abarcaban el período comprendido entre 1940 y 2002 y que habían obtenido de alguien con acceso al archivo de la Congregación para los Religiosos. Estos documentos, que también aparecen en el libro “La voluntad de no saber”, detallaban las pruebas que tenía el Vaticano sobre las depravaciones de Maciel, pero también cómo durante décadas obispos, cardenales y papas hicieron la vista gorda y creyeron en cambio en los informes elogiosos que también llegaban a Roma.
Ahora, los nuevos documentos de la oficina central de gobierno del Vaticano están dando cuerpo a esa historia, proporcionando más detalles sobre quién en el Vaticano ayudó a Maciel a evadir la sanción, creyendo que las acusaciones en su contra eran calumnias, y quién buscó adoptar una línea más dura.
Un nuevo documento, publicado el domingo en el suplemento cultural La Lettura del Corriere della Sera, contiene el borrador original de un memorando del 1 de octubre de 1956 del número 3 de la oficina del Vaticano para las órdenes religiosas.
Ese día, Maciel llegó a Roma después de haber sido suspendido por el Vaticano como superior de la Legión y haberle ordenado entrar en desintoxicación para superar una adicción a la morfina.
Según el memorándum, la Congregación para los Religiosos del Vaticano quería que se impusiera una medida adicional a Maciel: que se le prohibiera tener contacto con seminaristas jóvenes o correría el riesgo de ser suspendido completamente del ministerio sacerdotal, lo que significa que no podría celebrar misa públicamente, escuchar confesiones o celebrar cualquier otro sacramento como sacerdote.
El autor de la nota, el reverendo Giovanni Battista Scapinelli, escribió que si Maciel llega a la congregación “le ordenaré que se haga curar, que abandone todo contacto con sus estudiantes hasta que la congregación diga lo contrario. Y si no se presenta, en dos días, se le debe dar una orden preventiva a Maciel: o va a hacerse curar o permanecerá suspendido a divinis”.
El borrador es significativo porque muestra que en 1956, al menos algunos en el Vaticano tomaron en serio los informes que habían llegado a Roma de que Maciel estaba abusando de sus jóvenes seminaristas y querían protegerlos, y querían castigar a Maciel con una de las penas más severas de la Iglesia por sus crímenes. Sin embargo, pasarían 50 años, hasta 2006, para que el Vaticano finalmente condenara a Maciel a una sentencia comparativamente leve de “una vida de penitencia y oración” por sodomizar a sus jóvenes reclutas.
En 2012, las víctimas mexicanas publicaron un borrador posterior del memorando del 1 de octubre de 1956. En él se mostraba que Scapinelli había tachado su orden original de que Maciel se abstuviera de tener contacto con sus seminaristas y simplemente le había ordenado que recibiera tratamiento médico para su adicción a las drogas. Contiene otra página y media de notas escritas a mano, como si Scapinelli la hubiera reescrito tras consultar con otras personas.
Los archivos de la Secretaría de Estado contienen lo que parece ser una versión mecanografiada final del memorando, fechada el 2 de octubre de 1956, en la que se omite toda referencia a la prohibición de que Maciel tuviera contacto con jóvenes y sólo se habla de que recibió ayuda médica, sin más amenazas de suspensión ministerial. Unas semanas después, el Vaticano designó a clérigos externos para que hicieran una investigación más exhaustiva in situ.
Todas las versiones del memorándum del 1 de octubre de 1956 dejan claro que Maciel tenía un gran protector en el Vaticano en la figura del cardenal Giuseppe Pizzardo, el número dos de la poderosa Congregación para la Doctrina de la Fe. Otros documentos dicen que la Congregación para los Religiosos “no pudo proceder más contra el padre Maciel debido a las recomendaciones e intervenciones de personalidades de alto rango”.
Scapinelli sugiere que Pío estaba completamente versado en el asunto Maciel y había respaldado su remoción como superior de la Legión, escribiendo que Maciel había sido removido temporalmente “por razones conocidas por el Santo Padre”.
De hecho, en septiembre de ese año la Congregación para los Religiosos entregó a Pío un expediente con “abundante documentación” para que lo leyera, con una carta adjunta en la que recordaba que la Congregación nunca había querido reconocer a la Legión como una orden religiosa aprobada pontificalmente debido a sus “serias” preocupaciones sobre Maciel.
Pío murió dos años después, el 9 de octubre de 1958. En el caos de un nuevo papado, un cambio de liderazgo en la Congregación para los Religiosos e intervenciones de los partidarios de Maciel, Maciel fue reinstalado como superior de la Legión a principios de 1959. La Legión fue reconocida como una orden religiosa pontificia unos años más tarde.
Maciel murió en 2008. Un año después, la Legión admitió algunos de sus crímenes y un año después el Vaticano tomó el control de la Legión e impuso un proceso de reforma y “purificación”.
(con información de AP)