Han pasado diez años desde que el vuelo fletado por Malaysia Airlines despegó del Aeropuerto Schiphol de Ámsterdam con destino a Kuala Lumpur a las 12.30 (hora neerlandesa), y que casi tres horas después fue derribado sobre un campo agrícola cerca de Pervomaiski, este de Ucrania, cobrando la vida de sus 298 tripulantes.
El presidente ucraniano Volodimir Zelensky, con motivo del décimo aniversario, aseguró este miércoles que es “inevitable” que Rusia rinda cuentas por su responsabilidad en el derribo del vuelo MH17 de Malaysia Airlines en julio de 2014 y agregó que es una clara muestra de “quién vino a hacer la guerra” en el país europeo.
Compartió en sus redes sociales: “El mal ruso no sólo es una amenaza para nosotros. La rendición de cuentas por parte de Rusia por esta atrocidad es inevitable”.
Zelensky ha expresado su confianza en que “todos los culpables de éste y otros crímenes de guerra rusos recibirán sin duda una sentencia bien merecida”. “¡Memoria eterna para todas las víctimas de la agresión rusa!”, exclamó.
Por su parte, el Gobierno de Australia también pidió este miércoles a Rusia “que asuma su responsabilidad” por el derribo del vuelo MH17 de Malaysia Airlines. Entre las 298 víctimas, 38 eran residentes y ciudadanos australianos.
“Australia se mantiene firme en su compromiso de buscar la verdad, la justicia y la rendición de cuentas de los responsables de este horrible acto de violencia”, según un comunicado de la ministra australiana de Exteriores, Penny Wong, y el fiscal general del país oceánico, Mark Dreyfuss, publicado hoy.
En búsqueda de la verdad, en 2014 se formó un Equipo Conjunto de Investigación (JIT), por Australia, Bélgica, Malasia, Países Bajos y Ucrania. Este determinó que el MH17 había sido derribado por un misil Buk de fabricación rusa disparado por separatistas prorrusos desde el este de Ucrania.
Se trató de la primera pista en una larga búsqueda de pesquisas, que aún está en curso, la que llevó a identificar a tres involucrados en el derribo: los rusos Igor Girkin y Sergey Dubinsky, y el ucraniano Leonid Kharchenko. Ninguno dio la orden de disparar, pero eran parte de la cadena de mando de los rebeldes y habrían desempeñado un papel relevante en el transporte y vigilancia del lanzamisiles.
Aunque un tribunal neerlandés sentenció a los tres a cadena perpetua por “asesinato” de 298 personas, ninguno ha sido detenido y se cree que se encuentran en Rusia, país que no extradita a sus nacionales por motivos constitucionales.
La corte también concluyó que Rusia “participó en los combates y tenía el control general” de la autoproclamada R.P. de Donetsk (RPD) en julio de 2014 y “los líderes de la RPD parecen estar en estrecho contacto con asesores del Kremlin y los servicios de inteligencia rusos”.
No obstante, la Corte cree que el derribo fue un “error” de los separatistas prorrusos y asumió que no tenían la intención de derribar un avión de pasajeros, y que lo confundieron con uno militar.
En febrero del año pasado, el JIT publicó nuevas conclusiones que señalan que el presidente de Rusia, Vladímir Putin, autorizó personalmente la entrega de sistemas de defensa aérea a los separatistas ucranianos, incluido el Buk que derribó el vuelo MH17, pero su inmunidad impide demandarlo.
Durante las semanas posteriores a la tragedia, el Parlamento neerlandés criticó fuertemente a su gobierno por no responsabilizar públicamente a Rusia, a pesar de los indicios de su implicación, pero esta semana el canal público Nieuwsuur reveló que se trataba de una estrategia para evitar que Moscú obstaculizara la repatriación de los cuerpos y para lograr el apoyo ruso a una resolución de la ONU para abrir una investigación independiente.
(Con información de Europa Press y EFE)