(Desde Kiev, Ucrania) - Según informes oficiales del gobierno de Volodimir Zelensky de junio de 2024, a partir de la invasión de febrero de 2022 las fuerza rusas destruyeron o dañaron 1.080 objetos culturales en Ucrania. Además, hay pruebas irrefutables de saqueos de piezas valiosas en las ciudades y pueblos ocupados. Entre las instituciones y objetos afectados hay iglesias, esculturas y piezas de arte antiguo y muy valioso; 116 museos o galerías destruidas o dañadas, 131 bibliotecas destruidas en todo el país y 746 que fueron severamente dañadas.
Por los bombardeos y los ataques deliberados a bibliotecas e imprentas, se calcula la pérdida de 187 millones de ejemplares de libros en ucraniano. Para los expertos, teniendo en cuenta que muchos de los ataques fueron dirigidos a espacios de la cultura alejados del frente de batalla y sin otros edificios en los alrededores, detrás de estas acciones hay un plan sistemático ordenado por el Kremlin para borrar las huellas de la cultura ucraniana.
No es la primera vez que la cultura ucraniana sufre estos embates por parte de los rusos, es tradición. A lo largo de la historia, escritores, intelectuales, pensadores e instituciones culturales conocieron la censura y la presión rusa para evitar o acabar con su independencia. Por eso, esta vez hay organizaciones dispuestas a llevar a los tribunales internacionales una causa por genocidio cultural contra los rusos.
Quienes están preparando esta causa integran la organización Lemkin Society (que lleva el nombre de Raphael Lemkin, el jurista judío polaco que acuñó el concepto de “genocidio”), y procuran presentar el caso en la Corte Penal Internacional antes de fin de año.
Días atrás, Halia Chyzhyk, directora ejecutiva de la Lemkin Society, contó en Kiev los antecedentes del caso y los detalles de la causa, que podés leer acá. Lo que sigue es un breve intercambio que mantuvimos por mail, en el que profundizamos un poco sobre el tema y sobre el empecinamiento del presidente ruso, Vladimir Putin, en negarle identidad nacional a Ucrania y a su cultura.
– En la reunión que mantuvimos en Kiev, nos comentó que su organización presentaría la causa ante la CPI antes del mes de diciembre. ¿Podría contarme en qué instancia están ahora?
– En este momento nuestro equipo está trabajando en los informes y las pruebas recopiladas por los observadores que documentaron ataques a bienes culturales. Hablamos ahora de cerca de 850 casos que tenemos documentados. Realizamos análisis legales y seleccionamos casos probatorios para presentar ante la Corte Penal Internacional. con el objetivo de demostrar el carácter intencional y deliberado de los ataques a la cultura ucraniana, ya que creemos que es una clara señal de genocidio.
–¿Podría contarme cuándo empezaron ustedes como organización a pensar en llevar este tema a la corte internacional?
– En realidad, la Lemkin Society fue creada con el objetivo de buscar responsabilidad legal por los crímenes contra la cultura ucraniana, en particular, el crimen de genocidio. Empezamos a darle forma a la idea de genocidio cultural en septiembre de 2023. Dado que los rusos están cometiendo crímenes internacionales, deberían ser castigados internacionalmente, para sentar un precedente y prevenir o, al menos, hacer mucho más difícil que alguien en el futuro cometa crímenes tan horribles.
– Rusia busca persuadir al mundo de que la cultura ucraniana no existe, que Rusia y Ucrania son la misma cultura y también que Ucrania como país fue una invención de los bolcheviques y de Lenin, en particular. ¿Cuál es su respuesta a estas aseveraciones?
– Si Rusia tiene razón, ¿por qué entonces se esfuerza tanto en cancelar algo que, según ellos, ni siquiera existe? Ya han gastado millones de dólares en misiles que impactan en objetos culturales ucranianos. Podría hablar durante mucho tiempo sobre lo rica y hermosa que es la cultura ucraniana, pero en lugar de eso le daré solo un ejemplo. Probablemente haya escuchado la canción navideña Carol of the Bells. En realidad, esta canción fue creada por el compositor ucraniano Mykola Leontovych y está profundamente arraigada en una antigua canción del folclore ucraniano conocida como Shchedryk. En 1919, buscando apoyo mientras el ejército ruso avanzaba sobre Kiev, a la manera de diplomacia cultural los líderes de la independiente República Popular de Ucrania enviaron un coro ucraniano a actuar en países occidentales para transmitir la profundidad del espíritu y la identidad ucranianos a través de la música. Shchedryk se convirtió entonces en el éxito de esos conciertos.
El 5 de febrero de 1921, durante el gobierno de Hipólito Yrigoyen, la Argentina se convirtió en el primer y único país de América Latina en reconocer y establecer relaciones oficiales con la República Popular de Ucrania, el Estado cuya independencia duró entre 1917 y 1921.
Sigue Halia Chyzhyk:
“Tras lograr un gran éxito en Europa, el coro ucraniano viajó a América y actuó en Estados Unidos, Brasil, Canadá, México, Argentina, Uruguay y Cuba. Desafortunadamente, aunque los conciertos del coro ucraniano fueron extremadamente populares y ganaron mucha atención, el estado ucraniano no recibió el suficiente apoyo político y militar para defenderse de Rusia y finalmente fue capturado por los bolcheviques. Mykola Leontovych, el padre del éxito mundialmente conocido, fue asesinado por un miembro de la Cheka, la policía secreta soviética, en enero de 1921. Hoy, cien años después, los rusos siguen matando a artistas ucranianos e intentando privar a los ucranianos de su legado cultural. Por eso necesitamos frenarlos, detener esto”.
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Junto con sus respuestas, Halia me envió por mail un link a un artículo en inglés, que cuenta la historia de “Shchedryk”, un tema que ya es famoso en todo el mundo, basado en una canción popular ucraniana cuyo tópico era originalmente el año nuevo. El tema musical tiene origen en tiempos de antes de Cristo y, como ella señala, fue compuesto por un músico que luego de ser perseguido, fue asesinado por los soviéticos.
Entro al link y, ya sé que es un tema que suena en cada casa ucraniana y que el coro ucraniano enviado por los líderes independentistas fue exitoso, pero también ahí leo que en Occidente la canción se hizo famosa desde que se hizo pública una versión en inglés, Carol of the Bells, cuya letra fue escrita por el norteamericano Peter Wilhousky, descendiente de ucranianos, en 1936.
Se trata de uno de los temas navideños más famosos que existe: la música sonó en South Park y en el show de los Muppetts y hay millones de versiones, entre ellas una de Ray Conniff, otra de Winton Marsalis. Pero tal vez la más conocida es la versión de John Williams que todos escuchamos alguna vez en la película Mi pobre angelito (Home Alone).
El tema también formó parte de publicidades navideñas de empresas como Coca-Cola, Burger King, Amazon, Walmart y Toyota, entre otras.
En el artículo que me envió la directora ejecutiva de la Lemsky Society, puede leerse en detalle cómo fue la persecución rusa a los músicos -como al resto de los artistas representativos- durante los años en los que Ucrania buscaba su independencia. Y también puede leerse la gran decepción de los ucranianos al ver que el tema que los identificaba desde siempre iba poco a poco perdiendo sus huellas. Algo peor: todo lo vinculado a la ex URSS fue siempre visto por los occidentales como de origen ruso, algo que, naturalmente, no disgustaba a las autoridades soviéticas. En 1921, dice el artículo, los rusos no solo robaron la independencia de Ucrania sino también su cultura.
Los organismos de derechos humanos y las instituciones culturales ucranianos no están dispuestos a volver a perder su identidad a manos de los rusos y por eso buscan alternativas como la causa por genocidio cultural que piensan elevar en los próximos meses a tribunales internacionales