Elecciones en Reino Unido: por qué los Laboristas se quedaron con dos tercios de diputados si tuvieron un tercio de los votos

El distintivo sistema electoral británico favorece el bipartidismo de conservadores y laboristas y perjudica a los partidos más pequeños. Resurge un debate que se ve reflejado en comicios previos

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Votantes salen de un colegio electoral el día de las elecciones generales en Londres, Reino Unido (EFE/EPA/ANDY RAIN)
Votantes salen de un colegio electoral el día de las elecciones generales en Londres, Reino Unido (EFE/EPA/ANDY RAIN)

El Partido Laborista logró una aplastante mayoría absoluta de dos tercios del Parlamento en las elecciones generales de este jueves, pero lo hizo con solo un tercio de los votos. ¿Cómo pudo ser? La respuesta la tiene el peculiar sistema electoral británico.

Esta diferencia, en la que el porcentaje de papeletas depositadas a favor de una formación política puede alejarse mucho de su representación en la Cámara de los Comunes (baja), se debe al escrutinio mayoritario uninominal, que recibe el nombre de ‘first-past-the-post’ (que se puede traducir como ‘el primero en cruzar la meta, gana’).

En él, cada uno de los 650 escaños de la Cámara Baja se escoge por una circunscripción diferente, es decir, por cada una de las 650 áreas en las que se divide el territorio británico, para lo que se respetan los límites locales y se mantiene un tamaño similar. De esta forma, en cada una de esas zonas, el electorado da la victoria a un único diputado de un partido concreto, que ocupará el asiento correspondiente a ese área en el Parlamento por un período máximo de cinco años.

Keir Starmer, líder del Partido Laborista británico y su esposa Victoria Starmer (REUTERS/Suzanne Plunkett)
Keir Starmer, líder del Partido Laborista británico y su esposa Victoria Starmer (REUTERS/Suzanne Plunkett)

Ganadores y perdedores

En estos comicios, el sistema no solo ha tenido impacto en el Partido Laborista, vencedor en 412 de las circunscripciones, a falta de dos por decidirse, –dos tercios del total– con el 33,7 % de los votos –algo más de un tercio del total–. En su caso, la diferencia en votos con el partido en segundo lugar, el Conservador, no es tanta como la diferencia en escaños: con unos tres millones de votos más consiguió casi tres veces más asientos en el Parlamento.

Este tipo de sistema electoral por circunscripciones perjudica a los partidos pequeños y favorece el bipartidismo de conservadores y laboristas, que acaparan la mayor parte del poder y los escaños, además de quedar patente en el porcentaje de votos de otras formaciones políticas.

Por ejemplo, tanto el partido antiinmigración Reform UK como los Verdes obtuvieron cuatro escaños, pero el primero lo hizo con un 14,3 % del total de votos –4,1 millones–, mientras que el segundo lo logró con solo un 6,8 % –1,9 millones–. Frente a ellos, con más puestos en el Parlamento pero menor porcentaje de papeletas favorables, están el partido independentista escocés SNP, con 9 escaños y un 2,5% de los votos, o el norirlandés Sinn Fein, con 7 asientos y el 0,7% de votantes (aunque sus miembros nunca recogen las actas de diputado).

El tipo de sistema electoral británico perjudica a los partidos pequeños (REUTERS/Belinda Jiao)
El tipo de sistema electoral británico perjudica a los partidos pequeños (REUTERS/Belinda Jiao)

Un debate que resurge

Así pues, la clave en los comicios británicos no es tanto el número de apoyos que recibe sino cómo se distribuyen geográficamente. A efectos prácticos, es preferible concentrar los votos en unas cuantas circunscripciones -lo que ha llevado, por ejemplo, a que los liberaldemócratas consiguieran (con 71) los mejores resultados de su historia- que tenerlos repartidos uniformemente por la geografía británica, que es lo que le sucedió a Reform.

Este debate que ahora resurge se ve reflejado en comicios previos, como los de 2017, cuando Jeremy Corbyn lideraba el Partido Laborista.

En ese momento, llegó a obtener el 40% de los votos -seis puntos más que Starmer-, pero se quedó en 262 diputados, 150 por debajo de los logrados en estos comicios. Eso se explica porque entonces los conservadores de Theresa May también fueron masivamente votados y se impusieron a la formación de centro-izquierda en la mayoría de circunscripciones.

También destaca el ejemplo de las elecciones de 1997, cuando los laboristas alcanzaron su mayor número de asientos en el Parlamento de la historia, 418, cerca de la cifra de estos comicios, pero gracias a diez puntos porcentuales más en votos, con el 43,2 por ciento.

(Con información de EFE)

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