El Gobierno noruego canceló el lunes un plan para vender el último terreno de propiedad privada en el estratégico archipiélago ártico de Svalbard, con el fin de impedir su adquisición por China.
La remota propiedad de Sore Fagerfjord, en el suroeste de Svalbard -60 kilómetros cuadrados de montañas, llanuras y un glaciar- estaba a la venta por 300 millones de euros (326 millones de dólares).
El archipiélago está situado a medio camino entre Noruega continental y el Polo Norte, en una región ártica que se ha convertido en un punto caliente geopolítico y económico a medida que el hielo se derrite y las relaciones entre Rusia y Occidente se vuelven cada vez más frías.
Svalbard se rige por un marco jurídico inusual que permite a las entidades extranjeras afianzarse en la región.
Un tratado firmado en 1920 reconoce la soberanía noruega sobre el territorio, pero también otorga a los ciudadanos de las potencias firmantes -entre las que se encuentran Rusia y China- los mismos derechos para explotar sus recursos minerales.
Rusia, por ejemplo, mantiene desde hace décadas una comunidad minera de carbón en Svalbard, a través de la empresa estatal Trust Arktikugol.
Sin embargo, Noruega, deseosa de proteger su soberanía, no vería con buenos ojos que la propiedad cayera en manos extranjeras, y el gobierno dijo el lunes que una posible venta requerirá la aprobación del Estado en virtud de la ley de seguridad nacional.
“Los actuales propietarios de Sore Fagerfjord... están abiertos a venderlo a actores que podrían desafiar la legislación noruega en Svalbard”, declaró la ministra de Comercio e Industria, Cecilie Myrseth.
“Podría perturbar la estabilidad en la región y amenazar potencialmente los intereses noruegos”, añadió.
El abogado Per Kyllingstad, que representa a los vendedores, había declarado anteriormente a la AFP que había recibido “señales concretas de interés” por parte de posibles compradores chinos que “llevan mucho tiempo mostrando un interés real por el Ártico y Svalbard”.
El terreno es una ocasión única para hacerse con el “último terreno privado de Svalbard y, que sepamos, el último terreno privado del Alto Ártico mundial”, afirmó.
Kyllingstad no respondió inmediatamente al anuncio del Gobierno.
El vendedor de la propiedad es una empresa controlada por un noruego de origen ruso, según los medios de comunicación locales.
Los críticos se muestran escépticos sobre el precio y la viabilidad de la venta. La propiedad, en el suroeste del archipiélago donde no existen infraestructuras, abarca zonas protegidas donde está prohibida la construcción y el transporte motorizado, lo que le quita valor comercial.
En 2016, el Gobierno pagó 33,5 millones de euros para adquirir el penúltimo terreno privado de Svalbard, cerca de Longyearbyen, que al parecer también estaba en el punto de mira de inversores chinos.
(Con información de AFP)