Taiwán recomendó este jueves a sus ciudadanos que no viajen a China -incluidos Hong Kong y Macao- a menos que sea estrictamente necesario, tras la aprobación de la nueva legislación que contempla la pena de muerte como forma de castigo de los separatistas de la isla. De esta manera, Taipei subió la advertencia a “nivel naranja” y pidió a su pueblo mantenerse alerta ante esta “grave amenaza para la seguridad personal”.
De todas formas, el portavoz del Consejo de Asuntos Continentales de Taiwán, Liang Wen-chieh, mencionó que “si es necesario viajar a estos lugares, se recomienda evitar discutir temas y asuntos sensibles, tomar fotografías de puertos, aeropuertos o lugares militares y llevar libros sobre política, historia o religión” para evitar cualquier tipo de mal entendido.
Los reclamos de China por el control de la isla llevan décadas y, en el último tiempo, se volvieron más intensos, tras la asunción del nuevo presidente, William Lai, y sus discursos en tono independentista. Desde entonces, Beijing ha ordenado maniobras militares en las inmediaciones de la que considera una “provincia rebelde”, mientras que el Ejecutivo de Taipei estrechó sus vínculos con Occidente para fortalecer sus capacidades defensivas en caso de sufrir un ataque.
Sin embargo, sumadas a estas maniobras de intimidación, el régimen de Xi Jinping anunció la semana pasada un cambio en su Código Penal, específicamente en el artículo seis, que amenaza con la ejecución de los “separatistas” taiwaneses que visiten el país.
Dicho párrafo menciona que quienes cometan el delito de “dividir el Estado” pueden ser condenados a la pena capital, si el crimen causa un “daño particularmente grave” al Estado y al pueblo, o si las circunstancias son “particularmente graves”, aunque no brinda detalles de qué se consideraría como tal. También se contempla la posibilidad de celebrar juicios en ausencia para los acusados y suma que si éstos “abandonan voluntariamente” su postura, “ponen fin a sus actividades separatistas” y “toman medidas para mitigar o deshacer el daño y prevenir la propagación del daño”, entonces sus casos podrían ser desestimados.
La medida fue duramente criticada por Lai, quien explicó que “según China, no apoyar la unificación equivale a ser independentista” y “no importa si se es partidario de Taiwán, de la República de China o de la República de China en Taiwán... todos son considerados independentistas por China”, dijo luego de él mismo haber sido tildado de “alborotador” y “secesionista”.
En ese sentido, denunció que el gigante asiático “no tiene ningún derecho a castigar al pueblo de Taiwán solo porque se defiende, ni por sus convicciones, ni tiene el derecho a perseguir a los ciudadanos taiwaneses más allá de sus fronteras”. “Quiero subrayar que la democracia no es la fuente del crimen, la autocracia es el delito”, insistió aunque no cerró la puerta a reanudar el diálogo con el líder del Partido Comunista Chino.
A la par, Estados Unidos, uno de sus grandes aliados en la lucha contra las aspiraciones expansionistas de Xi, extendió su condena por la reforma y rechazó “enérgicamente el lenguaje y las acciones escalatorias y desestabilizadoras de los funcionarios”. “Seguimos pidiendo moderación y que no se modifique unilateralmente el statu quo”, comentó el portavoz del Departamento de Estado, Matthew Miller.
(Con información de AFP, EFE y Europa Press)