Una mujer demandó a su novio por “incumplimiento de contrato verbal” luego que él no la llevara al aeropuerto

La insólita denuncia por incumplimiento de promesas reflejó los límites legales en relaciones personales

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La mujer debió tomar un vuelo al día siguiente y pagar un servicio de transporte (Imagen Ilustrativa)
La mujer debió tomar un vuelo al día siguiente y pagar un servicio de transporte (Imagen Ilustrativa)

Una mujer en Nueva Zelanda demandó a su novio después de que este no cumpliera con su promesa de llevarla al aeropuerto, lo que le hizo perder su vuelo y no poder asistir a un concierto. Los detalles del singular caso, que se hizo viral en redes sociales, fueron revelados el jueves por la cadena local Stuff y compartidos por el medio estadounidense NBC News.

Según la información divulgada, la pareja llevaba seis años y medio de relación. La mujer, cuyo nombre no ha sido revelado, planeaba un viaje para asistir a un concierto con amigos y había acordado con su novio que él la llevaría al aeropuerto y cuidaría de sus dos perros en su ausencia.

Sin embargo, el hombre no se presentó la mañana del vuelo, a pesar de que había recibido un mensaje con las instrucciones precisas de recogida un día antes. Esto causó el malestar de la mujer, quien aseguró que sus planes fueron frustrados por este evento.

La demandante aseguró ante el Tribunal de Disputas de Nueva Zelanda que había establecido un “contrato verbal” con su pareja, en el cual él se comprometía a dejarla en el aeropuerto y quedarse en su casa para cuidar a las mascotas. Como el hombre no llegó, esto la obligó a tomar un vuelo al día siguiente, por lo que también debió pagar por un servicio de transporte alternativo y el alojamiento de sus perros en una guardería.

Además, New York Post señaló que la mujer busca ser compensada por el costo de un billete de ferry que había comprado para su pareja como parte de unas vacaciones planeadas para diciembre pasado. En sus declaraciones ante el tribunal, argumentó que el hombre disfrutaba hospedarse en su casa y ya había cuidado de sus perros en ocasiones anteriores.

Krysia Cowie, árbitro del tribunal, aclaró que para que un acuerdo sea legalmente vinculante, debe existir la intención de crear una relación legalmente obligatoria. “Cuando los amigos no cumplen sus promesas, la otra persona puede sufrir una consecuencia financiera, pero no necesariamente podrán ser compensadas por esa pérdida”, afirmó la autoridad en la orden del tribunal.

La resolución final dictaminó que las promesas hechas dentro de la relación no alcanzaban el nivel de un contrato y rechazó la demanda de la mujer. “Las promesas eran parte del ‘toma y daca’ normal en una relación íntima”, subrayó Cowie, señalando que no hubo indicios de una intención por parte del hombre de estar legalmente obligado.

El hombre no asistió a la audiencia del tribunal ni respondió a una llamada de seguimiento por parte de Cowie, según la orden emitida. Finalmente, la pareja se separó.

La mujer tuvo que cambiar de planes y tomar un vuelo al día siguiente, situación por la que pidió una indemnización (Imagen Ilustrativa Infobae)
La mujer tuvo que cambiar de planes y tomar un vuelo al día siguiente, situación por la que pidió una indemnización (Imagen Ilustrativa Infobae)

La historia ha ganado atención mediática por la inusual naturaleza de la demanda y arroja luz sobre los límites legales de las promesas informales dentro de relaciones personales. Los Tribunales de Disputas en Nueva Zelanda manejan pequeñas reclamaciones sin la presencia de abogados o jueces, evaluando si las bases de las demandas constituyen obligaciones legales.

NBC News destacó que este caso sirve para distinguir entre lo que es una promesa social y un acuerdo ejecutivo dentro de las relaciones personales. Mientras que los tribunales de disputas permiten resolver pequeños conflictos, no siempre pueden ofrecer reparaciones legales cuando las promesas se rompen en el ámbito personal o doméstico.

La decisión del tribunal pone en perspectiva cómo las promesas en el entorno familiar y de pareja, aunque puedan tener consecuencias emocionantes y financieras, no son necesariamente exigibles legalmente. “Forma parte de los acuerdos cotidianos en las relaciones familiares y domésticas que no son ejecutables en el Tribunal de Disputas”, concluyó Cowie.

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