El presidente de Francia, Emmanuel Macron, insistió este jueves en que se levanten las barricadas de protesta en Nueva Caledonia, donde se han producido disturbios, y prometió que los refuerzos policiales que combaten las letales manifestaciones en el archipiélago pacífico francés “se quedarán el tiempo que sea necesario”, a pesar de que los servicios de seguridad franceses se centrarán en las próximas semanas en el enorme despliegue de seguridad para los Juegos Olímpicos.
Al modificar su agenda para cruzar el planeta desde París en su avión presidencial, Macron llevó el peso de su cargo y su toque personal para abordar una crisis que ha dejado seis muertos y un rastro de destrucción en el archipiélago, que es una fuente global del níquel empleado en baterías y otros artículos cotidianos, y donde la población indígena kanak reclama la independencia de Francia desde hace mucho tiempo.
Los líderes independentistas kanak, que la semana anterior rechazaron la oferta de Macron de mantener un diálogo por videoconferencia, acudieron el jueves para entrevistarse con él en persona en Nouméa, al igual que líderes unionistas rivales que quieren que Nueva Caledonia, que se convirtió en territorio francés en 1853 durante el mandato del emperador Napoleón III, siga siendo parte de Francia.
Macron inició la reunión pidiendo un minuto de silencio por las seis personas muertas en tiroteos durante los altercados, incluidos dos gendarmes, y leyó sus nombres. Después instó a los líderes locales a utilizar su influencia para ayudar a restaurar el orden. Señaló que el estado de emergencia impuesto por París la semana anterior para aumentar los poderes de la policía sólo se levantaría si los líderes locales pedían la retirada de barricadas levantadas por manifestantes y por personas que intentaban proteger sus vecindarios en Nouméa y otros lugares.
“Es una frase sencilla, y es mejor decirla porque puede tener efecto”, dijo Macron.
Las barricadas han prohibido el acceso a algunas zonas de Nouméa y convertido los desplazamientos por la ciudad en algo peligroso, incluso para enfermos que buscan tratamiento médico y familias preocupadas por dónde conseguir comida y agua después de que se saquearan e incendiaran comercios. Los disturbios continuaban incluso tras la llegada de Macron, pese al toque de queda de seis de la tarde a seis de la mañana y a los más de 1.000 agentes de refuerzo para la policía y los gendarmes del archipiélago, que ahora ascienden a 3.000 efectivos, dijo el mandatario francés.
“Seré muy claro aquí. Estas fuerzas se quedarán todo lo necesario. Incluso durante los Juegos Olímpicos y Paralímpicos”, que comienzan en París el 26 de julio, dijo Macron.
A su llegada este jueves por la mañana con sus ministros de Interior y Defensa, Macron dijo que hablaría de los recursos necesarios para reparar los daños tras días de balaceras, incendios y otros incidentes violentos. “Abordaremos las cuestiones de reconstrucción económica, apoyo y respuesta rápida, y las cuestiones políticas más delicadas, al hablar sobre el futuro de Nueva Caledonia”, dijo. “Para el final del día se tomarán decisiones y se harán anuncios”.
Cuando un periodista le preguntó si creía que bastaría con una visita de 12 horas, Macron respondió: “veremos, no tengo un límite”.
La violencia estalló el 13 de mayo, cuando la legislatura francesa en París debatía una enmienda a la Constitución francesa para hacer cambios en las listas electorales de Nueva Caledonia. La Asamblea Nacional aprobó un proyecto que, entre otras cosas, permitirá a los residentes que viven en Nueva Caledonia desde hace al menos 10 años votar en las elecciones provinciales.
Los que se oponen temen que la medida beneficie a los políticos pro Francia en Nueva Caledonia y margine más a los kanak, que en el pasado sufrieron estrictas políticas de segregación y una discriminación generalizada.
Hace décadas que hay tensiones sobre la cuestión de la independencia entre los kanak y los descendientes de colonos y otras personas que se instalaron en el territorio de 270.000 habitantes y quieren seguir formando parte de Francia.
En el pasado, Macron ha facilitado el diálogo entre las facciones enfrentadas. Esos esfuerzos culminaron en un referendo en 2018, el primero de tres, en el que la población votó a favor de permanecer en Francia por un estrecho margen.
La violencia es la más grave registrada en Nueva Caledonia desde la década de 1980, la última vez que París impuso el estado de emergencia en el archipiélago. Más de 280 personas han sido detenidas, según las autoridades francesas.
(AP)