El papa Francisco hizo un llamamiento a favor de la liberación de “todos” los prisioneros de guerra y del final de la tortura, que es algo “inhumano”, al término de la audiencia general celebrada este miércoles en la plaza de San Pedro del Vaticano.
”Nuestro pensamiento en este momento, de todos nosotros, está con las poblaciones en guerra. Pensemos en Tierra Santa, Palestina, Israel. Pensemos en Ucrania, en la martirizada Ucrania. Pensemos en los prisioneros de guerra: que el Señor mueva la voluntad para liberarlos a todos”, dijo el pontífice.
El papa, que dedicó su catequesis de la jornada a la templanza, también se refirió a la tortura.
”Y hablando de los prisioneros, me vienen a la mente aquellos que son torturados: la tortura de los prisioneros es algo muy feo, es inhumano. Pensemos en las tantas torturas que hieren la dignidad de la persona y en los tantos torturados. Que el Señor ayude a todos y bendiga a todos”, añadió.
En toda situación, ha subrayado el Papa, la persona con templanza “se comporta con sabiduría, porque las personas que actúan siempre movidas por el ímpetu o la exuberancia son, en definitiva, poco fiables”. “En un mundo donde tanta gente se jacta de decir lo que piensa, la persona templada prefiere, en cambio, pensar lo que dice. No hace promesas vanas, sino que se compromete en la medida en que puede cumplirlas”, ha asegurado el Pontífice.
Ante los placeres el Papa también ha asegurado que la persona con templanza actúa con juicio ya que, como ha señalado, “el libre curso de los impulsos y la total licencia concedida a los placeres acaban volviéndose contra nosotros mismos, sumiéndonos en un estado de aburrimiento”.
Para el Papa, la templanza, sin embargo, no significa no ver el mal y no enfadarse. “Si la persona temperamental sabe controlar su temperamento, no por eso la veremos perpetuamente con un rostro pacífico y sonriente. De hecho, a veces es necesario indignarse, pero siempre de la manera correcta. Una palabra de reproche es a veces más saludable que un silencio amargo y rencoroso”, ha relatado.
A su juicio, “el temperamentalista sabe que no hay nada más incómodo que corregir a otro, pero también sabe que es necesario: de lo contrario se estaría dando rienda suelta al mal”. “En ciertos casos, el temperamentalista consigue mantener unidos los extremos: afirma principios absolutos, reivindica valores innegociables, pero también sabe comprender a las personas y mostrar empatía por ellas”, ha concluido.
Francisco llegó a la plaza de San Pedro, donde le esperaban unos 20.00 fieles, a bordo del “papamóvil” descubierto y recorrió todos los sectores para saludar y bendecir de cerca a los peregrinos presentes, procedentes de todo el mundo.
Antes de entrar en la plaza, el papa subió a cuatro niños en su vehículo que le acompañaron mientras se abría paso entre la multitud de fieles.
(con información de EFE y EP)