Un ciudadano venezolano fue detenido por la Policía Federal de Brasil cuando intentaba viajar a San Pablo. El hombre pretendía viajar a India después de haber ingerido más de cien cápsulas de cocaína, según dijo la institución.
El delincuente fue detenido el jueves en el aeropuerto internacional de la ciudad de Belém, en el norte de Brasil. Este iba a viajar hacia San Pablo para hacer escala, pero su destino final era el país asiático.
Según se explicó en el comunicado de la Policía brasileña, los agentes del aeropuerto se dieron cuenta de que el pasajero había engullido una “gran cantidad de cápsulas con drogas” al pasar por los rayos X.
Al descubrirlo, el venezolano fue llevado bajo custodia policial a un puesto de atención médica. Se necesitaba que la droga ingerida fuera expulsada, pero de manera segura, ya que la rotura de las cápsulas dentro del organismo del hombre podría haber significado su muerte.
El ciudadano venezolano fue luego sometido nuevamente a los rayos X para comprobar la expulsión de la droga, y acto seguido ingresó a prisión.
Brasil no es un país productor de cocaína, pero con los años se ha convertido en uno de los principales centros de salida de drogas, especialmente hacia el mercado europeo. Y los narcotraficantes no sólo encuentran sus caminos por los aeropuertos, además aprovechan los extensos kilómetros fronterizos no controlados, específicamente en la Amazonía.
Esta se ha convertido en la puerta de entrada al país de la cocaína de Bolivia, Perú y Colombia, los tres productores mundiales de esta droga. En la región norte las fronteras son de vital importancia para los flujos de narcóticos que ingresan al país, para ser consumido en el mismo o para ser enviados a otros mercados, como Estados Unidos, Asia, Europa y África.
Según datos del Foro Brasileño de Seguridad Pública (FBSP), el 40% de las 2.000 toneladas de cocaína producidas cada año en el mundo pasan por la Amazonía. El estado de Pará y en particular las ciudades de Altamira y Barcarena se ha convertido en el punto de tránsito más importante, con enormes implicaciones para la seguridad, porque además de cocaína, también pasan por allí armas.
En 2021 se incautó una tonelada de cocaína a un narcotraficante de Río de Janeiro que se había trasladado a Belem para seguir los voluminosos envíos.
Los narcotraficantes brasileños se han vuelto expertos en el transporte de cocaína a Europa incluso a través de submarinos creados expresamente. El único incautado en Brasil, en 2015, fue encontrado por la policía en pleno corazón del Amazonas a 70 km de Belem.
Los puertos también se han convertido en un camino para el tráfico de cocaína desde hace años. También con la contratación de buceadores de otras nacionalidades para colocar la droga en el agua, en el exterior de los barcos. En el Puerto de Santos se incautaron 111 toneladas de cocaína, entre 2016 y marzo de 2022. En 2019, la detención de 16 pasajeros del crucero Costa Favolosa causó revuelo. Un total de 306 kg de cocaína habían sido escondidos en su equipaje, sin ser detectados por los escáneres de la terminal gestionada por una empresa privada subcontratada.
(Con Información de EFE)