La esposa del opositor ruso-británico Vladimir Kara-Murza, condenado a 25 años de prisión por varios delitos, advirtió este jueves que el Kremlin estaría buscando su muerte en prisión, al igual que ocurrió con el activista Alexei Navalny, el pasado febrero.
“Como no recibe ayuda médica para combatir la polineuropatía, creo que el Kremlin espera que algún día simplemente colapse”, advirtió Eugenia en diálogo con el medio británico The Guardian, en el marco del segundo aniversario de su detención. “Estamos muy preocupados por su salud, que no hará más que empeorar. Ha perdido 25 kilos desde su encarcelamiento”, agregó antes de detallar que los últimos seis meses los pasó bajo régimen de aislamiento en una celda de seis metros cuadrados.
El ministro de Exteriores del Reino Unido, David Cameron, también se sumó a la condena por la detención injustificada de su nacional y difundió un comunicado en el que sostuvo que la negativa al “tratamiento médico que tanto necesita” es una clara muestra del “cruel desprecio de Rusia por su deteriorada salud”.
“Víctima de dos intentos de envenenamiento distintos antes antes de su encarcelamiento, Kara-Murza está siendo sometido ahora a condiciones degradantes e inhumanas en prisión, claramente diseñadas para dañar aún más su bienestar físico y mental”, sumó.
El caso del opositor fue uno de los más recientes y relevantes en el marco de la persecución que Vladimir Putin mantiene contra voces que se alzan en su contra y expresan cualquier tipo de desacuerdo con sus políticas.
El periodista fue detenido en abril de 2022, luego de ser nombrado agente extranjero por las autoridades de Moscú, y lleva encarcelado desde entonces. A pesar de las múltiples protestas de organismos de derechos humanos, un año más tarde, la Justicia dictó su sentencia final y fue condenado a 25 años tras las rejas por una serie de delitos entre los que se encuentran la alta traición, la difusión de información falsa sobre el Ejército -en el marco de la guerra sobre Ucrania- y la cooperación con una organización indeseable. Además, se le prohibió ejercer la profesión durante siete años.
“Nadie debe ser privado de su libertad por ejercer sus derechos humanos, por lo que pido a las autoridades rusas que lo pongan en libertad sin demora”, protestó entonces el alto comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, Volker Türk, aunque sin conseguir respuesta alguna por parte de Moscú.
Su caso se compara a menudo con el del disidente Alexei Navalny, quien también fue víctima de un intento de envenenamiento y fue encarcelado por las autoridades rusas por ser considerado el máximo opositor de Putin y una constante voz desafiante a su poder, incluso en prisión.
En un intento por silenciarlo aún más, previo a las elecciones presidenciales del pasado marzo, el Presidente ordenó su traslado a una cárcel en el Círculo Polar Ártico -con condiciones aún peores que las de Moscú u otras regiones rusas-, donde el 16 de febrero se descompensó y murió. De momento, permanece un misterio la causa real de su fallecimiento ya que el parte oficial asegura que se sintió mal después de un paseo y aunque “se le practicaron los necesarios procedimientos de reanimación, no dieron ningún resultado”, pero su familia teme que pueda haber algo más que simplemente un contexto demasiado arduo para su debilitado organismo.
(Con información de Europa Press)