El reciente terremoto de magnitud 7,4 que sacudió Taiwán no sólo dejó una estela de destrucción y luto, sino que también puso a prueba la solidez de la ingeniería moderna.
Entre los escombros y la incertidumbre, una figura se alza imponente: Taipei 101, un rascacielos que desafía las fuerzas de la naturaleza con una mezcla de innovación y resistencia estructural.
En el epicentro del terremoto, mientras la capital de Taiwán, Taipei, todavía se tambaleaba, este gigante arquitectónico emergió inquebrantable, mostrando ser un testimonio de la fortaleza de la ingeniería moderna.
Diseñado por la firma taiwanesa CY Lee & Partners, Taipei 101 fue el edificio más alto del mundo desde 2004 hasta 2007, cuando fue superado por el Burj Khalifa en Dubai. Una plataforma de observación con vista a su innovador amortiguador de masa sintonizado es ahora una atracción popular para los visitantes, especialmente cuando se mueve durante vientos fuertes.
Las imágenes del terremoto muestran cómo la torre de 1.667 pies de altura se balanceaba ligeramente, pero su estructura flexible y resistente le permitieron mantenerse en pie. La clave de esta resistencia radica en el material con el que está construido: hormigón armado. Esta combinación de hormigón y acero no solo le confiere flexibilidad al edificio, sino también una robustez capaz de resistir tanto terremotos como poderosos vientos y tifones.
Pero la ingeniería de Taipei 101 va más allá de su material de construcción. En lo alto de la torre, un dispositivo conocido como amortiguador de masa sintonizado juega un papel crucial en su estabilidad. Esta esfera de acero dorado, suspendida entre los pisos 87 y 92, actúa como un contrapeso gigante que se mueve en dirección opuesta al movimiento sísmico, absorbiendo y disipando la energía cinética.
Los amortiguadores de masa sintonizados, una innovación tecnológica utilizada en rascacielos de todo el mundo, protegen contra el movimiento violento causado por la vibración armónica durante un terremoto. Estos dispositivos están diseñados para resonar a la misma frecuencia que el edificio, pero con longitudes de onda que comienzan antes o después, disipando así la energía potencialmente catastrófica.
Esta tecnología se utiliza en rascacielos de todo el mundo, incluida la “súper delgada” Torre Steinway en Nueva York y el Burj al-Arab con forma de vela de Dubai, que tiene 11 de ellos. La estabilidad que proporcionan también puede reducir el efecto incómodo, o incluso nauseabundo, que el balanceo puede tener en los ocupantes de un edificio cuando hay vientos fuertes.
Además del amortiguador de masa sintonizado, Taipei 101 cuenta con cimientos profundos y una estructura diseñada para cumplir con los estrictos códigos de construcción antisísmica. Estas medidas de seguridad son esenciales en una región como Taiwán, ubicada a lo largo del “Anillo de Fuego del Pacífico”, una zona de actividad sísmica y volcánica masiva.
A pesar de todos estos avances tecnológicos, la realidad es que aún queda mucho por aprender sobre cómo los edificios responden a eventos sísmicos. Las simulaciones por computadora y las pruebas de laboratorio son herramientas valiosas, pero la verdadera prueba de la resistencia de Taipei 101 y estructuras similares solo se reveló en el momento del sismo.
La historia del una obra histórica
La construcción Taipei 101 se inició en 1999 y se terminó aproximadamente en 5 años. Cinco obreros que trabajaban en la construcción murieron al desprenderse dos grúas del piso 56 debido a un terremoto de magnitud 6,8 que sacudió Taipéi el 31 de marzo de 2002.
La terraza del Taipei 101 fue finalizada el 1 de julio de 2003. En una ceremonia presidida por el alcalde Ma Ying-jeou, la cúspide se colocó el 17 de octubre de 2003, permitiendo así superar la altura de las Torres Petronas por 56 metros.
También tiene una sección de oficinas, con capacidad para albergar a 12 000 personas, fue inaugurada en noviembre de 2004, más de un año después del centro comercial, que comenzó a funcionar en octubre de 2003, tras completarse la estructura del edificio.
Al ser el faro de la capital taiwanesa, el Taipei 101 siempre es decorado por distintos motivos. Por ejemplo en el año 2005 se vistió con la célebre ecuación física E=mc² para conmemorar el Año mundial de la física. Además el edificio se ha iluminado con motivos navideños y ha sido utilizado para lanzar en varias ocasiones los fuegos artificiales de año nuevo y festividades. En febrero de 2020 su fachada se iluminó en homenaje al personal médico que luchaba contra la epidemia de neumonía por el COVID-19.
El rascacielos ocupó el título de “más alto” del mundo desde 2004 hasta 2010. Sin embargo, otros nueve rascacielos lo habían superado desde entonces hasta 2019. A partir de los años 2010, la construcción de otros rascacielos sumados al Taipei 101, han elevado el horizonte la ciudad a otro nivel.
En última instancia, Taipei 101 no es solo un símbolo de poder y grandeza arquitectónica, sino también un recordatorio de la constante lucha del ser humano por dominar y adaptarse al entorno natural que lo rodea.