Los efectos de la guerra en Gaza no sólo se sienten en el enclave, con las ofensivas diarias y la crisis humanitaria. Estas pascuas, las primeras desde el inicio del conflicto, también se celebran en un tono de austeridad.
Este viernes, a diferencia de años pasados, un pequeño grupo de cristianos se presentó en la Ciudad Vieja de Jerusalén para participar de la habitual procesión del Viernes Santo. Normalmente, miles de personas -incluidos extranjeros- llegan al lugar para vivenciar este evento; sin embargo, en esta oportunidad se trató mayormente de locales, cristianos palestinos, algunos residentes en Jerusalén y unos pocos turistas.
“Es muy emocionante estar aquí en este Viernes Santo. Sentimos una profunda tristeza, probablemente más fuerte por lo que pasa” en Gaza, comentó el australiano John Timmons, que lo pensó dos veces antes de viajar.
El ritual, que suele ser esperado con grandes ansias, inicia en los muros de piedra caliza y recorre toda la Vía Dolorosa, hasta la Iglesia del Santo Sepulcro, y busca conmemorar uno de los días más sagrados de la fe cristiana. Así, encabezados por un grupo de exploradores árabes palestinos, los cristianos palestinos junto con un pequeño desfile de la orden franciscana recorrieron las 14 Estaciones de la Cruz, con sus respectivos momentos de la caminata final de Jesús.
Llegando a las últimas paradas, dentro de la Iglesia que se ubica donde Jesús fue crucificado y enterrado hasta su resurrección el Domingo de Pascuas, el impacto de la guerra se hizo mucho más evidente. Por su relevancia, grandes multitudes suelen formar fila durante horas en el patio del sitio, aguardando su turno para ingresar. Este año, sin embargo, se podía ingresar fácilmente al lugar.
La Policía israelí también estuvo presente durante la caminata, incluso instalando retenes a lo largo del camino para desviar a los compradores del sector musulmán de la Ciudad Vieja.
“Aguardamos esto todos los años y, desde luego, este año estamos tristes debido a la situación de la guerra”, comentó Munira Kamar, una palestina cristiana que miraba a la gente caminar y agradecía a los fieles que se detenían a saludar a su hija.
La escasez de visitantes también se sintió en la venta de recuerdos en las tiendas ambulantes que, aunque acostumbran cerrar los viernes, abrieron sus puestos a los clientes. “Comparar las festividades de Pascua del año pasado con las de este año es como el día y la noche, nadie ha venido. La mayoría de las personas son locales”, comentó Fayaz Dakkak, un comerciante palestino cuya familia vive de la actividad desde 1942.
“Generalmente la gente está alegre y los chicos están felices pero cuando se compara a los niños de aquí -que tienen agua, comida y familia- con lo que está ocurriendo en Gaza, ¿cómo puede uno sentirse feliz?”, lamentó a continuación.
Al igual que ocurrió allí, también hubo una notoria ausencia de cristianos palestinos en Cisjordania, que normalmente viajan de a multitudes a la Ciudad Santa para todas las festividades de Pascua. El problema es que, desde el 7 de octubre, los fieles palestinos necesitan tramitar un permiso especial para poder ingresar a Jerusalén.
(Con información de AFP y AP)