“No hay razón para no investigar. Si no se hace en Ucrania, significa que no se hace en ningún sitio (...) Contar estas historias nos da la posibilidad de llevar justicia a las personas”. Nataliya Gumenyuk es periodista ucraniana y co-fundadora de The Reckoning Project, un proyecto en el que participan periodistas ucranianos e internacionales, abogados y analistas que se dedican a investigar y recoger pruebas de los crímenes de guerra cometidos por las tropas de Vladimir Putin en Ucrania.
En su paso por Buenos Aires, Gumenyuk brindó una conferencia en el Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (CARI) en la que dio detalles de las atrocidades cometidas por las tropas rusas en los dos años de guerra y sobre cómo se desempeña su grupo de trabajo para mostrar al mundo el sufrimiento que está padeciendo el pueblo ucraniano.
A pesar del riesgo que implica, estos profesionales recopilan testimonios de sobrevivientes y víctimas de torturas, detenciones arbitrarias, y ataques deliberados contra civiles. Tal como explica Gumenyuk, los periodistas se encargan de publicar el contenido de sus investigaciones en diferentes medios internacionales, mientras que los abogados trabajan a la par para presentar los casos ante diferentes organismos, como la Corte Penal Internacional (CPI) y la Organización de Naciones Unidas (ONU), entre otros, esperando “que la justicia prevalezca ante la impunidad”.
Durante su exposición, la periodista ucraniana destacó, además, la importancia de que los responsables de los crímenes de guerra rindan cuentas ante la justicia internacional, incluso la posibilidad de enjuiciamientos mientras continúa el conflicto, lo que representaría un cambio histórico en la lucha contra la impunidad.
Ante la consulta de Infobae sobre la posibilidad de que Putin sea condenado por su invasión a Ucrania, Gumenyuk fue contundente: “Tengo mucha confianza de que será enjuiciado. La pregunta es cuándo”.
En cuanto a la orden de arresto internacional emitida en marzo del año pasado por la CPI contra el jefe del Kremlin y Maria Alekseyevna Lvova-Belova, Comisionada para los Derechos del Niño del gobierno de Moscú, la periodista ucraniana recordó que el mandatario ruso optó por no viajar a la cumbre de los BRICS celebrada en Sudáfrica, aún cuando el gobierno africano había adelantado que no detendría a Putin si decidía viajar a Johannesburgo.
“Es interesante que no haya viajado. Al menos era algo para él, y eso importaba. Y esto es importante y sigo pensando que al final los tribunales son extremadamente importantes. Durante el primer año de guerra, Rusia trató de persuadir al mundo de que los juicios nunca ocurrirían. Podría tardar diez años, pero está ocurriendo, así que creo que es una buena señal”, señaló la co-fundadora de The Reckoning Project. Y agregó: “Es muy importante esta decisión de la CPI porque había un sistema construido, y podría estar creciendo aún más”.
El caso más polémico y que salió a la luz gracias a la investigación de periodistas rusos es el del líder del partido Rusia Justa, Serguei Mironov, quien junto a su esposa adoptaron a una niña robada de un orfanato de Kherson, durante la ocupación de la ciudad por el Ejército de Putin. Del centro de menores la trasladaron a territorio ruso y en secreto cambiaron su nombre y su ciudadanía. La menor fue identificada como Margarita Prokopenko, pero le cambiaron la identidad a Marina Mironova.
Pero Putin, quien según Gumenyuk busca “una guerra perpetua” en Ucrania, no es el único que es seguido por la justicia internacional. También están en la mira la ya mencionada Lvova-Belova por la deportación forzada de niños ucranianos, los altos mandos del Ejército y gran parte de la estructura del régimen ruso. Según la periodista, “los rusos son bastante imprudentes”, por lo que alguno podría ser detenido en el exterior: “Tal vez no viajan ahora a Niza, a Mónaco, o a Biarritz. Pero las posibilidades de que viajen a Seúl, a Bangkok, o a Dubai son muy altas porque son bastante imprudentes en la forma en que se comportan”.
Y recordó el caso de un general sirio que se desplazó hacia Alemania, pidió refugio y cuando las autoridades descubrieron que era considerado “uno de los carniceros de la guerra siria”, fue detenido.
Más de dos años de atrocidades y crímenes de guerra
La fiscalía general de Ucrania investiga actualmente cerca de 125.000 crímenes de guerra cometidos por las tropas rusas desde el inicio de su invasión a gran escala el 24 de febrero de 2022. Entre ellos asesinatos indiscriminados, ejecuciones, torturas, agresiones sexuales, desapariciones forzadas y el secuestro de unos 20.000 niños, algo que no ocurría en suelo europeo desde la Segunda Guerra Mundial.
También se han registrado cientos de ataques a infraestructura civil, incluidos hospitales y centros de maternidad, estrategias que, según Gumenyuk, tienen como objetivo forzar el éxodo de la población local: “La gente puede vivir en una ciudad en la que no hay tienda de comestibles, o incluso si no hay pan o comida, pero cuando no hay hospital la gente tiene que huir y entonces la ciudad puede ser invadida”.
El mayo ejemplo de la brutalidad rusa se dio en marzo de 2022. En ese entonces, las fuerzas rusas perdieron la batalla por Kiev, y la resistencia ucraniana obligó a las tropas de Putin a retroceder a la ciudad de Bucha, ubicada al noroeste de la capital. El resultado fue catastrófico: cientos de civiles ucranianos aparecieron asesinados a sangre fría. Perturbadoras fotos de cadáveres en las calles, muchos de ellos con las manos atadas a la espalda, recorrieron el mundo y despertaron la condena e indignación de gran parte de la comunidad internacional. Pese a las mentiras de la propaganda rusa sobre esta brutal matanza, hoy en día ya son numerosas las investigaciones, incluido un informe detallado de la ONU, que han demostrado la culpabilidad de Rusia.
Gumenyuk recordó que, apenas un mes después, el jefe del Kremlin condecoró a los militares responsables de la masacre de Bucha, a los que calificó de “héroes”.
“Si realmente escuchas con atención lo que Vladimir Putin dice, se trata realmente de una guerra perpetua, como su manera de dirigir el país (...) Hay que poner fin a estas cosas y no tratar estos crímenes como daños colaterales de la guerra”, señaló la periodista ucraniana, destacando la necesidad de una respuesta coordinada y enérgica ante tales amenazas a la paz y la estabilidad global.
También se refirió al ataque perpetrado por Rusia contra una maternidad en la ciudad sitiada de Mariupol durante los primeros meses de invasión: “Mientras investigamos los ataques a las maternidades, vimos las mismas tácticas de los ataques a las maternidades en Siria y en Chechenia”.
Con relación al trabajo de The Reckoning Project, la investigadora aclaró que su evidencia se centra en testimonios de personas que sufrieron alguno de los crímenes cometidos por las tropas rusas: “Cada persona con la que hablamos potencialmente puede testificar ante el tribunal; no es simplemente alguien que escuchó algo”.
“Hablamos con ellos de manera muy detallada para que puedan recrear lo que les sucedió, y hemos observado que todos los tipos de violación que existen en la Convención de Ginebra se están produciendo a nivel sistemático y estoy hablando de torturas, ejecuciones, desapariciones forzadas, y también todos los delitos relacionados con los ataques con misiles contra infraestructura civil”, comentó, y puso como ejemplo el caso de una colega suya, llamada Victoria, quien permanece desaparecida desde el pasado mes de septiembre en uno de los territorios ocupados.
A raíz de los testimonios de las víctimas, el grupo de investigación determinó que existe un patrón común en cómo se trata a la gente en las zonas ocupadas, cómo se trasladan las comisarías de policía durante la ocupación y cómo se crean cámaras de tortura. De la misma forma, la forma en que se interroga a la gente: “Por ejemplo, la electrocución es endémica y nuestro equipo ha hablado con más de 150 personas que han estado detenidas con diferentes pretextos. La mayoría de ellos fueron electrocutados de una manera muy similar”.
“Una mujer de Zaporizhzhia, esposa de un hombre detenido, me dijo literalmente que basta con tener tu propia opinión. Ese es el motivo para ser detenido y ser tratado de forma muy severa”, añadió.
Precisamente en Zaporizhzhia se encuentra la mayor central nuclear de Europa, que continúa en poder de las tropas rusas. Gumenyuk alertó sobre el gran “peligro” que esto representa, y sostuvo que “la mera presencia de militares en esos lugares no puede tolerarse”.
Consideró que “es necesario cambiar algo para que no exista la tentación de que alguien ocupe una central nuclear”. En ese sentido, opinó que los responsables deberían ser objeto de algún tipo de sanción.
Por su parte, la periodista ucraniana remarcó que, si bien la invasión a gran escala comenzó en febrero de 2022, la agresión rusa comenzó en 2014 con la invasión de Crimea, lo que le permitió a Putin preparar el terreno para lo que siguió: “Creo que subestimamos la importancia y el significado de la invasión de Crimea. Para mí sería la respuesta a qué pasa si no haces nada. Porque en ese momento hubo un acuerdo con Occidente, que vamos a dar Crimea a Putin y no pasó nada después. También sucedió lo del Donbás”.
“Pero ahora entendemos que ocho años de ocupación lograron ayudar a Rusia a convertir a Crimea en la base militar desde donde Ucrania es bombardeada (...) También el adoctrinamiento de los niños se inició en Crimea y se puso a prueba ahora. La mayoría de los niños son traídos de Crimea; también las cárceles de Crimea se convierten en las cárceles donde muchas personas de los territorios ocupados son trasladados y luego detenidos”, completó.
Por último, Gumenyuk destacó la importancia de que la comunidad y la justicia internacional redoblen esfuerzos para detener la invasión rusa, ya que “cuanto más dura la ocupación, más gente será detenida, habrá más víctimas, y habrá menos margen para que cambie la situación”. Para eso, pidió un mayor involucramiento de Europa.
“Los dictadores como Putin intentan dividir a las sociedades. Utilizan las líneas de división existentes en la política y en todas partes. Lo hicieron en Ucrania y están tratando de demandar esta posición partidista en cada lugar donde quieren inmiscuirse”, concluyó.