Las imágenes tomadas por drones en miniatura del interior de un reactor gravemente dañado de la central nuclear de Fukushima muestran equipos de control desplazados y materiales deformados, pero dejan muchas preguntas sin respuesta, subrayando la titánica tarea de desmantelar la planta.
Las 12 fotografías publicadas por el operador de la central son las primeras del interior del soporte de la estructura principal, llamado pedestal, de la vasija de contención primaria del reactor número uno, el más afectado, una zona ubicada directamente bajo del núcleo del reactor.
Los funcionarios llevaban tiempo esperando llegar a la zona para examinar el núcleo y el combustible nuclear fundido que se filtró cuando los sistemas de refrigeración de la central sufrieron daños a consecuencia de un potente sismo y un tsunami en 2011.
En intentos anteriores, los robots no pudieron acceder a la zona. Tokyo Electric Power Company Holdings, o TEPCO, completó la semana pasada la operación de dos días con drones diminutos, e hizo públicas las imágenes el lunes.
En el interior de los tres reactores dañados quedan alrededor de 880 toneladas de combustible nuclear fundido altamente radioactivo. TEPCO está tratando de obtener más datos acerca de su ubicación y estado para facilitar su retirada y el desmantelamiento de la central.
Las imágenes en color de alta definición tomadas por los drones muestran objetos marrones de varias formas y tamaños colgando de varios puntos del pedestal. Partes del mecanismo de accionamiento de la barra de control, que controla la reacción nuclear en cadena, y otros equipos adosados al núcleo se habían desprendido.
Los funcionarios de TEPCO no podrían determinar, en base a las imágenes, si las piezas colgantes eran combustible derretido o equipos fundidos, sin tener otros datos como los niveles de radiación. Los drones no llevaban dosímetros para medir la radiación porque debían ser ligeros y manejables.
Sus cámaras no pudieron ver tampoco el fondo del núcleo del reactor, en parte por la oscuridad reinante en la vasija de contención, agregaron los funcionarios. La información obtenida podría ayudar en futuras investigaciones acerca de los restos fundidos, que son clave para desarrollar tecnologías y robots para su retirada, añadieron.
Pero las dudas que persisten en torno la interior de los reactores es un indicio de la dificultad del proceso. Los críticos afirman que el objetivo de 30 o 40 años fijado por el gobierno y TEPCO para la limpieza de la central es excesivamente optimista.
(Con información de AP)