En un provocativo mensaje en TV, Vladimir Putin habló de la muerte de su máximo rival, el opositor Alexei Navalny, advirtió a Occidente que Rusia no se dejará “intimidar ni aplastar” y agradeció el apoyo en las urnas, en las que según el Kremlin, se impuso con el 88% de los votos.
Al pronunciar su nombre en público por primera vez en años, Putin dijo: “En lo que respecta al señor Navalny, sí, falleció. Es un acontecimiento triste”. Y agregó: “Días antes de la muerte del señor Navalny, algunos colegas me dijeron... Hay una idea de intercambiar a Navalny por algunas personas presas en países occidentales... Y dije que estaba de acuerdo. Pero lamentablemente pasó lo que pasó”.
Navalny murió repentinamente en una prisión del Ártico el mes pasado. Su cuerpo fue retenido durante días hasta que finalmente se le entregó a sus familiares y la causa de la muerte permanece dudosa. Su esposa, Yulia Navalnaya, y sus partidarios aseguran que fue asesinado.
Además de la breve referencia a Navalny, Putin dedicó gran parte de su intervención a resaltar su victoria electoral de este domingo, aun cuando los comicios presidenciales se celebraron en el contexto de la más dura represión de la oposición política y la libertad de expresión en Rusia desde la época soviética. Sólo tres candidatos simbólicos -y ninguno que se oponga a su guerra en Ucrania-pudieron presentarse contra Vladimir Putin.
“Primero de todo, quiero dar las gracias a los ciudadanos rusos. Todos somos un solo equipo. Todos los ciudadanos que acudieron a los colegios electorales y votaron”, dijo Putin. “La victoria está relacionada con que nos vemos obligados, en el sentido literal de la palabra, a defender con las armas en la mano los intereses de nuestros ciudadanos”, afirmó.
“Rusia no se dejará intimidar ni aplastar. Jamás nadie ha logrado hacer algo así en la historia. Eso no ha funcionado hoy y no funcionará en el futuro. Nunca”, aseguró el jefe del Kremlin en el discurso televisado.
Putin, de 71 años, ya ejerció dos mandatos de cuatro años y dos de seis, con un período intermedio como primer ministro en el cual siguió siendo el hombre fuerte del país.
Surgido del KGB soviético, implantó desde su llegada al Kremlin el 31 de diciembre de 1999 una estructura vertical de poder que a lo largo de los años se caracterizó por un constante endurecimiento y por la tentativa de restaurar una influencia geopolítica perdida con el colapso de la URSS en 1991.
El endurecimiento lo llevó a imponerse a los oligarcas del sistema, a desatar la segunda guerra de Chechenia y a asfixiar las libertades públicas, la prensa y la oposición. La búsqueda de poder geopolítico tuvo sus hitos en la guerra en Georgia (2008), la anexión de la Crimea ucraniana (2014), la intervención militar en Siria (2015) y la invasión de Ucrania (2022).
De completar un nuevo período, habría permanecido en el poder más que cualquier otro líder ruso desde Catalina la Grande, en el siglo XVIII.
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