En un detallado análisis detallado del Atlantic Council se expone la compleja red de política interna que rodea al círculo íntimo de Vladimir Putin, destacando cómo esta estructura afecta las decisiones y el futuro de Rusia. El informe titulado “All the Autocrat’s Men” (“Todos los hombres del autócrata”) revela las dinámicas de poder y las luchas internas entre los allegados más cercanos al presidente ruso, ofreciendo una perspectiva profunda sobre cómo se gesta la política en uno de los países más influyentes y peligrosos del mundo.
La investigación llevada a cabo por el Think Tank norteamericano dedicado al análisis de asuntos internacionales asegura que este entorno, compuesto por altos funcionarios del gobierno, líderes militares, y oligarcas, juega un papel crucial en la formulación y ejecución de políticas, muchas veces reflejando más sus intereses personales o de grupo que una estrategia coherente para el estado ruso.
El documento analiza casos específicos que ilustran cómo las rivalidades y alianzas dentro de este círculo tienen un impacto directo en la gobernanza de Rusia. Además, detalla cómo estas dinámicas afectan la capacidad de respuesta del país ante desafíos internos y externos, incluyendo la gestión de la economía, la seguridad nacional, y la política exterior.
El primer ministro
La pregunta más significativa en el ficticio escenario electoral ruso actual no es quién será el próximo presidente (a esta altura, una obviedad), sino quién ocupará el cargo de primer ministro. Y lo que se anticipa es que Putin disolverá el Gobierno actual para conformar uno nuevo. Según la Constitución de la Federación Rusa, el primer ministro es el segundo en la línea de sucesión presidencial, un detalle crucial en caso de que Putin no pueda ejercer su cargo. Actualmente, Mikhail Mishustin funge como primer ministro desde enero de 2020 y, por Constitución, sería el sucesor presidencial.
El mandato de Mishustin ha estado marcado por su perfil tecnocrático, inicialmente valorado por Putin por su capacidad para seguir órdenes con precisión y manejar eficientemente la economía sin aspiraciones políticas. Sin embargo, el contexto cambió drásticamente tras la invasión a gran escala lanzada por Rusia en febrero de 2022 a Ucrania. El conflicto, lejos de ser breve y victorioso como se proyectó, ha desencadenado un cambio en la narrativa del Kremlin, presentando ahora la confrontación como una “guerra santa” contra Occidente. Este giro ha llevado a cuestionamientos sobre la idoneidad de Mishustin para liderar en tiempos de guerra, considerándose “demasiado liberal” para las nuevas exigencias.
A pesar de su desvinculación con el conflicto y su éxito administrativo durante la crisis del COVID-19 y la subsiguiente estabilización económica, voces dentro del círculo cercano a Putin sugieren la necesidad de reemplazarlo para evitar que adquiera demasiado poder político. Marat Khusnullin, Viceprimer Ministro a cargo de la construcción, emerge como un posible sucesor dada su influencia y control sobre los recursos en las regiones ucranianas ocupadas por Rusia. Su posición podría brindarle una ventaja, independientemente del destino de Mishustin.
Padre e hijo, aspirantes
En recientes declaraciones y especulaciones que circulan dentro de las esferas políticas en Rusia, se revela que Dmitry Patrushev, Ministro de Agricultura e hijo de Nikolai Patrushev, un estrecho colaborador del presidente Vladimir Putin, podría estar posicionándose como otro potencial sucesor del actual Primer Ministro ruso. Nikolai Patrushev, Secretario del Consejo de Seguridad de Rusia y exdirector del Servicio Federal de Seguridad (FSB), ha ganado notoriedad debido a su creciente influencia en el país, particularmente desde el inicio de la guerra.
Nikolai Patrushev es reconocido por ser uno de los ideólogos detrás del antiamericanismo moderno en Rusia. En septiembre pasado, redactó un artículo titulado “El Colapso de los Estados Parásitos”, donde se esboza una nueva doctrina de política exterior para Rusia que implica una alianza con los países del Sur Global para combatir al neocolonialismo occidental. Esta información destaca la relevancia de Patrushev en las decisiones de política exterior y su visión estratégica para el futuro de Rusia.
Además, revela en su informe el Atlantic Council, especulaciones controvertidas han surgido en torno a la figura de Patrushev que apuntan a su presunta vinculación al asesinato de Yevgeny Prigozhin en agosto de 2023, una teoría que el portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov, comparó con “ficción”. A pesar de estos rumores, se considera que Patrushev no tiene la autoridad directa sobre el ejército o el FSB, pero su influencia en Putin es innegable.
El FSB es descrito como una entidad poderosa dentro de Rusia, crucial para los procesos económicos y sociopolíticos del país. Sus líderes, incluido el director Alexander Bortnikov, su primer adjunto Sergei Korolev y el jefe del llamado segundo servicio del FSB, Aleksey Sedov, aunque mantienen contacto regular con Putin y ejercen cierta influencia, no son considerados actores políticos independientes.
El tecnócrata leal
En el centro de la política doméstica del Kremlin, Sergei Kiriyenko, viceministro responsable de la política interna en Rusia, se consagra como una figura central en las elecciones presidenciales de este mes. Bajo su supervisión, se decide el destino de los candidatos, la dirección de las campañas electorales y la distribución de votos. La efectividad con la que maneje estos procesos podría determinar su permanencia o destitución del cargo.
Tras seis años dedicados a la política interna, Kiriyenko se ha destacado por su lealtad y eficacia sin escrúpulos al servicio del Kremlin, según advierte el documento. No obstante, fuentes en Moscú sugieren la posibilidad de su reemplazo después de las elecciones. A lo largo de su carrera, desde ser nombrado primer ministro por Boris Yeltsin en 1998 hasta su actual posición, se ha mantenido como un tecnócrata leal sin ambiciones políticas personales evidente. Además de su rol en la política interna, Kiriyenko también ha extendido su influencia al sector de los medios digitales a través de su hijo, Vladimir Kiriyenko, CEO del importante holding digital VK en Rusia.
La importancia de Kiriyenko en el panorama político ruso es paralela a la de Yuri Kovalchuk, amigo cercano de Putin y uno de los oligarcas más influyentes del país. Kovalchuk, considerado el banquero personal de altos funcionarios rusos según el gobierno de EEUU, ha reforzado su posición desde la pandemia, administrando importantes medios de comunicación y apoyando la agenda política del Kremlin. La influencia de ambos, Kiriyenko y Kovalchuk, refleja una red de poder que se extiende desde el control de la política interna hasta la manipulación de la esfera mediática.
Patriarca Kirill
El Patriarca Kirill de la Iglesia Ortodoxa Rusa se ha consolidado como un pilar en el círculo íntimo de Vladimir Putin, promoviendo una doctrina que muchos califican de fascista. Este desarrollo fue evidente durante el reciente Consejo Mundial del Pueblo Ruso, donde se proclamó la supremacía de la etnia rusa, se hizo un llamado a combatir la migración y se demandó la prohibición del aborto, todo esto desde el mismo salón del Kremlin donde la antigua Unión Soviética celebraba sus congresos partidistas.
Este Consejo, que en sus inicios era visto como una entidad marginal, ha ganado prominencia bajo la égida de la Iglesia Ortodoxa Rusa, liderada por el Patriarca Kirill. En 2019, se nombró al oligarca vinculado al Kremlin, Konstantin Malofeyev, y al filósofo neofascista Alexander Dugin como figuras clave dentro de la organización, ambos con un historial de apoyo a la invasión rusa de la región del Donbas en Ucrania. Este hecho marca la primera vez que el partido fascista no oficial de Rusia se muestra abiertamente, contando con la participación de altos funcionarios gubernamentales y eclesiásticos en sus filas. Además, el Patriarca Kirill introdujo una doctrina que distingue entre naciones “superiores” capaces de crear imperios y naciones de “segunda clase”. También defendió la idea de un “mundo ruso” con derecho a gobernar sobre los territorios del antiguo imperio ruso y propuso restricciones a la migración y la prohibición del aborto como medidas para contrarrestar el declive demográfico de Rusia.
Contrario a la percepción occidental de la Iglesia Ortodoxa Rusa como una importante institución social y espiritual en Rusia, estudios del Levada Center citados por The Atlantic Council, señalan que solo el 1% de los rusos asiste a la iglesia los domingos y más del 65% considera que la religión no juega un papel significativo en sus vidas. Sin embargo, Putin ha intensificado sus esfuerzos para fortalecer la iglesia como institución política, evidenciando un interés más profundo en la retórica de extrema derecha que en la doctrina religiosa per se. Esta estrategia incluye campañas contra la comunidad LGBTQI+, buscando ganar apoyo entre conservadores occidentales, en contraposición a los valores liberales percibidos como herramientas del Occidente.
El guardaespaldas
En un giro inesperado en la política y la milicia de Rusia, el antiguo guardaespaldas de Vladimir Putin, Aleksey Dyumin, ha emergido como una figura central al ascender como posible candidato a primer ministro o ministro de defensa, fortaleciendo su perfil como sucesor potencial del presidente. Dyumin, actualmente gobernador de la región de Tula desde 2016, ha sido crucial en diversas operaciones militares y políticas, marcando su trayectoria con lealtad hacia Putin y ganándose la confianza al más alto nivel dentro del Kremlin.
La relevancia de Dyumin en el escenario político y militar ruso se profundiza al considerar su papel liderando las “fuerzas de operaciones especiales” en la anexión de Crimea en 2014 y su supervisión en la creación del Grupo Wagner, un contingente de mercenarios vinculado a varias operaciones militares rusas en el exterior. Según informes, fue Dyumin quien intervino en las negociaciones clave durante el motín del 24 de junio de 2023, protagonizado por Yevgeny Prigozhin, líder del Grupo Wagner, episodio que culminó con la retirada de las tropas rebeldes en Tula, deteniendo su avance hacia Moscú.
Este contexto resalta un cambio notable en la estrategia militar y política de Rusia. Tras la rebelión de Prigozhin y su posterior deceso en un accidente aéreo - ampliamente especulado como orquestado por el Kremlin - se ha adoptado una nueva postura que rechaza las fuerzas armadas privadas en favor del control estatal directo y la centralización del gasto militar a través del Ministerio de Defensa dirigido por Sergei Shoigu. Este ajuste también ha marginado a figuras militares prominentes, evitando que se conviertan en héroes públicos o figuras destacadas independientes, en línea con las preocupaciones previas del presidente Putin sobre la creciente popularidad de sus generales y líderes mercenarios.
La ascendencia de Dyumin y la reestructuración de la dinámica militar reflejan tanto la consolidación del control estatal sobre las operaciones militares como la búsqueda de evitar el surgimiento de líderes militares con bases de apoyo social independiente. Estos movimientos subrayan un esfuerzo por mantener la lealtad y la uniformidad dentro de las fuerzas armadas y la estructura política rusa, así como la adaptación a las cambiantes dinámicas de poder dentro del Kremlin y entre sus aliados cercanos.
Dmitry Medvedev
Dmitry Medvedev, una vez considerado el sucesor liberal y tecnócrata de Vladimir Putin, ha cambiado drásticamente su imagen pública en los últimos dos años, detale el trabajo “All the Autocrat’s Men”. Después de haber sido relevado de su cargo como primer ministro en enero de 2020, Medvedev ha adoptado una postura agresiva y beligerante, haciendo declaraciones provocativas contra Ucrania y Occidente. Este cambio se atribuye a un cálculo político frío con la esperanza de recuperar la presidencia en el futuro, según informes de fuentes informadas.
Medvedev, quien alguna vez fue ridiculizado en Internet y esperaba suceder a Putin, parece haber adoptado este nuevo tono para cumplir con las expectativas de una Rusia más militarista e imperialista. Sus declaraciones públicas, marcadas por insultos y comentarios despectivos hacia líderes occidentales, sugieren una estrategia deliberada para afianzar su posición en la política rusa actual. A pesar de las especulaciones sobre motivaciones personales detrás de este cambio, fuentes cercanas indican que la mayoría de sus comentarios provocativos están elaborados por un equipo de consultores y redactores contratados tras el inicio de la guerra.
“Aunque algunos consideran que esto podría ser un esfuerzo por recuperar el favor para suceder a Putin”, otros sugieren que Medvedev ya no tiene futuro político, careciendo de apoyo tanto de la inteligencia como de los imperialistas rusos asegura la investigación.
La transformación de Medvedev de un potencial heredero democrático a la voz de un fascismo cada vez más presente en Rusia subraya la complejidad y la volatilidad de la política interna rusa. “A pesar de sus esfuerzos por adaptarse a los tiempos”, su capacidad para ascender nuevamente al pináculo del poder ruso permanece en duda, rodeado de figuras que adoptan igualmente un tono duro e imperialista
Los”liberales sistémicos”
En el panorama político ruso actual, los denominados “liberales sistémicos” siguen desempeñando un papel crucial, a pesar de la disminución de su influencia en la última década. Este grupo, caracterizado por su apoyo general a Putin mientras abogan por una orientación prooccidental, tuvo su apogeo durante la presidencia de Dmitri Medvédev (2008-2012). Aunque su poder ha menguado desde entonces, figuras clave como Anton Siluánov, ministro de Finanzas, y Elvira Nabiúlina, presidenta del Banco Central, continúan siendo pilares de esta corriente, gestionando aspectos económicos cruciales de Rusia bajo las directrices de Putin.
LA investigación recuerda que el núcleo de los liberales sistémicos se remonta a los años noventa bajo el mandato de Boris Yeltsin, y aunque han visto disminuir su influencia, especialmente tras la invasión a gran escala de Ucrania, su tenacidad y habilidad para navegar dentro del sistema les ha permitido retener posiciones clave en el manejo económico del país. Esta habilidad se evidenció cuando Nabiúlina jugó un papel fundamental en la estabilización del sistema financiero ruso frente a las sanciones occidentales.
Sin embargo, la tolerancia y, en algunos casos, el apoyo a las políticas autoritarias de Putin por parte de estos liberales sistémicos no se ha traducido en una relación fácil con el Estado. En años recientes, se ha intensificado la represión contra este grupo. Ejemplo de ello fue el arresto y posterior liberación de Vladimir Mau, rector de la Academia Rusa de la Economía Nacional y Administración Pública. Además, la campaña contra figuras prominentes y entidades educativas como la Escuela Superior de Economía (HSE) evidencian una sistemática reducción de su espacio de influencia.
En este entorno represivo, emergen figuras que, si bien no se identifican plenamente con el liberalismo clásico, adoptan posturas que los colocan en una posición relativamente liberal frente al régimen. El empresario Roman Abramóvich y el alcalde de Moscú, Serguéi Sobianin, son ejemplos notables. Abramóvich, quien ha mantenido un perfil bajo en el pasado, ha cobrado relevancia por sus esfuerzos de mediación en el conflicto entre Rusia y Ucrania, y Sobianin, a través de su gestión durante la pandemia y su reciente reelección, simboliza un líder de estabilidad y progreso en la capital rusa, pese al contexto bélico.
Las conclusiones del informe resaltan un sistema político ruso caracterizado por la falta de transparencia, donde la lealtad hacia Putin es la moneda de cambio más valiosa.